¿Quién diría que mis más profundos deseos se sentirían satisfechos con plenitud? Estábamos todavía en mi cama, viéndonos cansados y sudorosos, uno al lado del otro. Etienne aprovechó para acariciar mi cadera, y cerrar el espacio entre nuestros cuerpos. Nos encontrábamos por completo desnudos después de ese intenso sexo. ─ No eres un hombre de palabra… faltaste a la de no hacer nada ─ digo coqueta. ─ Estaría loco si no hacía nada ─ me responde satisfecho ─ eres hermosa Aisha. La manera en la que lo dice me hechiza con peligro. Y antes de que pueda hacer o decir algo el timbre suena con insistencia. ─ ¿Quién será? ─ me levanto a regañadientes y busco una bata de dormir a tiros corta, me la coloco ─ ya vengo Etienne, quizás sea ese paquete que pedí hace una semana. ─ Entiendo ─

