Una vida dura

1075 Words
Mientras del baño salía con una gran sonrisa Agnes, quien había escuchado todo… “esto va a ser muy interesante”.   -4-   Esos eran los pensamientos que tenía Agnes, mientras intentaba desenredar un poco el asunto: bien, Emmett es nuevo, habla de una apuesta, así que de haberla hecho con alguien sería…_ solo fue cuestión de atar ideas y listo…Arley, ¡claro!, quien más que el pervertido ese, ahora lo único que tenía que hacer era mantenerse al tanto, saber exactamente qué y cuándo planea hacer las cosas…de verdad creía que había tenido suerte de haberse enterado del asunto, si todo salía bien, adiós al amor que Darwin sentía por Ada, en su rostro se veía una sonrisa torcida, muestra del desprecio que sentía hacia su “amiga”.   Ada llegó apresuradamente a casa, por suerte su pequeño hermano había preparado la comida, algo que agradeció, pues ya eran las 5 de la tarde y le pesaba el hecho de que su hermano estuviese sin probar alimentos.   – Vaya Byron, esto está realmente delicioso – le Ada dijo comiendo un poco de la comida.   – Verdad que si hermana – sonrió de gran manera, le gustaba ayudar a su hermana en cuanto pudiera.   – Si, creo que podrías llegar a ser un gran chef – lo aduló.   – No, no eso no es cierto – rieron pues ambos sabían que no era para tanto.   “Pobre Byron, se esfuerza mucho por ayudar, de verdad tengo suerte en tener un hermanito como él” pensó Ada, con los ojos medio cristalizados.   – ¿Estas bien Ada? – preguntó preocupado, pues le parecía que iba a llorar.   – ¿Eh?, si claro, no te preocupes, bien ahora a terminar de comer, pues tenemos deberes que hacer, ¿cierto? – mencionó con una sonrisa sincera.   – ¡Cierto! – contesto con gran entusiasmo y se dispusieron a terminar su comida.   Una vez finalizada, Ada solo lavó los trastes y medio recogió la casa, pues su mamá, aunque cuando ellos estaban presentes, evitaba salir para que la vieran mal, si hacia el aseo de la casa en su ausencia, no era tan descuidada como parecía, simplemente estaba muy lastimada por el hombre al cual le entregó los mejores años de su vida, y no podía evitar el hecho de salir y comprar botellas de vino para embriagarse, cada noche.   – Mamá… ¿te encuentras bien? – preguntó Ada como todos los días, tocando la puerta de su habitación, más no tuvo respuesta, por lo que decidió entrar.   – Mamá… mira nada más en qué situación te encuentras – le dijo sumamente triste, al ver a la mujer que le dio la vida, que los cuidó a su hermano y a ella, siempre de una forma muy cariñosa y con una gran sonrisa, porque así era como la recordaba Ada; ahora ahí estaba su linda madre, sufriendo por culpa del hombre que se dice su padre.   No pudo evitar que una lágrima rodara por su rostro. – mamita, levántate por favor – le pidió llorando quedamente – mami, levántate – volvió a pedir ahora intentando levantar a su madre del suelo, ya que hoy había comenzado a beber desde temprano y a esa hora ya se encontraba inconsciente, seguramente ni siquiera había probado bocado, ya que el desayuno que le dejó estaba intacto.   Como pudo la llevó los metros que faltaban hasta colocarla en su cama, y arroparla para que durmiera tranquila, así como ella lo había hecho años atrás – Duerme bien… descansa mamá – le susurró y besó su frente, para inmediatamente salir de la habitación, quedando está alumbrada solo por una pequeña lámpara.   – ¿Está bien? – preguntó Byron, al ver salir a su hermana de la habitación de su madre.   – Si, si claro, ella está bien, de hecho me dijo que dormiría temprano, así que no hagas mucho ruido, que necesita descansar, me pidió que te diera un beso y que te digiera que te ama – Trató de confortar a su hermano que se veía tan triste.   – Claro, yo también la amo, y ti hermana, gracias por todo lo que haces – le dijo para abrazarla, pues sabía que estaba mintiendo, Byron era muy listo para ser tan pequeño.   Ada no pudo más que derramar las lágrimas que ya se venía acumulando momentos atrás.   Obligándose a ella misma a reponerse y limpiando sus lágrimas le dijo…     – No tienes nada que agradecer, eres mi hermanito, y daría la vida por ti… y por mamá – mirándolo fijamente, intentaba que eso le quedara muy, muy claro.   – Bueno, basta de dramas, me voy que tengo tarea – y corrió a su habitación.   Ada lo miró agradeciendo nuevamente por tenerlo con ella, se había convertido en su pequeño motor.   – Basta ya Ada, cero lágrimas, tienes que ser fuerte, si no lo eres tú, ¿quién? – se dijo y aplaudiendo un par de veces con sus manos al frente, se dispuso a entrar a su habitación y terminar con sus tareas para el día siguiente.   Había pasado ya un tiempo en el cual Ada empezó sus tareas, cuando su celular sonó.   – Que raro, no conozco el numero… ¿Hola? – respondió.   Del otro lado de la línea se encontraba Emmett, quien, al pedirle su número a Arley, decidió llamarla, solo para decirle que la extrañaba y lamentaba haberla molestado en la preparatoria. No tardó mucho la llamada, pues no quería parecer acosador, pero quería asegurarse que pensara en él. Y lo logró.   – Eres bastante lindo Emmett – reconoció Ada una vez finalizada la llamada. Suspiró   – De verdad me encantaría ser tu novia, pero tengo una vida un tanto complicada, como para agregar otro compromiso a esta – le dolía el hecho de no ser como cualquier otra chica de su edad, pero no se quejaba, pues tenía la firme idea de que eso cambiaría, su mamá tendría que salir adelante tarde o temprano, y ellos serían felices nuevamente, pero ahora, a ella le tocaba hacerse cargo mientras eso pasaba.   A la mañana siguiente de nuevo las carreras, pasó a dejar a Byron y voló a la preparatoria. Una vez en esta, lo típico, varias personas se le acercaban, platicando amenamente con todos, lograba olvidar la triste situación en su casa, pero alguien por primera vez le sacaba el tema, pues intentaría desmeritarla a costa de lo que fuera.
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