«¿Qué demonios ocurre contigo?» era la pregunta de su padre que no lograba sacarse de la cabeza. Tampoco lo sabía. No entendía del todo lo que ella le provocaba, pero lo tenía completamente en sus manos. Es decir, si ella le dijera que quería irse, por su felicidad desearía poder dejarla ir, pero había una horrible parte de él que la quería para siempre a su lado, aunque fuera infeliz. Es por eso que estaba agradecido con que ella hubiese dado el primer paso, porque él no sabía caminar cuando el amor era el terreno. Pero ella se había abierto paso hasta él y le había sonreído tan hermosamente que solo crecía en él esa necesidad de que siempre estuviera a su lado. —¿Será que todo lo que siento es malo? —se preguntó a sí mismo en un susurro, sin obtener respuesta alguna, solo obtuvo el

