La mañana me encontró despierta antes de que saliera el sol. Kylie golpeó la puerta con los nudillos.
—Presentación —anunció—. Nada largo.
Me lavé la cara, me até el pelo y bajé. Thiago me esperaba en el porche, camiseta negra, los ojos fijos en mí como si el resto del mundo fuera solo ruido.
—¿Lista? —preguntó.
—Lista.
Caminamos hacia el claro detrás de la casa. El valle ya estaba despierto: voces, pasos, un balón golpeando tierra. En el borde nos aguardaban varios lobos en piel humana. Kylie se colocó a mi lado; Thiago avanzó un paso y el murmullo se apagó.
—Ella es Leanne, mi mate —dijo, voz limpia, de alfa—. Está bajo mi protección. Bajo la de todos.
Las miradas se inclinaron, algunas más serias que otras. Mateo, un hombre ancho de hombros, dio un paso al frente.
—Mateo, beta.
