Noticias dolorosas
“Ella ha fallecido, es necesario que vengas cuanto antes.” La voz al otro lado del teléfono me hizo tambalear. “¿Alana, has escuchado lo que te dije? La abuela ha muerto, es necesaria tu presencia.”
“Te he escuchado a la perfección.” Contesté mientras mis lágrimas se deslizaban en mis mejillas. “Estaré lista cuanto antes, solo déjame arreglar las cosas en mi trabajo.”
“No puedo creer que llames trabajo a eso, sabes bien que no tienes ninguna necesidad de hacer eso, pero te empeñas.”
“Valeria, por favor, no comiences, que no es momento para tus cosas. Tengo un trabajo digno que es lo que importa. Ya he dicho que voy a llegar, así que por favor déjame tranquila.”
Colgué la llamada y lo único que pude hacer fue mirar al cielo, no quería llorar aquí en plena calle mientras los vecinos pasaban uno tras otro mientras me daban los buenos días.
“Alana.” La hija de mi jefa llegó. “¿Pero qué te sucede? Tienes los ojos rojos y cristalizados.”
“Por favor deme las llaves, necesito abrir cuanto antes.”
Ella me las entregó y luego de eso me apresuré en abrir, la alarma fue quitada con éxito y fue en ese momento en que pude romper a llorar. Mis piernas se abrieron y terminé en el suelo mientras llevaba mis manos a mi rostro.
“Alana, pero qué es lo que te ha pasado.” La hija de mi jefa me abrazó. “¿Por qué lloras de esa manera?”
“Mi abuela, mi abuelita ha fallecido.”
Sentía como la mano de la muerte se introducía en mi corazón y mataba una parte de este órgano, el dolor era insoportable y quería llorar hasta que los ojos se me secaran.
“Lo siento tanto.” Ella me abrazó más fuerte. “Si hay algo en lo que te pueda ayudar, solo me dices.”
“Necesito irme, pero antes debo dejar todo en orden. Limpiar la tienda, lavar la cera y todo lo que es mi rutina. Se suponía que hoy iba a limpiar el apartamento por si acaso venía un potencial inquilino.”
“¿Acaso has perdido la cordura? No es necesario que hagas eso, te puedes ir de una vez. Yo hablaré con mi mamá para informarle todo.”
“Solo necesito tres días para dejar las cosas en orden, dígale a su mamá que puede descontarlo de mis vacaciones.”
“Está bien, ve tranquila y si necesitas algo solo me dices.”
Agradecí por esto, al final salí de la tienda en la que trabajaba y detuve un taxi para que me llevara a mi casa. Al llegar, suspiré pesadamente al mirar los carros que estaban aparcados.
“Alana.” Valeria salió a mi encuentro y me abrazó. “No tienes idea del alivio que me da verte. Pensé por un momento que ibas a huir.”
“Se nota que me conoces.” Aparté a Valeria de mis brazos. “Jamás faltaría al funeral de la abuela.”
“Sí, el funeral de la abuela…”
“¿Qué es lo que pasa, Valeria?” Pregunté con una ceja arqueada. “¿Por qué usas ese tono?”
“Por nada. Hay que irnos de una vez, nos están esperando en el aeropuerto.”
Al final no pude recoger nada debido a que Valeria no me dio tiempo, genial, tendría que utilizar la ropa que había dejado en la casa de la abuela.
“Bienvenidas, señoritas Carrigan.” La azafata se inclinó con respeto. “Ya todo se encuentra listo para irnos.”
“Gracias” respondí mientras entraba al avión. “Por favor deme un antifaz y una frazada, necesito descansar un poco.”
Al final la azafata me dio lo que estaba pidiendo, me recosté e intenté dormir. No obstante, fue imposible hacerlo debido a los pensamientos que tenía con mi abuela y todos los momentos vívidos, esos que en su época fueron un dulce alivio y que ahora eran el más cruel de los castigos.
“Alana, hemos llegado.” La voz de Valeria hizo que me quitara el antifaz. “Reacciona un poco antes de bajar, tus padres y los míos nos están esperando.”
“Querrás decir, tus padres, porque dudo mucho que mi madre, que es la única que tiene que ver conmigo, se atreva a venir a ver a la hija que cometió semejante burrada y que le dio la espalda a la familia.”
“No seas tan dura con ellos, estoy segura de que están allá abajo esperándote.”
“Valeria, he dicho que el marido de mi madre no tiene nada que ver conmigo. Entiende de una vez que él no es mi padre, sino que es un aparecido que se metió en la familia Carrigan.”
“No entiendo cuál es tu problema con el tío Stan, al final se nota que la tía Derya es feliz a su lado.”
“El problema es que mi madre junto con toda la familia resultan ser más ciegos que un topo de nariz de estrella.”
“¿Qué estás diciendo?”
“Nada, mejor olvídalo y vamos que nos están esperando.”
La azafata abrió la escotilla, miré el amplio azul celeste del cielo y las nubes arreboladas que lo adornaban. Respiré profundamente y me llené de toda la paciencia que sabía que iba a necesitar para enfrentar ese pasado.
“Señorita Carrigan, ¿Se siente bien?” La azafata hizo esta pregunta. “Ya puede bajar, es seguro que lo haga.”
“Creo que dadas las circunstancias, bien, no es una palabra que se puede utilizar.” Alcé la mirada y vi a la azafata un tanto avergonzada. “No te preocupes, sé que no lo has hecho con mala intención.”
Venir aquí era algo agotador, por un motivo me había ido de este sitio y si volví fue solo por la muerte de la abuela. Por suerte ella era igual de ciega ante lo que pasaba en sus narices, ya que de haberse dado cuenta de todo lo que sucedía, lo más probable es que hubiera abandonado este mundo antes de hoy.
“Alana.” La voz de mi madre me hizo levantar la mirada. “Así que, después de todo, has venido.”
“Madre, no veo por qué no lo tendría que haber hecho. Al final es el funeral de mi abuela, la madre de mi difunto padre.”
“Alanita.”
La voz de aquel hombre logró erizar mi piel, cuando mis ojos vieron en esa dirección. Fue que lo miré mientras tenía los brazos bien abiertos, como si esperara de que le diera un abrazo.
“No me digas, Alanita, y no entiendo qué es lo que haces aquí. Ahora cierra tus brazos, que te miras demasiado estúpido con esa actitud familiar.”
“¡Alana! No puedo creer que después de todos estos años no buscaras cómo cambiar de actitud. Stan solo quiere ser amable contigo y tú vienes a tratarlo de patadas.”
“Y yo no entiendo cómo este pelafustán viene a darme la bienvenida cuando sabe perfectamente que no soporto verlo y que antes prefiero clavarme alfileres en mis ojos antes de abrazarlo.”
“Derya, lo mejor es que dejes a Alana en paz. Recuerda que ella está afrontando la muerte de su abuela, mi querida suegra.”
“Tú no tienes nada que ver con mi abuela, así que deja de decir tu difunta suegra porque ni siquiera mi madre es su hija.”
“¡Alana! Sabes bien que mi difunta suegra me quería como si fuera una hija, fue por eso que ella accedió a recibirnos en su casa.”
“Mamá, sabes bien que no estoy diciendo ninguna mentira. Ni Stan, ni tú son unos Carrigan; si se encuentran aquí es por mera caridad de mi difunta abuela, puesto que ella quedó afectada por la muerte de mi padre, que SI era un m*****o de la familia Carrigan.”
Al final decidí ignorar a mi madre, puesto que iba a discutir nuevamente conmigo. Me fui a los brazos de mi tío, que me abrazó con fuerza mientras me daba un beso en la cabeza.
“Sobrina mía, al parecer no puedes venir con tranquilidad. Trata de dejar las disputas familiares a un lado, y vamos a darle el último adiós a mi madre.”
“Tío Spencer, mi abuela.” Sollocé en sus brazos. “Me duele su partida. Ya quiero verla para poder despedirme de ella.”
“¿Acaso no le han dicho a Alanita que el funeral de mi suegra ya pasó y que se encuentra aquí para la lectura del testamento?”
Estas palabras me cayeron como un balde de agua helada, me di la vuelta y pude ver los ojos culpables de mi madre cuando Stan dijo esto.
“¿Qué es lo que han dicho? ¿Mi abuela ya fue enterrada y no fueron dignos siquiera de decirme eso?”
“Cariño, ella falleció hace tres días. Al final tomé la decisión de que se enterrara antier y cuando el abogado dijo que tenías que estar para la lectura del testamento, fue que decidimos avisarte.”
“¿Y quién te has creído tú para tomar esa decisión? Creo que he sido lo suficientemente clara en el momento en que dije que no eras m*****o de esta familia, tú enviudaste hace años y si te mantuviste en esta familia fue gracias a la caridad de mi difunta abuela. No tenías ni el derecho, ni el poder para decidir sobre el funeral de la mujer que te acogió como una hija. Mamá, ten por seguro que esto no te lo voy a perdonar jamás, y si tengo que utilizar el poder de una de las familias más ricas de Irlanda, lo voy a hacer sin dudarlo, y no solamente a ti te voy a hundir, sino que también lo haré con tu marido…”