Personas de sobra

2099 Words
Sabía bien que detrás de todo esto, estaba la manipulación de Stan. Eso era lo que más rabia me daba, ese tipejo de alguna manera me quería castigar y me había dado donde más me dolía. “No, no puedes hacer eso. Te recuerdo que fuiste tú quien le dio la espalda a esta familia, por lo tanto, ahora no puedes venir a utilizar su poder solo porque te conviene.” “Derya, que no se te olvide que mi sobrina, a pesar de haberse ido del nido, no deja de ser una Carrigan. En sus venas corre la sangre de mi hermano y eso no va a cambiar nunca por mucho que te pese.” Mi tío Spencer me dio la vuelta y secó mis lágrimas con su dedo. “Ahora ven conmigo, a mi madre no la han sepultado porque yo la he detenido. No lo sabía nadie, solamente yo.” “¿Con qué derecho vienes a hacer eso?” Stan dio un paso al frente y miró con desprecio a mi tío Spencer. “Mi esposa había tomado la decisión de que se enterrara a mi difunta suegra, por lo tanto, debiste respetar eso y dejar que los difuntos descansaran de una vez por todas.” “Al parecer has olvidado que estás hablando conmigo, soy el hijo de la difunta. Y tú eres alguien ajeno a la familia, tal como lo dice Alana.” “Tío, ahora soy yo la que te pide que me lleves donde la abuela. No le des explicaciones a este tipo que se cree la gran cosa cuando la realidad es que no merece ni siquiera ser tratado como un humano.” Al final, nos fuimos directamente al cementerio. Mi ropa no era la más apropiada, tampoco traía siquiera un ramo de flores. Pero al final eso no importaba, lo único que quería era darle el último adiós a mi abuela. “Ya estamos aquí, Alana.” Cuando el carro se detuvo, no esperé que el chófer abriera la puerta; lo hice de inmediato y caminé en dirección al mausoleo de mi familia. Al entrar, ahí se encontraban dos empleados cuidando el féretro de mi abuela. “Señorita Carrigan.” Los empleados saludaron al unísono e hicieron una reverencia. “Hola, les agradezco por todo. Necesito que me dejen sola con mi abuela.” Los empleados se fueron, con mis propias manos decidí retirar la tapa de su ataúd y fue ahí donde miré a mi abuela. Mis brazos la rodearon y la acercaron a mí en un último abrazo. “Abuelita, por favor, dime que esto es una mentira. Que solo duermes y que has fingido tu muerte solo para traerme a este país donde juré que no iba a regresar.” Cuando mis manos, temblorosas y agotadas, no pudieron seguir sosteniendo el peso de mi abuela, la deposité con cuidado en su ataúd, como si al dejarla allí pudiera mantenerla un poco más conmigo. El contacto con su piel fría me recorrió como un golpe brutal; no había más calor, no había más vida. Tomé su mano entre las mías y la acerqué a mi rostro, buscando en ese último gesto un consuelo imposible. Al sentir su frialdad contra mi piel, supe con una certeza devastadora que ella se había ido para siempre. El vacío que me dejó en el pecho fue tan profundo que sentí que algo dentro de mí se desgarraba. El mundo, sin ella, era un lugar insensible y vacío. El dolor se aferraba a mí como una garra, y me asfixiaba la idea de seguir viviendo sin su voz, sin sus abrazos, sin esa mirada que siempre me hacía sentir a salvo. Quise gritar, romper algo, hacer cualquier cosa para arrancarme ese sufrimiento, para borrar el vacío que me consumía. Pero no había escape, solo ese abismo oscuro que crecía dentro de mí, devorando cada fragmento de la persona que había sido antes de perderla. “Abuelita, te voy a extrañar.” Al final tuve que darle un beso de despedida, al menos ella se miraba serena y con eso era suficiente para mí. Solo esperaba que desde el cielo pudiera estar abrazando a mi padre, porque fui testigo de lo mucho que le dolió la muerte de su hijo mayor. “Alana, vamos a sepultar a mi madre.” Mi tío Spencer entró en el mausoleo. “Creo que he cumplido con esto.” “Sí, has cumplido más que nadie, tío Spencer.” Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla. “Te agradezco enormemente por esto, te juro que nunca lo voy a olvidar.” Colocamos a mi abuela en su tumba y luego los mismos empleados se aseguraron de sellar muy bien la eterna morada de la matriarca de mi familia. “Papá”. Me acerqué a su tumba y le di un beso con mi mano, luego apoyé mi frente en su placa. “Por favor, dame las fuerzas que necesito para enfrentar a la familia, solo te pido eso, del resto me encargo yo.” Salimos de aquel mausoleo y fuimos rumbo a la casa de mi abuela. Cuando llegué, me di cuenta de que nada había cambiado. Seguía siendo la misma propiedad que años atrás abandoné, quizás lo único que había cambiado era que los rosales eran más grandes y frondosos. “Bienvenida a tu casa, sobrina.” El tío Spencer tomó mi mano y le dio palmaditas encima. “De la que nunca debiste irte.” “Créeme que tomé la mejor decisión al salir de esta casa, no podía seguir viviendo bajo el mismo techo que Stan.” “No entiendo tu actitud hacia Stan, ¿Acaso son celos porque ocupa el lugar de tu padre? Porque si es así…” “Tío, lo mejor es que dejes las cosas así. El lugar de mi padre no puede ser ocupado por nadie y eso lo he tenido muy en claro desde el inicio, pero mi resentimiento y aborrecimiento hacia Stan son por motivos muy diferentes, los cuales tú no entenderías.” “Si tan solo me ayudaras a entender las cosas, créeme que todo podría ser más sencillo.” “Hay cosas que prefiero reservar para mí, ahora por favor entremos que el abogado nos está esperando. Veremos qué sorpresa nos ha dejado la abuela antes de pasar a la otra vida.” Las puertas de la casa se abrieron, salieron todas las empleadas y se formaron en una fila india mientras bajaban sus cabezas. “Bienvenida a la mansión, señorita Alana.” Dijeron al unísono. “Bienvenido a la mansión, señor Spencer.” Pasamos en el medio y cuando entramos, lo primero que miré fue una jovencita que estaba al lado de mi madre. “¿Quién es ella?” Pregunté y se hizo un sonido pesado en la habitación. “¿Alguien puede decirme quién es esta jovencita o voy a tener que ir donde una bruja para que me lo diga?” “Ella es tu hermana.” Confesó mi mamá, sorprendiéndome. “Se llama Erin.” “¿Y por qué no me habían dicho nada?” Pregunté mientras sentía una creciente preocupación en mis adentros. “¡¿Cuándo pensabas decirme que tenía una hermana?!” “Te fuiste sin dejar rastro, ni siquiera sabía tu número o dónde te estabas quedando.” “¡Fue porque no buscaste lo suficiente! La mejor prueba es que Valeria ha dado conmigo.” “No me vengas a culpar por haber abandonado a esta familia, porque no es mi culpa. Tú tomaste la decisión de irte cuando estaba recién casada con Stan.” “¿Estás segura de que no fue tu culpa, que yo me fuera de aquí? ¿No te dice nada el hecho de que estabas recién casada con este bueno para nada de Stan?” “¡Claro que no fue mi culpa! Por muchos años lloré la muerte de tu padre, yo también merezco ser feliz, y si te fuiste fue porque no querías verme ser plena con otro hombre que no fuera mi difunto marido. Eres egoísta e injusta conmigo.” “Todos tenemos el derecho de hacernos tontos, pero en serio que lo tuyo es un abuso.” Miré a mi hermana y le sonreí. “Hola, yo soy Alana. Tu hermana mayor.” Cuando intenté abrazarla, ella se alejó de mi contacto. Pude ver en sus ojos cierto temor que no era justificado, puesto que no me conocía. “Erin es un tanto tímida, Alanita. Deberías darle un poco de tiempo para que puedas tener una relación como tal con ella.” “No me digas, Alanita, que no somos cercanos y tampoco lo seremos, es mi última advertencia referente a ese asunto.” Lo miré con desprecio. “Es más, ni siquiera me dirijas la palabra, todos son conscientes de mi desprecio ante ti.” “¿Y así esperas que Erin te acepte? Es obvio que ella no se va a acercar a la mujer que desprecia a su padre abiertamente.” Mi madre intervino y se puso delante de Stan. “Así que no vengas a culparnos si ella te desprecia, porque ninguno de nosotros va a mover un solo dedo para que esa situación cambie.” “Derya, no digas eso. Al final no es bueno que dos hermanas se encuentren distanciadas y todo por un motivo tan tonto. Hay que hacer que ellas se lleven bien porque es lo correcto.” “En serio que eres un buen hombre, Stan.” Mi mamá lo miró con gran admiración y acarició su rostro con cariño. “A pesar de que Alana te pisotea cada vez que puedes, tú muestras el gran corazón que tienes.” “Estar aquí me da náuseas. Quiero saber si el abogado ya está listo, no quiero demorar mucho tiempo en esta casa.” “¿Acaso no te vas a quedar más tiempo que hoy, prima?” Valeria dio un paso adelante. “Pensé que ibas a quedarte unos días.” “Me quedaré en Irlanda por unos días, pero no en esta casa. Pienso irme a uno de los hoteles de mi abuela.” Al final el abogado llegó, él nos saludó respetuosamente y nos hizo pasar al despacho en donde mi abuela, en innumerables veces, se había reunido con peces muy gordos para discutir de negocios que le permitieron consolidar una fortuna de miles de millones. “Bien, estamos aquí para la lectura del testamento de quien en vida fuera la señora Tara Carrigan. Dado que se encuentran todos los que deben de estar aquí, es que procedo.” “Incluso me atrevo a decir que hay personas de sobra en este sitio.” Miré directamente a Stan. “Pero en fin, si eso era lo que la abuela quería, no pienso oponerme.” “Bien, hago lectura del testamento de la señora Carrigan.” El abogado se puso sus lentes y sacó un documento. “Yo, Tara Carrigan, en pleno uso de mis facultades mentales y de acuerdo con mi voluntad, redactó este testamento para disponer de mis bienes y propiedades de acuerdo con mis deseos. Primero: Declaro que todos mis bienes, propiedades, y activos, tanto en posesión como en el futuro, serán transferidos a mi querida nieta, Alana Carrigan, quien será la única heredera de mis pertenencias. Segundo: Dispongo que todos mis bienes inmuebles, que incluyen propiedades ubicadas en Irlanda, España, Francia, Estados Unidos, y muchos países del continente europeo, queden en la completa propiedad y posesión de mi nieta, Alana Carrigan. Esto incluye, pero no se limita a, residencias, terrenos y cualquier otro tipo de propiedad inmobiliaria en mi nombre. Tercero: Todos los hoteles de mi propiedad, situados en los continentes europeos y americanos, serán transferidos a Alana Carrigan. Esto incluye todos los activos, pasivos y derechos asociados a estos hoteles, así como cualquier ingreso que generen en el futuro. Cuarto: Todos los establecimientos de joyería pertenecientes a la familia Carrigan, incluyendo pero no limitándose a joyerías Carrigan, pasarán a ser propiedad de Alana Carrigan. Esto incluye todo el inventario, el mobiliario y cualquier otra propiedad relacionada con dichos negocios. Quinto: En el caso de que mi nieta, Alana Carrigan, no pueda o no desee aceptar alguna de las propiedades o activos mencionados, estos deberán ser gestionados según las leyes y normativas vigentes en Irlanda para asegurar su disposición adecuada. Sexto:Declaró que este testamento revoca y sustituye cualquier testamento anterior realizado por mí…”
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD