Hermosa Perversión

— Amelia, apúrate, se nos hace tarde para llegar al trabajo, y no quiero volver a tener problemas con el jefe, ya sabes cómo se pone si no atendemos a los clientes en cuanto entran al club — dijo Olive, mi mejor amiga, ella estaba esperándome en la cocina, tomándose su última taza de café caliente del día para iniciar una noche de trabajo muy activa. Yo, por mi parte, estaba en mi habitación, terminando de arreglarme, me estaba colocando los zapatos, y no más me faltaba, era peinar el cabello en una cola alta de caballo, como las reglas de vestimenta del club lo exigían a sus empleadas. — Ya voy, solamente me falta peinarme y salgo, ve cogiendo todas tus cosas para que salgamos — le digo. Mi cuarto estaba cerca de la cocina, por lo que no era necesario gritar para que ella me escuchara desde su distancia. — Sí, ya voy, deja me termino mi café y voy a mi cuarto por mi mochila, no olvides de llevarte el cargador de tu celular, la última vez lo dejaste y te volviste insoportable — dijo ella. — Eso fue lo primero que guardé en mi mochila cuando la organicé esta mañana después de desayuno — le respondo a Olive. Termino de organizarme los zapatos, y me dirijo hasta el baño, cojo el cepillo para el cabello que tengo encima de mi lavamanos a simple vista, y comienzo por peinar mi cabello que ya no estaba tan húmedo a como cuando salí de darme una ducha relajante antes de irme al estrés del trabajo, pues trabajar en un club nocturno para muchos puede ser divertido, para mí lo era, más lo único fastidioso de todo esto era tener que desvelarse hasta la hora definitiva del cierre que eran las seis de la mañana cuando ya entre todos los empleados hemos dejado el sitio limpio antes de la siguiente noche de diversión. Me arreglo el cabello en la cola de caballo, me aplico labial transparente para que los labios no se me disecaran del calor tan bárbaro que hoy había estado haciendo desde las diez de la mañana que desperté, me doy una última mirada al espejo, mi arreglo fue bastante sencillo, pero no importaba, no me incomodaba porque finalmente así era como debíamos ir todas las empleadas vestidas y maquilladas al bar, no nos dejaban lucir como si fuéramos de fiesta por qué ninguna de nosotras iba de fiesta, todas íbamos a trabajar y debíamos de dar una buena impresión a los clientes si queríamos ganar el bonus extra de propinas además de nuestro salario fijo de seis cientos dólares mensuales. Salgo del baño, cojo mi mochila que he dejado puesta encima del suelo a un rincón de la habitación, y salgo de allí para acercarme hasta la cocina, Olivia me había preparado una taza de café caliente que yo no me había tomado todavía por qué ella lo ha hecho justo en el momento en que quise ir a darme una ducha, y el café se ha quedado allí, esperando a que yo fuera por él para disfrutarlo, y eso fue lo que me puse a hacer mientras esperé a que Olivia finalmente saliera lista de su habitación. Minutos después, aparece Olivia con su mochila colgando de su espalda y se encamina hacia donde yo estaba. — Ahora sí, estamos listas, ¿Podemos irnos? Tenemos nada más quince minutos de tiempo para llegar, y la verdad, no quiero perder más de mis propinas, que siempre son muy buenas y sabes muy bien que las necesito, pues ese es el dinero que uso para ahorrar para el restaurante que las dos queremos poner ya dentro de muy poco — dijo ella, a pesar de que hablaba de perdidas de dinero, ella me recordaba con mucho orgullo que ambas teníamos ese sueño de ser dueñas de nuestra propia pastelería, ella estaba estudiando administración de empresas en las mañanas que no trabajaba en el club nocturno, y yo me he graduado de la carrera de repostería, pero no había encontrado todavía un trabajo como repostería porque yo también estaba trabajando para vivir y para poder ayudarle a mi mejor amiga con mi aporte para que ambas pudiéramos cumplir nuestro sueño. Le sonrío y asiento con la cabeza. — Sí, andando, no perdamos más tiempo que tenemos que caminar mucho hasta allá — le digo. Salimos del apartamento, y nos apresuramos en tomar camino para ir a nuestro sitio de trabajo. Para nuestra suerte, en menos de quince minutos hemos llegado a casa, todo gracias a que Olivia me ha indicado que le siguiera a ella esta vez, pues ella había encontrado una nueva ruta para ir hasta el club nocturno y que no nos tardáramos más de lo que siempre nos tardábamos cuando era nuestra hora de ida al trabajo. Olivia y yo hemos llegado al club, tocamos la puerta, y Ben, el guardaespaldas de turno de esa noche que se encargaba de recibir a las personas y revisar que sus identificaciones correspondieran a ellos, ha sido quien nos ha recibido y nos ha dejado entrar al habernos reconocido. — Muy buenas noches, señoritas, ¿Listas para una larga noche de trabajo? — dijo Ben luego de que ha cerrado la puerta cuando hemos entrado Olivia y yo al interior del club nocturno. — Buenas noches, Ben, sí, estamos listas, tuvimos que tomarnos como diez tazas de café en todo el día antes de venir aquí para estar muy despiertas, pero estamos bien y listas para trabajar — le respondió Olive a Ben con amabilidad, aunque Ben tuviera treinta y cinco años y nosotras tuviéramos entre los veinticinco y los veintisiete años, nos llevábamos muy bien, pues Ben siempre había sido un hombre muy respetuoso con todos, sobre todo con las mujeres que trabajaban aquí por qué Olive y yo no éramos las únicas, había más mujeres trabajando en el bar, pero Olive y yo siempre éramos las más puntuales, a veces procurábamos llegar antes de que se apareciera nuestro jefe y nos gustaba platicar con Ben. — Por cierto, Amelia, te ha llegado un recado, lo tengo guardado en el vestidor — dijo Ben. Me extrañé, no esperaba recibir recados, yo era una mujer sola en esta vida, mis padres habían fallecido hace cinco años en un accidente de tránsito en carretera, y con el dinero de su herencia, fue que había conseguido pagarme una carrera en una muy buena universidad especializada en mi área de la cocina, y además, yo había sido la heredera universal del apartamento que era nuestro, pero en el que ahora vivíamos mi mejor amiga y yo para no tener que pagar la renta en ningún lado y pudiéramos ahorrar lo suficiente para cumplir nuestro sueño, por tanto, se me hacía extraño que me hubiera llegado un recado al trabajo cuando yo no sabía quién podía haberlo enviado. Olive me ha mirado con una mirada de sorpresa que supe que de inmediato debía de irme corriendo al vestidor para comprobar que era aquello que mencionaba Ben, comprobar si era verdad o no, y entonces, me apuré en ir hasta el vestidor, Olive se fue detrás de mí, Ben no lo hizo porque él no podía dejar la puerta sola en ningún momento hasta que el aforo de ingreso del club nocturno estuviera completo. Llegamos al vestidor, y en una de las bancas donde nos sentábamos para cambiarnos los zapatos y ponernos el uniforme, allí estaba, era un ramo de flores, eran rosas rojas, estaba precioso, era muy grande, y traía consigo una caja de chocolates que eran precisamente mis favoritos; bombones de chocolate con relleno de salsa de frutas, por lo menos, le habían acertado a que ese era mi postre favorito, y que no debía de traer nada de frutos secos porque no me gustaban para nada, me daban ganas de vomitar cuando por error los comía.