Eliza ― ¿Vamos juntos a la empresa? ― preguntó Jonathan mientras ajustaba el nudo de su corbata frente al espejo. Anoche, después de que hablamos, se quedó a dormir. Prácticamente me rogó, y yo, aunque quería resistirme, no pude. La verdad era que lo necesitaba tanto como él a mí. ―No, yo tengo unos pendientes que hacer antes― respondí con rapidez, manteniendo la vista fija en mi reflejo mientras me peinaba. Su mano se detuvo a mitad de camino, y su mirada se encontró con la mía a través del espejo. ― ¿Qué pendientes? ― murmuro, su ceño frunciéndose ligeramente. ―Unos… ― dije, sintiendo mi garganta apretarse―. Solo me tomará media mañana. Estaré a tiempo en la empresa. Se giró para mirarme de frente, dejando caer la corbata sin terminar sobre su camisa. ―No me importa el horario. P

