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Locamente Enamorada (Evans #1)

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Blurb

Flor no deja de pensar en Christian desde que su madre la llevo a la casa de los Evans por primera vez. Cada vez que sus ojos ven la belleza del hombre que tiene frente a ella lo único que hace es tartamudear, sudar como nunca y escupir estupideces. Decidida a dejar de lado sus nervios de por medio y demostrar cuanto esta liada por Christian realiza una lista con algunas situaciones podría hacer que Christian se fijaría en ella o de lo contrario... pasar momentos de mierda.

Hará lo último que este en sus manos con tal de que Christian se fije en ella, ¿Pero que pasara cuando sepa que a Christian sienta atracción por otra persona? ¿Se aferrará Flor a seguir con su lista infalible de enamoramiento?

No lo sé… pero de eso se trata el amor, ¿No? Luchar por ello y disfrutar de la compañía de alguien amado…

Oh amor… tan bonito y complicado…

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PROLOGO: FLECHAZO
Cuatro años atrás… Primer encuentro. Sinceramente no pensé que mi mente estuviera en blanco… bueno ni tanto, porque un chico era lo único que podía procesar. Christian… Christian Evans. Cuatro años mayor que yo, pero eso no me impide que me guste ¿O si? No lo creo amiga… ¿Cómo era posible que mi madre nunca me había presentado a los hijos de su mejor amiga? Ah si… porque sabe que me enamoro rápido, pero ¿Qué hago? No lo puedo evitar, es parte de mi esencia. Justo ya era de noche y acabábamos de regresa de nuestro primer encuentro.. Seis horas atrás… —¡Mama! Esta ropa esta… —¡Ni se te ocurra decir que esta horrible! La escogí especialmente para ti. Mi madre había dejado ropa que ayer decidió era perfecta para mi, pero era lo opuesto, ¿Acaso le había hecho algo a mi madre para que me comprara ropa así? Bueno… contando en los pequeñísimos problemas en los que había estado metida en mi corta y aburrida vida.. Podía entenderla solo un poco. Me observe de nuevo en el espejo pensando en si debería ir así a la casa de su amiga o de plano aventarme por la ventana —¡Ah no! No me muestres esos ojos Flor. —¡Puedo hacerlo porque esto no me gusta! —Pero a mi me gusta— mi madre y yo vimos por el espejo de mi habitación al hombre que las dos amábamos. A mi padre. Creo que el problema de ser hija única con una familia tan alocada y problemática como la mía, es que la sobreprotección en mi es en un cien por ciento, pero aun así los amo y lo han demostrado desde que llegue al mundo. —Hazla entender León. Mi madre camino hasta donde estaba mi padre, este la tomo de la cadera y ahora los dos veían lo horrible que me veía. Ay Diosito perdóname por lo que diré… —Parezco monja— y no mentía amigos. Mi madre eligió un vestido de cuadros, con cuello de tortuga, que según mi madre había escogido entre demás ropa de moda que por supuesto pudo quedarme mejor. —Hija… —¡Flor! —¡Lo tenía que decir! Los dos rieron y mi madre de nuevo llego hasta mi y me tomo de sus hombros. —Pero te ves linda hija, es más, ¡si recoges tu pelo te veras muy hermosa! Traté de negarme, pero no pude. Ver a mi madre entusiasmada por la elección me hizo sentir vulnerable, además de todo era mi mama y ellas siempre tiene la razón de todo. Por mas tonta la situación que les des, ellas siempre tendrán la última palabra. El camino hacia la casa de los Evans, lo sé, porque mi madre, a pesar de conocer a su amiga nunca me la mostro hasta aurita. Al parecer se conocieron en un club de deportes, pero hasta estos últimos meses han sido mas frecuentes sus salidas y hoy íbamos de camino para conocer a la familia entera. Mientras iba en la ventana, observando los alrededores de la cuidad de México, me fui dando cuenta de que el rumbo que estábamos tomando era directo hacia la mejor zona de la misma; Santa Fe. Eran pocas las veces que pasaba por aquí, pero siempre me encantaba ver los edificios modernos y casas que estaban cerca de los bosques… No se era difícil de explicar. Mi padre salió de la avenida y se metió en una calle, que de verdad todo lo que veía a mi alrededor eran casas lindas, incluso algunas ya eran consideradas mansiones… Vaya que los Evans si eran de dinero. Nos paramos en un gran portón n***o, mi madre se bajo a tocar lo que parecía el timbre para después ver como las misma puertas se abrían dejando a mi vista un patio sumamente amplio y con jardín verde, ¡Este si era un verdadero jardín! No como el que tenia nuestra vecina, Doña Rosa, que en vez de tener un invernadero, solo tiene plantas mal cuidadas y un árbol grande con arañas. El carro entro lentamente, y conforme observaba esta casa, mas sentía que me costaba cerrar mi boca. ¡Dios esto no era un típico jardín! Era mas que un jardín, porque alrededor había coches de super lujo estacionados y una gran fuente en el centro y frente a la puerta de la enorme casa. El coche se detuvo enfrente de la misma puerta, un hombre algo mayor con traje y muy amable fue quien llevo el coche de mi padre a no se que parte de la casa mientras mi padre, mi madre y yo observábamos la fachada de esta hermosa casa con nuestros ojos. —Mama, ¿Segura que tu amiga vive aquí? ¿No nos equivocamos de casa? —¡Flor como dices esas cosas! Si tu objetivo es burlarte de… —¡Lucia, amiga! — una mujer de pelo rubio, tez blanquecina y con vestido floral muy lindo salió de la casa, bajo los pequeños escalones de la entrada y corrió hacia mi madre, quien la recibió bastante alegre. —¡Me alegro de que pudieran venir! — la amiga se separo y vio a los otros dos restantes de mi familia— usted debe ser el magnifico esposo de Lucy. Encanta, Kelly Evans. —Un gusto. León Gutiérrez. Mi mujer me ha platicado maravillas de usted. Ahora la mujer, con su linda sonrisa y sus ojos verdes brillosos fijo su vista en mi y jure que intensifico su sonrisa, porque ahora parecía ver una sonrisa diabólica. —¡Tu eres Flor! — igual que con mi padre, la señora Evans se acercó a mí y me abrazo un tanto fuerte, bueno muy fuerte para después soltarme y tomarme de mis hombros— Lucia no mentía, eres muy linda querida. ¿En serio, yo linda? ¿Cómo podría parecerle linda si parecía que vestía con mi uniforme de la primaria? —¡Venga pasen! Los chicos nos esperan… ¿Qué? ¿Acaso dijo chicos? ¡Justo hoy a mi madre se le ocurría elegir la peor ropa para conocer chicos! … trágame vida. Caminamos hasta la entrada de la casa, pasamos por la puerta de vidrio y vi que esta familia literal parecía tener el suficiente dinero como para vivir así. Una casa blanca, con suelo de mármol blanco, con manchas grises, escaleras negras y lo demás… bueno ya veríamos porque sin duda esta casa era sumamente inmensamente grande. Yo era la ultima que caminaba hacia donde nos llevaba la señora Evans nos llevaba… enserio, les juro que era la casa mas bonita de toda mi vida, incluso hasta los más pequeños accesorios que había por toda la entra principal y lo que parecía la sala era muy linda. No me di cuenta que mis padres ya habían parado el recorrido, yo seguía como tanto viendo mi alrededor, hasta que sin querer, mi torpe pie izquierdo choco con el derecho y me caí al suelo, sintiendo lo frio del mismo en mi rostro y este un poco adolorido. ¡¿En serio Dios?! ¿Justo hoy tenia que pasar mi primer vergüenza de la semana? —¡Hay por dios Flor! ¿Estas bien querida? — la señora Evans fue quien, por su rara forma de pronunciar español, me ayudo a levantarme del suelo mientras que mi rostro estaba rojo; y bueno… Creo que desde que pase una payasada así en mi vida, nunca había tenido el rostro tan caliente, y por lo que era de suponerse, rojo, en mi vida, que de hecho se puso así cuando vi a tres chicos bastantes atractivos, todos de ojo claro, tez clara, sumamente calientes frente a mi. ¿Acaso era un delito tener pensamientos así con los chicos, y mas a mi edad? Bueno…según yo no, pero la verdad me valía un cacahuate, porque créanme que chicos calientes se quedaba corto a lo que seguía viendo. Uno de ellos estaba con sus brazos cruzados y parece que se quería reír de mi estúpida caída; el chico de en medio solo negaba con su cabeza y de igual amera quería reír, y el ultimo chico, el mas atractivo de todos, también había cruzado sus brazos mientras fruncia el ceño. —Perdón… yo no me fije muy bien. —No tienes de que preocuparte cariño, ¿Pero estas bien? — solo asentí mientras bajaba mi rostro al suelo que había recibido mi rostro; mas que anda lo hice, porque si los seguía viendo, mi rostro iba a explotar. La señora Evans seguía sosteniéndome de los hombros y parece no querer soltarme, algo que me pareció bastante extraño. —Chicos, les presento a mi amiga Lucia, este es su esposo León y su hija Flor­— los tres chicos solo dijeron un hola bastante coordinado en diferentes tonos— Luci, ellos son mis hijos John, Enrique y Christian. Ay no.. para variar tienen nombres bastante atractivos… —Un placer chicos— mi padre y mi madre saludaron. —Bueno, pasemos al comedor. En un momento llegara Felipe, síganme. Mi padre y mi madre estaban siguiendo a la señora Evans, y parece que se habían olvidado de mí, porque ahora yo estaba sola con los tres chicos calientes. En serio la vida me tratara peor por decir tanta babosada. El primero, John, solo me sonrió ligeramente y comenzó a caminar hacia donde habían ido mis padres; el de en medio, Enrique me observo por completo y sonrió mucho más, siguiendo los pasos de su primer hermano, hasta que solo quede con quien más guapo me parecía; Christian, que seguía con su rostro serio no se movió, yo quería suponer que me estaba dando el paso, como todo caballero, así que comencé a caminar hacia el pasillo que nos llevaría al comedor. —¡Oye! —me detuve en cuanto escuché su grave voz… ¡Dios! Si que era bastante atractivo en todos los sentidos. —¿Sí? — me voltee y me arme de valor para poder observar a mas detalle a este maldito dios. No me importaba si en estos momentos parecía tonta observando su cuerpo ancho y su rostro perfecto. Porque si amigos Flor Gutiérrez no iba a dejar pasar esta hermosa oportunidad —¿Te puedo confesar algo? Vi sus acciones y de inmediato entre en pánico. Este chico estaba caminando hacia mi… ¡ay, madre santísima! ¿Qué debo hacer? Este se acerco más, hasta que quedo a lado mío. Voltee lentamente mi rostro, hasta que vi el perfil de su rostro… Ay se veía mas atractivo así. De nuevo sentí mi rostro caliente, por lo que enfoqué de nuevo mi vista en el ventanal que daba al enorme jardín de la entrada. Todo lo que podía ver era bueno, con tal de no ver a este chico caliente… pero cuando sentí su aliento en mi oído ahí fue cuando mi yo se fue a la mierda… y mas con lo que dijo… Porque para ser el mayor insulto que un chico que me había dicho, para mí fue el flechazo para que me gustara desde ahora. —Pareces monja de convento Florecita…

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