KEIRA.
—¡Amor! ¡Amor!.— Jayden llegó hasta donde estaba ella. —Ya estoy listo.—Se colocó a su lado.
Alexander apretó sus manos en puños.
Para keira no pasó desapercibido tal acto, siento un escalofrío recorrer su cuerpo.
Jayden observó sin entender al hombre que estaba frente suyo, era tan despistado que no se había dado cuenta de semejante persona.
—Hola, ¿Se te ofrece algo?— Preguntó para después mirarlo con sorpresa. —¿¡Tu eres bestia, verdad!?- Preguntó sin ocultar su emoción.
Alexander lo miro con una ceja alzada.
—¡Estuviste increíble haya dentro hombre.!— Jayden soltó un halago sin notar la tensión que se sentía en el aire.
—¿Eso crees?— Preguntó con sarcasmo el cual solo lo pudo notar keira quien sentia que su voz se había esfumado provocando que no pudiera decir ni una sola oración.
—¡Si, hombre! ¡Eres un gran peleador! ¿Podríamos tomarnos una foto contigo?— Preguntó, buscando su celular en su bolsillo pero fue detenido por keira quien tenía su mano en su brazo.
—Cariño, no creo que debas pedirle eso el tiene que ir se ya.— Dijo sin saber de donde había sacado el valor de hablar. —Sera mejor que nosotros también hagamos lo mismo.— Pidió o más bien rogó.
Jayden la miró para después asentir.
—Tienes razón, además tenemos que ir por nuestra pequeña niña.— Hablo, tomando la mano de su novia. —Tal vez en algún otro momento puedas permitirnos tomarnos una foto contigo.— Le dijo a la bestia quien mantenía su mandíbula apretada en un intento de contener la furia que lo estaba envolviendo.
—Claro, tengan por seguro que nos volveremos a ver.— Hablo con fingida calma. Keira sabía que aquellas palabras habían sido una amenaza.
—Asi será, bueno nos vemos.— Se despidió Jayden, abriéndole la puerta de acompañante a keira quien ingresó sin mirar a Alexander.
Cuando el contrario ingreso encendió el auto para marcharse, dejando a Alexander quién observaba con furia como se marchaban.
Una hora después.
La pequeña Emily dormía plácidamente en su habitación mientras keira salía de ducharse.
Jayden se encontraba sentado en la orilla de la cama mirando su celular.
Keira se acercó a él, en las manos traía una toalla la cual usaba para secar su cabello en ese momento.
—Cariño.— Lo llamo.
—¿Que pasa amor?— Dejo el celular en la cama para dar unas palmadas en su regazo. No era tonto había notado el cambio tan drástico de humor que había tenido su novia, cuando llegaron a casa tan solo tomo a Emily en sus brazos para encerrarse en la habitación de la pequeña, saliendo dos horas después.
Keira soltó un suspiro para dejar la toalla en la silla que había en la habitación, se acercó a Jayden tomando asiento en sus piernas.
—¿Me dirás qué sucede?— Preguntó jayden rodeándola con sus brazos.
Keira no respondió tan solo paso sus brazos por su cuello escondiendo su rostro.
—Vamos amor, dime qué pasa.—Intento animarla.
La habitación se mantuvo en silencio algunos segundos hasta que que keira se armó de valor para hablar.
—El peleador de esta noche, el hombro del estacionamiento es Alexander.— Murmuró con voz casi audible.
Jayden se mantuvo en silencio procesando lo que había dicho su novia.
—¿No me digas que bestia es ese Alexander de tu pasado?— Preguntó sintiéndose tonto por no a verse dado cuenta antes.
Keira se separó para mirarlo al rostro.
—Si, es el.— Su voz tembló. Pasó sus manos por su rostro.
—¡Mierda que verguenza!— Exclamó frustrado. —Ojala me hubiera dado cuenta antes así no abría actuado tan... tan así como lo hice.— Dejo caer su cuerpo en la cama.—Debi de a ver actuado serio o rudo.— Se quejó. Provocando una corta risa en keira.
Su novio se veía tan tierno y gracioso haciendo tal berrinche.
—¿Entonces el niño que estaba a su lado en el ring es Nicolás?— Pregunto a un acostado.
—Si, es Nicolás.— Respondió sentándose ahora en la cama.
—Cuando vuelva a ver a ese sujeto le rompere la cara.— Gruñó.
Keira negó.
Se levantó para subirse encima de su novio pasando ambas piernas a cada lado.
—No creo que sea una buena idea cariño.— Habló. —¿Pero sabes en cambio que sería una buena idea en estos momentos?— Sonrió con inocencia.
—¿Tener sexo para animarme y olvidar lo patético que me vi enfrente de tu ex?— Cuestionó, agarrando su cadera. —Por que si es eso, me encanta la idea.—
Keira río al escuchar las ocurrencias de su novio.
—Olvidemos lo sucedido y mejor disfrutemos el momento.— Dijo para quitarse la blusa.
Sería una larga y divertida noche.
Al día siguiente.
—¿Entonces estarás con tu amiga?— Preguntó Jayden quien terminaba de vestirse.
Negó
—Solo iré a dejarle a Emily, quiero que pasen tiempo juntas. Tengo que darme a la idea de que pronto ya no la tendré más conmigo y aún que duela es lo correcto.— Hablo, mirando su reflejo.
—Es lo correcto. Emily necesita a su mamá, pero no debes estar triste por que la seguirás viendo crecer.— La ánimo. —Deberias ir a distraerte a algún lugar yo intentaré llegar lo más pronto posible ¿si?—
—¿Estás seguro que no necesitas que vaya? no creo que tengas que cargar solo con el comité de la universidad para obtener más tiempo y así poder quedarnos más días aquí.— Dijo sintendo culpabilidad.
—Tranquila amor yo lo resolveré. tu solo ve por un helado o aún parque. — Beso sus labios. —Tengo que ir me ya.— Se despidió.
Keira soltó un suspiro. Había terminado de arreglarse.
Un corset n***o junto con un pantalón del mismo color cubrían su cuerpo, al igual que un suéter tejido color café y unas botas negras.
Sin más tomo la mochila negra donde había metido algunas cosas de Emily y salió en su búsqueda.
La pequeña ya estaba vestida con una camisa de manga larga de flores y un vestido color café, se encontraba viendo sus caricaturas favoritas.
—Ven hermosa es hora de ir a ver a mamá.— Apagó la televisión para tomar a Emily en sus brazos. —Cada día pesas más.— Dijo regalándole una sonrisa.
Cuando tuvo todo listo salió de la casa.
Dos horas después.
Había dejado a la pequeña con su amiga, después de hablar un poco decidió que era hora de marcharse y así tuvieran tiempo de madre e hija.
Keira estacionó el auto cerca de un parque el cual conocía ya perfectamente.
Bajo admirando el lugar empezando a caminar.
—Todo se ve exactamente igual.— Pensó.
Siguió caminando, viendo a los niños jugar de un lado a otro.
Hasta que uno llamo su atención.
Aquel pequeño de seis años de edad se hayaba sentado con la mirada perdida.
El corazón de keira latió rápidamente al reconocerlo.
Con pasos cuidadosos se acercó.
—¿Nicolás?— Lo nombró.
El niño alzó la mirada.
************
¿"La luna ya te contó lo mucho que te extraño"?