Matrimonio infeliz con el CEO

En ocasiones el tiempo parece detenerse, cuando las cosas no salen como esperabas, prefieres vivir en los recuerdos de lo que duró lo bueno. Así es como me siento desde hace un par de meses, viviendo de los recuerdos de lo que venía siendo nuestra relación desde antes de casarnos, desde aquel día algo cambió, incluso aunque apenas fuera el comienzo de todo lo que se avecinaba, lo vi en tu mirada. La esperanza se apoderó de ti, el recuerdo del día en el que todo cambió para ti volvió y te aferraste a aquello, lo que ya creías superado, lo que pensabas que habías logrado dejar atrás, que nunca volvería a atormentarte, estaba de regreso. Fue entonces cuando me di cuenta de que tal vez no estabas tan enamorado como creías, de que quizá nosotras fuimos el consuelo al que te aferraste cuando ellos se marcharon y muy en el fondo, quiero admitir que lo sabía. Melián, ella siempre había sido la mujer de tu vida, la mujer con la que veías un futuro incluso antes de tenerlo y cuando nuestra locura comenzó, yo lo sabía mejor que nadie, no esperaba ocupar ese puesto que ella había dejado al morir. No esperaba un anillo en mi dado, ni vivir juntos, mucho menos ser una gran familia, pero tú metiste eso en mi corazón, me entregaste las alas y me enseñaste a volar. Ninguno de los dos esperábamos que esto sucedería, tú en estos momentos vives de ilusiones, crees que ella está con vida, yo, yo vivo en el mundo real, vivo sabiendo que existen personas que quieren verte destruido y estoy segura de que esto es un artilugio por parte de su padre. —Azure —me llamó Ezra colocando una mano en mi hombro. Levanté la mirada, sostuve mi vaso con un poco más de fuerza y mi mandíbula se tensó. Veía en su mirada la pena, la culpabilidad, como si estuviera sentada en un sofá al lado de la chimenea bebiendo por no poder soportar la situación. —¿Qué quieres? —me atreví a preguntar con los ánimos por el suelo, en ese tono pesado que me acompañaba tan seguido últimamente. —Necesitamos hablar de esto, no puedes seguir bebiendo todos los días, estar en otro planeta cuando nuestras hijas también dependen de ti —se atreve a decir con sus labios titubeantes. —Mira Ezra, tú no tienes por qué reclamarme nada, me la paso horas trabajando, me ocupo de las niñas, mientras tú te la pasas encerrado en esa oficina, ni siquiera has aparecido por el trabajo, ¿a quién crees que le toca dar la cara ante tu padre e inventar millones de excusas? —le respondo con una media sonrisa burlona. —No estamos hablando de mí, esto es por el bienestar de Cloe y Hilda —espeta un poco molesto. Y aquí vamos de nuevo, termino de beber el contenido de mi vaso para comenzar a escuchar su repetitivo discurso de mierda. —… Eres su madre —agrega a todo el discurso a lo que rodeo los ojos. —Y tú eres su padre Ezra, pero ahora mismo parece más Archer su padre, que se las viene llevando entre semanas para que pueda tener un tiempo de relajación por todo el trabajo que estoy haciendo y que al parecer no logras ver —le reclamo de brazos cruzados— No estás siendo justo. —Parece que lo que verdaderamente te molesta no es que no esté tan pendiente del trabajo, admite que la verdadera razón es que te afectó demasiado la conversación de la última vez —termina por decir con amargura. Sus palabras fueron como aguijones atravesando mi cuerpo, ¿por qué? ¿Por qué volvía a recordarme sus palabras de la última vez sabiendo cuánto me dolieron? … Cloe y Hilda estaban mirando la televisión, yo estaba haciendo el intento por encender la estufa para poder calentarnos, cuando de repente Ezra me tomó por la cintura y una sonrisa apareció sobre mis labios. —Anda, deja que te ayude, es demasiado papel, vas a encender fuego toda la casa —bromea con una sonrisa aun sosteniéndome. Se quedó en aquella misma postura mientras lo encendía, de repente una llama apareció, ambos cruzamos miradas y sonreímos. De repente las niñas se giraron para mirarnos, Cloe sonrío y Hilda se puso de pie para venir corriendo hacia nosotros con su rostro iluminado de felicidad. —Mamá, ¿podemos tomar chocolate caliente? Me encanta cuando estamos junto a la estufa —pidió con sus manos juntas. —Será en un momento hija, primero quiero tener una conversación con su madre, les prometo a ambas que luego me voy a encargar del chocolate —las miró a ambas que asintieron. En esos momentos me levanté junto a Ezra, bastó con que me mirara para darme cuenta de que algo no estaba del todo bien, no entre nosotros, entre ambos las cosas marchaban más que de maravilla. Sin embargo, parecía que en su interior había algo que necesitaba dejar salir, así que caminamos hasta el despacho, Ezra cerró las puertas a mi paso, nos sentamos en un sofá y él me tomó de las manos. —Escucha Azure, preferí hablar de esto en un sitio más privado porque no quería que las niñas fueran a escucharnos, pero hay algo importante que quiero decirte —relame sus labios y puedo notar el nerviosismo apoderarse de su cuerpo inquieto. —Podemos hablar de lo que sea Ezra, sabes que siempre estoy aquí para ti, ¿qué es lo que está sucediendo? —pregunté con el ceño arrugado. —No he dejado de darle vueltas al asunto, sé que lo hablamos aquel día, que me diste tu pensar de lo sucedido, pero no dejo de pensar que Melián y mi hijo están vivos, que pueden estar en cualquier sitio, que no estoy haciendo nada por encontrarlos —observo en su mirada la angustia apoderarse— Tomé la decisión de que voy a contratar a un detective y que voy a poner todo de mi parte para poder encontrarlos si están vivos. —¿Ya lo decidiste y me lo estás comunicando? —me atreví a decir en un hilo de voz. —Lo decidí y ya lo hice, contraté al detective en la mañana —informa en un elido tono de voz. —¿Por qué decides seguir haciéndote daño con lo mismo Ezra? —pregunto en un quiebre de voz— Sabes que todo esto es ocurrencia de ese viejo lunático, primero su madre secuestra a nuestras hijas, se mató ante mis ojos, ahora su padre, que intenta arruinar nuestra felicidad y tú se lo vas a permitir. —No lo estás entendiendo Azure, aquel día en el hospital, yo perdí mucho, perdí uno de los pilares más importantes de mi vida y no me importa si no estás de acuerdo con esta decisión que estoy tomando, si tengo la oportunidad de recuperar lo que perdí lo haré y te tocará aceptarlo —sentencia poniéndose de pie. —¿Me estás diciendo que estás dispuesto a recuperar eso que perdiste a cualquier costo? ¿Incluso si el costo de recuperar eso es nuestro matrimonio? —pregunto mordiendo mi labio inferior. —No tiene que ser de ese modo, pero si te niegas a apoyarme, sacrificaré lo que sea necesario —al decir las últimas palabras pasa por la puerta, dejándome allí sin oportunidad de decir nada más. … Regreso a la realidad cuando veo a Ezra hacer una mueca y negar, me saca el vaso de la mano, se inclina ante mí para mirarme directo a los ojos. —Solamente me hace falta tu apoyo Azure, si mi hijo está vivo quiero encontrarlo, quiero conocerlo, escuchar su voz, únicamente te pido que me entiendas —su voz flaquea y veo su rostro pálido más de cerca para darme cuenta de que no solamente yo la estoy pasando mal con la situación. Mi mente me pide que sea un poco menos severa, pero también le estoy tratando de proteger, si esto realmente es como yo creo, entonces se va a dar un golpe que le va a dejar una cicatriz inolvidable en el alma, de igual manera esa insistencia con la cual intenta buscarlos me provoca inseguridades. —¿Estás seguro de que solamente estás así porque quieres encontrar a tu hijo? Déjame decirte Ezra, que yo sigo viendo en ti a aquel hombre que estaba intentando recuperar a su primer amor, que estaba loco por aquella mujer y que hubiera hecho lo que fuese por ella —sentencio. Veo sus ojos abrirse de sorpresa, se queda paralizado como si estuviera pensando una respuesta ante mis palabras, pero eso ya para mí fue una respuesta. Si verdaderamente Ezra hubiera superado a Melián no vacilaría, de inmediato hubiera negado mi insinuación, me hubiera llamado loca, pero no lo hizo, se mantuvo en silencio. —No digas nada, pienso que lo mejor será que me busque un apartamento y me mude Ezra —lo aparto para ponerme de pie. —No Azure, no debes hacer algo como eso, es muy precipitado —asegura negando. —Para nada, no me voy a sentar a ver cómo terminas de desgastar nuestro matrimonio, como la sigues buscando desesperado, no pienso quedarme a esperar que tu sueño se vuelva real, que si así llega a ser serás tú quien se marche —una sonrisa llena de tristeza se apodera de mi rostro— No me voy a quedar como segunda opción, si tu plan A falla, no tendrás al B esperando.