Laura.
Odio el clima húmedo de Puerto mar, pero el lugar es hermoso, el sonido de las gaviotas, de las olas rompiendo en el muelle, los barcos anunciando su llegada al puerto, todo eso me encanta, el olor a agua salada, el sonido del mar, me tranquilizo y pienso que lo pegajosa que queda mi piel puedo quitármelo con agua y jabón.
Ojala pudiera quitarme con agua y jabón la sensación de los labios del gorila sobre mis labios, su olor hizo que se humedecieran mis bragas, como me cargó con sus brazos fuertes, es un hombre muy atractivo, no puedo negarlo. Me apetecía probar sus labios, estar ebria era una excusa perfecta para hacerlo.
Alto, de cabello n***o, pile trigueña, ojos color caramelo, labios definidos y rellenos, nariz fina a la vez varonil, ese corte de cabello que lo hace ver como un hombre rudo, lleva el cabello rapado con la parte de arriba con más cabello que es liso y lo engomina en un peinado sexi. Si no fuera el guardia de seguridad me lo follaría, pero es el guardia de seguridad así que me conformo con fantasear con él y humillarlo por atreverse a tocarme y mirarme como lo hace ¡Cochino! Sé que me mira con deseo, como todos, pero él no puede permitírselo. Es nadie.
—Laura, ¿Quedaste contenta con el clip de la promoción?—pregunta el gerente de la campaña de marketing.
—Sí, solo el que es acá en Puerto mar, el de las oficinas es un asco, te dijera que lo hicieras de nuevo pero cambié de opinión, no lo quiero.
Su rostro se contrae, se ve preocupado.
—¿Qué no te gustó? Tenemos otras muestras.
—No quiero perder más tiempo. Hablemos de la gestión de los anuncios y el rediseño de la imagen corporativa para los 35 años de la compañía.
Aún sigue impactado por mi respuesta.
—Claro, nos gustaría que tu papá estuviera en el video de promoción y…
—No, mi padre no quiere saber nada de la vida pública, no va a aparecer en un video promocional que se reproducirá por todo el planeta, no seas idiota—espeto molesta.
—Entiendo, no entonces.
—Tampoco haremos nada con la descerebrada de mi hermana ¿Sabías que recibe productos de la competencia y los promociona en su canal de mierda?
Queda sorprendido, él había propuesto a Olivia como imagen de nuestra campaña porque estamos en boca de la prensa del corazón por ella.
—No sabía.
—Me lo dijo Sabrina, que es la única con cerebro en la familia después de mí, ella sabe que su hija es medio idiota, no me mal intérpretes, es mi hermanita y la quiero mucho pero es una inútil.
Él me mira incrédulo y yo quiero rodar los ojos, de repente veo a alguien parecido al gorila, me mente no me puede estar haciendo esto, pienso, miro de de nuevo en dirección a la puerta del restaurante y sí, es él, está de pie mirándome de forma desafiante. ¡Maldito loco!
Lo ignoro con toda intención, Alexa, mi asistente lo ha notado y no deja de sonreír como tonta en su dirección, sabe que a mí, es mejor que no me diga nada. Noté la mirada lasciva que ella le lanzó desde que lo vio. No es una mujer audaz con los hombres, este pareció interesarle pero que se baje de esa nube porque no dejaré que lo toque siquiera.
Alonso se levanta, nos despedimos con las instrucciones clara de lo que quiero y no quiero para el aniversario de la compañía. Es un gerente publicitario capaz pero me saca de las casillas a veces.
—Nos vemos entonces—me despido con cortesía. Él se aleja. James se acerca.
—No sabía que si ibas a dejar que viniera—comenta Alexa sin ocultar su emoción infantil.
La miro y tuerzo los ojos. Miro a James de nuevo.
—Disculpe la demora Laura. Ya estoy aquí—dice con ironía.
—¿Qué diablos haces aquí?
—Mi trabajo.
—No te quieras pasar de listo conmigo.
—Usted fue la que se quiso pasar de lista dejándome atrás ¿Qué tienes? ¿16 años? ¿Te crees una adolescente rebelde?—pregunta alzando la voz.
No puedo creer su insolencia, todos nos miran atentos y quiero cruzarle la cara con una bofetada, siento como la rabia se va apoderando de mis sentidos.
—Mira, te voy a aclarar una cosa sirviente: No me hablas así en privado, mucho menos en público, ridículo ¿Quién te has creído?
—Usted no se toma en serio su seguridad y me deja en ridículo, pierdo reputación, usted se pone en riesgo. Discúlpeme por haberle hablado así. No podré aceptar este trabajo si esa va a ser su actitud—dice con tono bajo.
—No necesito de sus servicios, ya se lo dije. Se lo dije a mi padre.
—Él insiste, él paga.
Bufo casi no me controlo ante su insolencia. Alexa nos mira con cara de preocupación. Pienso por un segundo que es mejor que me aguante al gorila unos días más, lo humillaré y me divertiré a sus expensas antes.
—De acuerdo, siento haberte dejado atrás, pensé que eras más listo, era una prueba.
Noto como reprime una media sonrisa. El muy idiota.
—La pasé entonces.
—No. Me dieron dos tiros mientras venia de camino a Puerto Mar a una reunión clandestina con un chantajista ¿Dónde estabas tú?, imagínate que muera. Ni te diste cuenta que no estaba en la compañía.
Su rostro se ensombrece y se bate malhumorado.
—La sigo—dice cortante.
Avanzo fuera del restaurante, él y Alexa me siguen de cerca. Le lanzó las llaves del auto y hago que Alexa me acompañe en la parte de atrás del auto, él toma las llaves y asume su papel de chofer. Alexa lo mira sin perderse detalle de su anatomía, le golpeo el brazo.
—No seas cochina, es el servicio—murmuro, pero parece que él ha oído, me mira por el retrovisor y sigue.
Alexa se ruboriza, sonríe y desvía la mirada, es una rubiecita linda de cuerpo exuberante, todos quieren con ella pero a ella nadie la parece suficientemente bueno, y va a venir a fijarse justo en el guardia.
—Bueno, pensándolo bien, al menos para que te quite la virginidad, así no pasas pena con otro, porque a tus 22 años aún eres virgen—digo en voz no tan baja.
El rostro de Alexa pasó de ruborizado a morado, parece que ha dejado de respirar y tuerce los ojos incomoda, ha clavado la cara en el vidrio de la ventana y yo no dejo de reír, James se mantiene impasible.
—¿A dónde vamos señora?
—Te dije que me llamarás Laura.
—Prefiero decirle señora ¿A dónde vamos?
Así que es orgulloso el gorila, pienso.
—Vamos al hotel Le Varone.
Asiente con la cabeza y conduce. Alexa se gira a verme por fin aunque sus ojos rehúyen los míos, me pasa la carpeta con la información del aliado que veremos. Afirmo con la cabeza mientras leo todo, un repaso rápido. Llegamos y James se baja abrirnos la puerta del auto, bajo yo primero y me giro para ver a Alexa humillada pasando junto a James, él le sonríe con amabilidad y ella le devuelve la sonrisa con timidez, se acomoda el cabello y le queda una sonrisa tonta en la cara. No me gusta.
Pasamos al lobby del hotel, hago contacto visual con la empleada del hotel que siempre nos atiende, nos conduce hasta el salón donde nos espera Américo Müller, al entrar se levanta, él junto con su equipo. Es un hombre atractivo, de unos 38 años. Me mira de arriba abajo con picardía. Miro a James que ha entrado al lugar con nosotras, se queda de pie junto a la puerta.
—Mi escolta—digo mientras lo señalo.
—Entiendo —dice Américo.
—Y mi asistente Alexa, con ella es con quien has estado conversando —le aclaro.
—Un placer conocernos por fin —dice con galantería. Es un hombre muy sexi. El rubor de las mejillas de Alexa me parece ridículo ya.
Nos sentamos en la mesa y nos atienden con bebidas y aperitivos. Ellos traen una presentación que proyectan en las pantallas. Después de veinte minutos, las luces se encienden de nuevo.
—¿Y bien? —pregunta Américo.
—Debo confesar que el proyecto de Tiendas Arrow en Puerto Mar luce genial en esa proyección, pero es un video, es solo una ilusión, esperaba ver números, proyecciones de mercado, pero muy bonito el video—digo sincera.
El rostro de Américo se contrae en una expresión de confusión pero asiente.
—Sí, eso, me dijeron que eras difícil de convencer, vengo preparado—dice, extiende en mi dirección una carpeta y proyecta una presentación en la pantalla.
Hay información sobre la población de Puerto Mar, número de visitantes y patrones de consumo, proponen hacer nuestras tiendas como un centro comercial grande donde haya otro tipo de diversiones. Los números son prometedores.
—Haré revisar esto, no me gusta la idea de salir de nuestro nicho de mercado, lo quiero grande, majestuoso pero simple, si después de mi revisión quedo satisfecha, podríamos estar haciendo negocios pronto—digo.
Américo sonríe y se felicita con su equipo. Continuamos hablando de los detalles, miro con disimulo en dirección de James y nuestros ojos se cruzan, él se mantiene serio y yo desvío la mirada.
—¿Almorzamos?—pregunta Américo.
—Sí, porque no, seremos potencialmente socios—sonrío con coquetería.
Ya en el restaurante James queda de pie muy junto a nosotros, solo quedamos en la mesa Américo, su socio Roberto un hombre también muy bien parecido, Alexa y yo. Ellos al tomar un par de copas se ponen más galantes de lo que su juicio les debería permitir.
—¿Te estás divorciando? —pregunta Américo con mirada picara.
—Sí.
—¿Sales con alguien?
—Sí
—Me gustaría…
—¿Ser mi socio o qué? No mezclo asuntos ¿sabes? deberías ser más prudente —digo cortante, su expresión es seria y asiente avergonzado.
Miro a James y sonríe de medio lado con suficiencia, me permito sonreírle con complicidad. ¿Por qué? No lo sé. Suspiro y sigo con mi comida.