Elena, con una mezcla de tristeza y compasión, observa a Annika. Sus ojos, reflejando la luz tenue de la habitación, parecen buscar algo más allá del reflejo superficial. Elena sonríe y toma su mano y la lleva frente al espejo. Annika se mira en el espejo nuevamente, esta vez con una nueva perspectiva. Elena espera que encuentre la belleza que trasciende lo superficial, la belleza que solo el corazón puede ver. — Annika ¡Fea! No, nada de eso, eres hermosa, tienes unos hermosos ojos, tu boca es pequeña y tus labios carnosos. ¿Por qué dices eso? —Es que siento que él no me ve como mujer atractiva ni apetecible. Es bueno conmigo, pero no me ve como una mujer seductora. —¿Qué te hace pensar eso? —Hasta Úrsula se dio cuenta de que nosotros no tenemos intimidad. —Esa chica es insolente. —E

