Ramón se levantó de su silla y se dirigió hacia la puerta. —Tienes razón, hija. Vamos a enfrentarlas ahora mismo —dijo, con determinación. Padre e hija caminaron juntos por el pasillo hasta llegar a la sala principal, donde Sabine y el ama de llaves estaban conversando. Al ver la expresión en el rostro de Ramón, Sabine se puso de pie, preocupada. —Ramón, ¿qué sucede? —preguntó, tratando de mantener la calma. —Sabine, sé todo lo que hiciste. Sé que tú y el ama de llaves son responsables de la muerte de Anna —dijo Ramón, con voz firme. Sabine palideció y el ama de llaves dio un paso atrás, sorprendida. —¿De qué estás hablando? Eso es una locura —respondió Sabine, tratando de negar la acusación. —No mientas. Tenemos pruebas —dijo Úrsula, mostrando la USB—. No puedes seguir aquí. Quiero

