Úrsula, escondida tras una columna, máquina cómo separar a su hermana. Le da asco verla feliz. —¿Con qué propósito has venido aquí? — pregunta Elena, Úrsula brinca sobre sí misma del susto y llevándose la mano al corazón. —Vieja arrastrada, me has sacado un susto. —Siempre tan impertinente —dice Elena. —¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? Eres una simple sirvienta con sueños de superioridad. —Se equivoca, ya no soy su sirvienta. Ahora estoy con la señora Annika. —Eres tan traicionera que te atreves a faltarme el respeto. —Regrese a su casa mejor y deje a la señora en paz. —¿Quién eres para hablarme de esa manera? Conoce tu lugar. —No entiendo por qué se comporta mal. Su madre la amaba mucho y usted nunca fue a verla. —No te hagas la víctima, bien sabes lo que mi madr

