Paso esa semana llena de pasión entre los recién casados, algo que él anhelaba al llegar la tarde, sus llegadas cada vez eran más temprano, y en cuanto sentía los brazos de ella alrededor de su cuello para darle la bienvenida, perdía el control. Hacían el amor antes de la cena y después comían encerrados y reían por todo. Por esos momentos hasta a Christoph se le olvidó que todo era falso. La dedicación de Annika a su hogar no pasaba desapercibida para Christoph. Cada tarde, al regresar, encontraba en cada rincón de la mansión el toque personal de su esposa, convirtiendo un espacio imponente en un refugio cálido y acogedor. Era ese ambiente de hogar lo que Christoph comenzó a anhelar durante sus largas jornadas laborales. La idea de volver a su encuentro, ver la sonrisa de Annika y la pa

