Mientras tanto, el tiempo avanza, en su mente, Annika se prometió que encontraría un momento para arreglarse ella misma. Aunque la fiesta era para Úrsula, Annika también quería sentirse parte de la celebración. Y aunque su hermano tenía razón, Úrsula era la importante esa noche, Annika siente que también tiene derecho a disfrutar de la fiesta.
—¡Hermana, sabes que hoy vendrá mi novio!
—¿Mi padre lo permitió? Pensé que eras demasiado joven para ese tipo de relación.
—Ya tengo su permiso. Me enamoré a primera vista y él de mí. Mi padre me complace siempre.
—Cuando tenía tu edad nunca me dejo tener un novio, tienes suerte.
—Es que mi padre sabe que él es un buen partido.
—Me alegra. Yo también ya tengo novio, ahora.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿En qué momento? —saco a Úrsula de onda. Se dio la vuelta para mirarla.
—Sí, es cierto —respondió Annika con una sonrisa—. Conocí a alguien especial hace un tiempo. No quería decir nada hasta que estuviera segura. —mintió, aunque por primera vez quería presumir algo delante de su hermana.
—¿Y por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Úrsula, su sorpresa, dando paso a la curiosidad.
—No quería que te preocuparas por mí en medio de todos los preparativos de tu fiesta. Pero ahora que lo mencionas, él también vendrá a la fiesta esta noche. Lo conocerás hoy.
—¡Eso es genial! —exclamó Úrsula, su rostro iluminado por la emoción, aunque en su interior estaba molesta—. No puedo esperar para conocerlo.
—Estoy segura de que te caerá bien —dijo Annika, sintiéndose aliviada por la reacción positiva de su hermana—. Pero ahora, volvamos a lo importante. ¿Necesitas ayuda con tu maquillaje?
Con eso, las dos hermanas volvieron a los preparativos del arreglo de Úrsula, pero ahora con un nuevo tema de conversación y emoción. A pesar de todo, parecía que la noche iba a ser aún más especial de lo que había imaginado.
—Ya estás lista, ahora me iré a arreglar yo.
—Si ve a arreglarte, yo espero que los invitados lleguen para bajar.
Annika entra a su habitación, ella le había mandado una invitación a Dominik, no recibió contestación de que si asistiría, por eso mantenía sus dudas. Le gusto presumirlo como su novio ante su hermana. Se dedicó a buscar qué ponerse, casi no tiene vestidos de fiesta, en ese momento se dio cuenta de que tenía tiempos de no salir de compras. Todo lo que poseía consistía en dos atuendos antiguos de moda y una tela desgastada.
—¿Qué me pongo? No puedo aparecer ante Dominik con estos vestidos viejos.
—Señorita, puede abrir la puerta. —Elena toca insistentemente.
—Entra, Elena, ¿qué pasa?
—¿Ya eligió que ponerse?
—Todavía no, la verdad no tengo un vestido decente que ponerme, los que tengo son pasados de modas.
—Me lo supuse. Abra la caja.
—¿Qué es esto?
—Ábrala…
—Está bien —dijo Annika, tomando la caja de las manos de Elena. La abrió con curiosidad y su rostro se iluminó al ver lo que había dentro.
—¡Es un vestido! —exclamó, sacando cuidadosamente el hermoso vestido de la caja. Era de un color azul oscuro, con detalles brillantes que capturaban la luz de la habitación.
—Sí, señorita. Su madre pensó que podría necesitar algo nuevo para la fiesta. Es de la última colección del diseñador favorito de la señora —explicó Elena, con una sonrisa en su rostro.
—Es perfecto, Elena. No puedo creer que mamá haya pensado en esto —dijo Annika, admirando el vestido. A pesar de sentirse un poco desplazada en la fiesta, este gesto de su madre la hizo sentir especial.
Con una sonrisa en su rostro, Annika se dirigió al baño para prepararse para la fiesta. Aunque la noche era de Úrsula, ahora tenía algo que la hacía sentir emocionada también. Elena se quedó para ayudarle con la preparación, por órdenes de su madre dijo que la dejaran preciosa. Puso las joyas que su madre selecciono para ella.
Cuando terminaron de arreglarla, se veía como una princesa de cuentos de hadas, Elena hasta se le cristalizaron los ojos, la conocía desde que nació y ahora es una flor en su mejor momento. Annika se miró en el espejo, apenas reconociendo a la mujer que la miraba desde el reflejo. Su vestido, una obra maestra de seda y encaje, se ajustaba a su figura como si hubiera sido hecho solo para ella. Las joyas que su madre había seleccionado brillaban con un resplandor suave, añadiendo un toque de elegancia a su apariencia.
Elena, con los ojos aún cristalizados, le entregó un pequeño ramo de flores. Eran las favoritas de Annika, recogidas esa misma mañana del jardín. Annika las tomó, sintiendo cómo el aroma familiar la calmaba.
“Estás lista”, dijo Elena, su voz llena de orgullo y emoción. “Vamos, la fiesta te espera.”
Con un último vistazo a su reflejo, Annika asintió. Tomó un profundo respiro, dejando que la emoción del momento la llenara. Luego, con una sonrisa radiante y el ramo en la mano, salió del baño y se dirigió a la fiesta.
La noche era de Úrsula, pero Annika también tenía algo que celebrar. No solo era una princesa de cuentos de hadas, sino que también se sentía como una. Elena, a su lado, le susurraba que se divirtiera, que era el deseo de su madre. Ella asiente, Úrsula, al darse la vuelta, quien hasta este momento disfrutaba la fiesta, se le borró la sonrisa al ver a su hermana que brillaba más que ella.
En ese momento cerro sus manos en puño, busco con la mirada a su padre y se fue apresurada hacia él, su rostro reflejando tristeza.
—Padre, ya viste a Annika, me está quitando mi momento.
—¿Qué? —el padre al ver a su otra hija comprendió el malestar de su hija pequeña.
—Tú te ves más hermosa. No le pongas mente a tu hermana.
—Pero todos la ven a ella y elogian a ella, ya no quiero esta fiesta. Ella lo hace por molestarme.
—Tranquila, ya voy a despachar a tu hermana. Sigue disfrutando tu cumpleaños —le besa la frente y camina hacia su otra hija.
—Gracias, papito.
“Que hermosa la hija mayor” Murmuraban las personas. Eso molestaba a Úrsula. Ramón con un toque de molestia se acercó a su hija mayor, la tomo del brazo y la llevo a un rincón del salón.
—¿Qué pretendes? ¿Cómo te atreves a presentarte vestida de esa manera?
—No comprendo
—¿Por qué te vistes con ese vestido, esta es la fiesta de tu hermana, no la tuya?
—¿Qué tiene de malo?
—Arruinas el momento de tu hermana.
—Yo no arruino nada, no entiendo, yo también soy tu hija y visto conforme la ocasión.
—No se trata de eso, ve y cámbiate de ropa o vete para tu dormitorio y te quedas ahí hasta que termine la fiesta.
Annika miró a su padre, sorprendida por su reacción. Nunca había visto a Ramón tan molesto.
—Papá, no entiendo por qué estás tan molesto —dijo, tratando de mantener la calma—. No hice nada para arruinar la fiesta de Úrsula. Solo me vestí para el momento, como todos los demás.
Ramón frunció el ceño, claramente frustrado. —No es solo la ropa, Annika —dijo finalmente—. Es tu actitud. Parece que estás tratando de robarle el protagonismo a tu hermana.
Annika se quedó sin palabras. Nunca había tenido la intención de opacar a Úrsula. Solo quería disfrutar de la fiesta como cualquier otra invitada.
—No fue mi intención, papá —dijo finalmente—. Si te molesta tanto, me cambiaré de ropa. Pero quiero que sepas que no estoy tratando de robarle el protagonismo a Úrsula. Únicamente estoy tratando de ser yo misma.
Con eso, Annika se dio la vuelta y se dirigió a su habitación. Aunque estaba herida por las palabras de su padre, sabía que lo mejor era evitar más conflictos. Después de todo, la noche era de Úrsula, y no quería hacer nada que pudiera arruinarla aún más. Las lágrimas salían sin pedirlas.
—Mi niña que hace aquí. —entra Elena, se le partió el corazón verla de esa manera.
—Que bueno que vienes, ayúdame a quitarme el vestido.
—¿Pero por qué?
—A mi padre le molesta verme bonita. Además, es el momento de Úrsula, no sé en qué estaba pensando al vestirme de esta manera.
—Señorita… —el ama de llaves no sabe qué decir en ese momento. Ve cómo la joven se derrumba.