Se encontraba en un torbellino de emociones y revelaciones. La carta de su madre era un faro de amor en la oscuridad de la traición y el engaño. La sospecha sobre la enfermera y la amante de su padre añadía una capa de misterio y peligro a la ya tensa atmósfera de la mansión. —Mi madre pensó en mí hasta el último día de su vida, me arrepiento no haberme quedado con ella todo el tiempo —murmuró Annika, su voz, un susurro cargado de amor y pérdida. —Ella fue consciente de todo lo que pasaba en la casa, sabía de lo mucho que usted hacía para estar con ella. —respondió Elena, su tono lleno de respeto y admiración por la difunta matriarca. —Elena, hay que revisar la maleta, quiero que vayas a un laboratorio que te den detalles de cada medicamento que le pusieron a mi madre —la determinación

