Compañeras
Drage observaba el salón, aún adaptándose a la atmósfera cálida y luminosa del castillo del dragón dorado, cuando una risa suave y melodiosa llamó su atención. Al voltear, encontró frente a él a una joven mujer de ojos resplandecientes y cabello rubio dorado que caía en suaves ondas. Su expresión era amistosa y su sonrisa irradiaba una familiaridad que lo desarmó de inmediato.
- Hermano Drage, qué placer conocerte al fin - dijo, inclinándose con una elegancia natural - Soy Émer, la compañera de Kean… o, como me gusta decir, tu cuñada. Todos en la familia han esperado este momento y creo que soy la primera en tener el honor de recibirte.
Drage la miró, desconcertado por la calidez con la que lo recibía. Había estado tan acostumbrado a la formalidad y a la distancia, a esa reverencia teñida de cautela que solían mostrarle por ser un dragón, que no supo cómo reaccionar al principio.
- Es… extraño oír a alguien llamarme cuñado - admitió, con una sonrisa torpe que intentaba ocultar su sorpresa - ¿De verdad no te preocupa que tu esposo y su familia sean dragones?
Émer soltó una risa suave y relajada y negó con la cabeza, como si la pregunta le pareciera de lo más absurda.
- ¿Preocuparme? Para nada - respondió con un brillo divertido en los ojos - Ser parte de esta familia es lo más maravilloso y fascinante que me ha ocurrido. Es un honor y, debo decirlo, una gran aventura ¿Quién no querría tener una familia como esta? - le dijo indicándoles y a los elfos presentes y luego lo miró con curiosidad, inclinando la cabeza con una dulzura y seguridad que solo podía venir de un amor genuino - Además, cada uno de ustedes es especial por derecho propio, y me siento increíblemente afortunada de poder compartir la vida con ustedes.
Drage, sorprendido por sus palabras, no pudo evitar mirarla con una mezcla de respeto y algo cercano a la admiración.
- Nunca pensé escuchar algo así de alguien que no es un dragón - admitió, su voz llena de honestidad - Eres valiente, pequeña Émer y… gracias por recibirme con tanto cariño. A veces, no sé si puedo ser parte de todo esto, pero creo que ahora entiendo por qué mi hermano te eligió.
Ella le sonrió de nuevo, esta vez con una calidez que parecía envolverlo por completo.
- No hay nada que temer, Drage. Eres familia, y este es tu hogar también, si así lo deseas - Hizo una pausa y le lanzó una mirada traviesa - Ahora, lo que sí debes temer es conocer a tus otros hermanos. No pueden esperar para verte y todos tienen sus propias historias que compartir contigo.
Drage asintió, aún procesando el sentido de pertenencia que ella le ofrecía sin reservas. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que quizás, solo quizás, el futuro podría ser un lugar donde pudiera encontrar algo más que soledad.
Drage miró a Émer con cierta seriedad en sus ojos, como si hubiera estado guardando sus pensamientos y sentimientos hasta el momento adecuado, y ahora ese momento había llegado.
- Émer, viajé hasta aquí porque necesito tu ayuda - dijo, sin rodeos - Tengo que ir a buscar a mi compañera, pero… no sé casi nada sobre cómo funciona la conexión entre nosotros.
La joven le ofreció una sonrisa comprensiva, su mirada cálida y atenta. Le tomó unos instantes procesar la carga emocional que él llevaba; sabía que no era fácil para Drage, quien parecía siempre tan fuerte y reservado, admitir que se sentía inseguro.
Caminó hacia un sofá llevándole con ella y Drage obedeció en silencio cuando la joven le indicó un sofá para que se sentara a su lado.
- La conexión es algo profundo y único - respondió ella, con dulzura - No puedo decirte exactamente cómo será con ella, porque es algo que solo ustedes dos pueden descubrir juntos - Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas - Pero te diré algo que me ayudó cuando descubrí mi vínculo con Kean: debes confiar en lo que sientes, no solo en lo que sabes.
Drage frunció el ceño, como si intentara captar la esencia de sus palabras, mientras su mente intentaba procesar lo que significaba.
- ¿Y qué pasa si… si ella no siente lo mismo? - preguntó, casi en un susurro - La princesa… no me conoce y soy un dragón de casi mil años. ¿Cómo podría vernos de otra forma que no sea como extraños?
Émer lo miró con compasión y, al mismo tiempo, una fuerza que emanaba desde su propio vínculo con Kean. Dio un paso hacia él, poniéndole una mano en el brazo, en un gesto reconfortante.
- Drage, si ella es tu compañera, no habrá manera de que te vea como un extraño por mucho tiempo. La conexión es una fuerza que no depende de cuánto tiempo pasen juntos o cuántas palabras compartan. Si ella lleva la marca, eso significa que el vínculo ya existe, aunque ambos deban descubrirlo y darle forma. La clave será tener paciencia y, sobre todo, no tratar de protegerte manteniéndote a distancia. Dale una oportunidad para verte por lo que eres.
Drage dejó escapar un suspiro profundo, sus hombros relajándose mientras absorbía sus palabras. La idea de encontrar a su compañera lo hacía sentir esperanzado y, a la vez, terriblemente vulnerable. Pero, por primera vez, sintió que quizás podía confiar en la conexión, en el lazo que existía más allá de los años o la distancia.
- Gracias, Émer. Realmente necesitaba escuchar eso - dijo, con una pequeña sonrisa, más tranquilo - Prometo darle la oportunidad… y confiar en lo que siento.
Émer sonrió, dándole un pequeño apretón en el brazo antes de soltarlo.
- Entonces estás listo para encontrarla, Drage. No hay nada más poderoso que un dragón decidido a proteger a su compañera y dispuesto a dejar que ella también lo cuide a su manera. Ella está hecha para ti y te darás cuenta en cuanto la vayas conociendo. Eres el dragón n***o, el más poderoso...confía en que ella también lo es...
Drage asintió en silencio y observó a su hermano y a los demás quienes asintieron en acuerdo...
El era el dragón n***o y ella era su compañera...