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1809 Words
Los Comerciantes Llegan La escena era imponente. El cielo de la mañana se teñía con el primer destello del sol, dorando el horizonte mientras el dragón azul descendía hacia el gran patio frontal del palacio de Sax. Kavan, en su forma de dragón, brillaba con una intensidad vibrante, sus escamas iridiscentes reflejando el resplandor de la luz matutina. Sus alas desplegadas proyectaban sombras que cubrían el suelo mientras curiosos observaban su silueta. Con gracia, rodeó el palacio de Sax para luego posarse en el suelo, su fuerza reverberaba en el aire. Los humanos, nobles o sirvientes, quienes habían escuchado los rumores de la llegada del dragón, esperaban con cierta tensión en la postura, conscientes del poder que representaba un dragón de su envergadura. Kavan plegó sus alas lentamente, inclinando la cabeza en un gesto solemne. Con movimientos fluidos, redujo su forma hasta que finalmente quedó de pie como un humano alto y esbelto, cubierto en una capa azul oscuro que acentuaba el tono de sus ojos. A su alrededor, los presentes susurraban en voz baja, admirando la elegancia con la que el dragón se había transformado en un visitante aparentemente de su misma especie, pero sin perder ese aura de potencia contenida. Al mismo tiempo, un carruaje lujoso se acercaba al patio de entrada por la gran avenida. La estructura del carruaje era de un n***o intenso, adornada con detalles de plata que refulgían con un brillo frío y misterioso. Tirado por caballos tan oscuros como la misma noche, el carruaje emitía un aire de grandeza solemne y contenida, un contraste intrigante con la magnífica presencia de Kavan. Cuando el carruaje se detuvo, dos figuras descendieron primero: Colin y Thalias. Colin, vestido con elegancia, pero con una sobriedad digna de un asistente elfo, llevaba una túnica azul que caía con elegancia hasta sus tobillos. Su porte reflejaba una sumisión respetuosa, pero en su mirada había un destello de aguda percepción que los humanos no pasaron por alto. Todos los humanos sabían que, aunque un elfo se viera joven, podría tener cientos de años y no podían arriesgar una imprudencia. Thalias, por su parte, vestía con ropas de un n***o, el color de la noche más profunda. Su capa tenía bordados de plata que parecían reflejar el brillo de las hojas cuando les da el sol; su porte era sereno, casi imperturbable y aquellos que desconocían su naturaleza del elfo guerrero se sorprenderían al verlo adoptar el rol de asistente. Él, un custodio de los secretos del bosque se convertía en un m*****o del séquito de un comerciante extranjero, un cambio que no dejaría de intrigar a quienes observaban. Finalmente, del carruaje descendió Drage. Vestido de n***o, el aire en torno a él parecía cambiar con cada paso que daba. Sus ropas, cuidadosamente seleccionadas, eran sencillas, pero la tela de excelente calidad y los detalles en plata resaltaban su presencia. A pesar de que su atuendo se asemejaba al de un comerciante extranjero, la gravedad de su porte y la seguridad con la que se movía lo diferenciaban de cualquier mercader ordinario. La capa oscura caía sobre sus hombros y al caminar, se balanceaba suavemente, enmarcando su figura como si las sombras mismas lo rodearan. Aquellos que estaban cerca podían sentir un cambio en el aire, una tensión que solo alguien con una presencia fuerte como él podía generar. Su aura parecía absorber la luz a su alrededor, resaltando la fuerza latente en su interior y dándole un aspecto casi intimidante. Un murmullo de asombro recorrió la multitud de presentes que se habían congregado en los balcones y pasillos superiores para observar la llegada de estos extranjeros. Nadie osaba interrumpir, pero el asombro era palpable. Algunos guardias intercambiaron miradas, preguntándose si el hombre de n***o era realmente solo un comerciante. Su postura erguida y el peso de su mirada sugerían algo más profundo, algo antiguo y poderoso. Thalias, notando el asombro de los humanos, se acercó a Drage y murmuró en voz baja, como si intentara suavizar la atmósfera. - Recuerda, maestro, somos solo visitantes de paso. No necesitamos atraer la atención más de lo necesario. Drage asintió con un leve movimiento de cabeza, su expresión calmada, pero alerta. Kavan, quien ya había adoptado su apariencia de humano, observaba la escena con una sonrisa apenas perceptible, consciente del poder y respeto que Drage emanaba, incluso sin decir una sola palabra. Al ver a Drage, los humanos no pudieron evitar una mezcla de respeto y, en algunos, incluso de miedo. Había algo en sus ojos, en la fuerza contenida en su postura, que los hacía cuestionarse si era prudente recibir a un extranjero de tal calibre en sus tierras. Kavan observaba esta reacción con cierta fascinación. Él mismo era poderoso, pero la presencia de Drage parecía resonar en el aire, como un eco de tiempos antiguos. "Así que esta es la razón por la cual nuestros hermanos sienten esa conexión con él", pensó Kavan, recordando las palabras emocionadas de Marat. "Dan ganas de seguirlo sin dudar" Colin y Thalias avanzaron hacia el representante de la corte del rey Sax el que había venido a recibirlos. Ambos realizaron una inclinación de respeto y Colin, manteniendo el tono cordial que se esperaba de un asistente, hizo una presentación formal. - Saludos. Mi señor, Lord Kavan ha venido desde tierras lejanas para tratar asuntos de comercio y exploración. Trae consigo mercancías y sabiduría y espera recibir la hospitalidad de los humanos de esta ilustre corte. El representante del rey asintió cortésmente, observando a Kavan y sus acompañantes con ojos escrutadores. Aunque las palabras de Colin eran amables, el hombre parecía inquieto. Drage, consciente de la tensión, adoptó una expresión más neutral y dio un paso hacia adelante, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto. - Agradezco la bienvenida, consejero - dijo Drage con voz firme, pero tranquila - He escuchado sobre la sabiduría y grandeza de esta tierra y me honra estar aquí. He venido como comerciante y espero que nuestra presencia pueda ser tan pasajera como conveniente para todos. Lord Kavan me ha recomendado encarecidamente por que mis productos son del gusto de su majestad. Kavan, aprovechando el momento, dejó que una sonrisa diplomática cruzara su rostro y asintió en dirección a los elfos presentes, reforzando la idea de que ellos, él, aunque dragón y el comerciante, eran meros visitantes. Aun así, cada uno de sus movimientos, aunque calculados y cuidadosos, era observado con cautela. - Consejero - le dijo al hombre con una actitud indiferente - Conozco los gustos de su rey y ambos compartimos el aprecio por lo hermoso y brillante. El comerciante que he traído tiene exactamente lo que vuestro rey aprecia, pero si considera que mis gustos como dragón son inferiores...No hay nada que hacer y me retiraré con mis asistentes y el comerciante... El representante del rey, después de un momento de duda al verlo girar para marcharse, pareció relajar ligeramente su postura, aunque sus ojos continuaron analizando a cada uno de ellos. - Serán bienvenidos, siempre y cuando su estadía respete la paz de nuestra tierra. - He venido aquí antes... ¿Me has visto escupir fuego? - preguntó con afectación fingiendo toser para ver si salía fuego de su boca - Hasta tengo cuidado de no pisar las flores cuando aterrizo - miró a Colin preocupado - ¿Pisé alguna esta vez? - No, milord - dijo el elfo con tranquilidad - Su aterrizaje fue perfecto. - Oh, que alivio... - dijo el joven dragón suspirando más tranquilo. - Usted decide, señor - advirtió Colin - Si no nos deja entrar, tendrá que informar a su rey que echó al dragón azul de su reino. No creo que Lord Kean esté muy contento de escuchar eso y las rutas comerciales hacia Sax podrían verse afectadas... Thalias sonrió sorprendido ante las habilidades del maestro y su centinela fingiendo afectación y debilidad. Si hubiese sido Drage o el mismo, hubiese sido imposible siquiera cruzar las barreras de la frontera. Ahora entendía cuando su padre y Drage le habían dicho que debían aprovechar las habilidades de los demás. El consejero dudó y luego de meditar por algunos momentos, hizo un ademán hacia el palacio. - Permítannos escoltarlos hacia sus habitaciones. El rey querrá reunirse ustedes más adelante para discutir los términos de su estadía y ver sus productos. - Gracias, consejero - dijo Colin inclinándose para dejar pasar a Kavan primero y luego a Drage, quien fingía ser humano para luego seguirlos al interior. Mientras los guardias los guiaban hacia el interior del palacio, Kavan caminó cerca de Drage, sus ojos brillando con algo de emoción contenida. No podía evitar admirar cómo su hermano había logrado, con tan pocas palabras, impresionar incluso a los humanos. Había escuchado muchas veces sobre la fuerza que Drage exudaba, pero verlo en persona era completamente distinto. Cuando finalmente llegaron a una serie de habitaciones finamente decoradas, pero algo sobrias para la extravagancia de Sax, uno de los guardias les indicó que era allí donde se hospedarían. Cuando los guardias cerraron la puerta, Colin comenzó a desempacar algunas de las pertenencias y ropajes, pero el ambiente en la habitación estaba impregnado con una energía de expectativas y respeto hacia Drage. Él, consciente de las miradas de sus acompañantes y de los guardias que merodeaban en los pasillos, se giró hacia Kavan. - Lord Kavan, ¿Ha notado cómo los humanos han cambiado? Hace siglos, sus recibimientos eran menos formales, más sinceros. Kavan asintió, reflexionando sobre lo que había percibido en su trato. - Sí, parece que la guerra y las traiciones los han endurecido. La diplomacia ha vuelto su única coraza. No te lo dirán, pero muchos han olvidado el verdadero significado de nuestras alianzas. Tal vez estén demasiado concentrados en proteger lo poco que creen tener. Qué aburrido... Drage permaneció en silencio, mirando por la ventana hacia los jardines de la corte, donde los árboles ancestrales se alzaban como guardianes de un pasado que la mayoría de los presentes no entendía ni valoraba. Cada elemento de ese lugar le recordaba una época más noble, cuando las razas se unían por causas justas y compartían el conocimiento sin reservas. El dragón cerró los ojos para concentrarse en su compañera la que debía estar cerca, pero el no poder sentirla, lo frustraba. Sólo sentía sus emociones cuando era lastimada o eran intensas...Por una parte se alegró de no sentirla, eso le tranquilizaba ya que no estaba en peligro o sufriendo. - La veremos pronto, hermano...Ten paciencia... - le dijo Kavan acercándose a Drage. - Lo sé...sólo me preocupa no saber si está bien. - El rey nos llamara pronto...espera... Drage asintió mirando a su hermano para tranquilizarlo, en tanto Thalias, avivaba la pequeña fogata en la chimenea, un gesto simple, pero simbólico, que les recordaba que las cosas pequeñas precedían a las grandes.
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