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1891 Words
Forma de Dragón Drage caminaba al lado de Leoni, guiándola entre los árboles altos y el murmullo de las hojas movidas por el viento los acompañaba, hasta que la luz del sol se filtraba apenas en rayos finos sobre el suelo del bosque. El joven no hablaba mucho y, aunque sus pasos eran decididos, Leoni podía sentir la tensión en cada uno de sus movimientos. Algo en él parecía diferente, vulnerable, como si una capa de dureza se hubiera desmoronado para revelarle algo más profundo. - ¿A dónde vamos, Drage? - preguntó ella, intentando leer el misterio en sus ojos, pero el dragón solo le sonrió, aquella sonrisa suave que guardaba solo para ella. - Quiero mostrarte algo. - respondió, tomando su mano y ayudándola a sortear una raíz que sobresalía del suelo - Algo que es… parte de mí. Leoni le devolvió la sonrisa, aunque notó el nerviosismo que él intentaba disimular. Se adentraron en una pequeña apertura rodeada de helechos y arbustos, donde el bosque parecía envolverlos en un silencio denso. Drage se detuvo, soltando su mano lentamente y se volvió hacia ella con una expresión seria. - Leoni, - comenzó, su voz apenas un susurro - sé que ya has aceptado mucho de mí sin cuestionar, más de lo que jamás pensé que alguien podría aceptar… pero hay algo más. Algo que quizás sea la esencia de lo que soy. Ella lo miró, su corazón latiendo con anticipación. La idea de verlo en su verdadera forma, aquella que se ocultaba bajo la apariencia humana, era al mismo tiempo fascinante y un poco intimidante. Pero el amor y la confianza que sentía por él eran más grandes que cualquier incertidumbre. - Confío en ti, Drage, sea lo que sea. - dijo, con firmeza. Y en sus palabras, Drage encontró el valor que necesitaba. Él asintió y dio un paso atrás, inhalando profundamente. Lentamente, su forma comenzó a cambiar, a expandirse y transformarse. Sus rasgos humanos se desvanecieron, sus extremidades se alargaron y sus ojos se volvieron de un azul profundo. Sus alas enormes, negras como la noche, se desplegaron y su piel adquirió un tono oscuro, con escamas brillantes que parecían reflejar la luz en un resplandor etéreo. Frente a ella, ya no estaba el hombre al que había conocido, sino un ser de inmensa y salvaje belleza: el verdadero Drage, el dragón n***o. Leoni sintió cómo se le cortaba la respiración. Jamás había visto algo tan impresionante, tan abrumador y majestuoso. Cada escama, cada músculo de su forma verdadera exudaba una fuerza que parecía capaz de arrasar con todo a su alrededor y, al mismo tiempo, ella sentía la calma y la dulzura en sus ojos, el mismo amor que había visto en él desde que lo conoció. Drage se agachó frente a ella, doblando su cabeza hasta que su enorme hocico quedó al nivel de su mirada. Leoni dio un paso adelante, alzando una mano temblorosa y, cuando él no se apartó, la colocó sobre una de sus escamas, notando la textura cálida y rugosa bajo su piel. Un destello de felicidad apareció en sus ojos y el dragón cerró los suyos, entregándose a ese toque, vulnerable y confiado. - Eres… increíble. - susurró Leoni, conmovida, sin apartar su mano de su rostro y cuello, recorriendo las escamas oscuras con suavidad. Drage abrió los ojos y, aunque su rostro de dragón no podía expresar emociones humanas, Leoni sintió la calidez de su mirada y supo que él había esperado tanto este momento como ella. Con un estremecimiento que recorrió toda su forma gigantesca, él exhaló, liberando un suave resplandor de sus fauces. -Quería que vieras todo de mí, Leoni - su voz resonó en su mente, profunda y melódica, como el eco de un trueno distante - Quería que me amaras, no solo como el hombre que ves, sino como el ser que soy. Ella sintió una oleada de ternura que la llenaba por completo. En su mente, sus pensamientos respondieron con sinceridad, sabiendo que él escucharía cada palabra. - Te amo por completo, Drage. En todas tus formas. - ¿No me temes? - ¿Por qué debería temer de mi pareja, quien me protege y cuida? Altheas me dijo que, para un dragón, el vínculo es tan importante como su propia vida. Su corazón. -Tú eres mi corazón. El corazón de dragón sin el cual ya no puedo vivir... Leoni soltó una risita conmovida. -Si me dices esas palabras, me enamoraré más de ti, cariño... Los ojos de Drage se abrieron sorprendidos y su voz sonó cuidadosa en su mente. - ¿Cómo me llamaste? - Cariño... Eres el dragón que amo. Tienes todo mi amor y cariño. Tú lo eres...Tus palabras dulces me hacen amarte más. Eres muy romántico. - Los dragones somos intensos con nuestras compañeras. Todo nuestro ser está diseñado para protegerte, cuidarte, atenderte y darte placer. Toda nuestra fuerza y lo que somos es gracias a ustedes cuando estamos vinculados. Fuerza, habilidades, poder, vida...Todo eso es el regalo que nos dan... ¿No crees que es un tesoro demasiado valioso para no ser retribuido? Se supone que construimos nuestros nidos para ustedes. Nada debe faltarles, a ustedes y a nuestros huevos... - ¿Huevos? - preguntó confundida. -Si fueses una hembra dragón, mi semilla te haría concebir y dar a luz a un huevo de dragón. Con tu forma humana, mi semilla te dará un hijo con forma humana, pero podrá transformarse cuando crezca. - ¿Quieres tener hijos? - preguntó sorprendida. - ¿Tu no? - preguntó a su vez - Creí que las hembras humanas eran como nuestras hembras. Cuando llegaba el celo, todo su cuerpo se prepara para ese momento. - Las hembras humanas no tenemos ciclos de celo así es que no sabemos cuando estamos listas para ser madres...Solo...bueno... sólo podemos saber cuando no lo somos cada mes... - se miró las manos avergonzada frente a la gran cabeza del dragón quien parecía confundido. -Tendremos que preguntarle a Émer o a Marat. Reconozco que tengo poca información sobre las hembras de otras razas... - No te apresures, por favor. Quiero tenerte para mi sola por un tiempo...Quiero conocerte mejor y que tú me conozcas a mi. El dragón resopló y dudó antes de preguntar. - ¿Tienes miedo de tener a mis hijos... porque serán como yo? - preguntó. Había un tono de miedo y preocupación en su voz. - ¡Por supuesto que no! - exclamó Leoni - Te amo y quiero tenerlos, pero no sé como serlo. Mi madre murió cuando nací y no tengo referencias. No quiero equivocarme o lastimarlos... Drage dejó escapar un rugido bajo, un sonido lleno de una mezcla de gratitud y alivio, mientras bajaba la cabeza aún más cerca de ella, su aliento cálido envolviéndola. Leoni sonrió y con una determinación tranquila, abrazó su hocico, aferrándose a él. - Estoy seguro que serás maravillosa. He visto como te preocupas por mi y me cuidas a tu manera. Harás lo mismo con los pequeños. - le aseguró - Te daré todo el tiempo que necesites. - Gracias... Drage volvió a transformarse manteniéndola entre sus brazos, manteniendo las alas a la vista tras su espalda por lo que Leoni acarició la textura con cuidado, pero se sorprendió al escuchar a Drage sisear de placer. - ¿Te gusta? - le preguntó sorprendida. - Mis alas en esta forma intermedia se sienten extrañas cuando las tocas. - confesó - Me siento... - no supo como expresarlo en palabras. Leoni se movió acariciando uno de sus cuernos semi ocultos entre el cabello y Drage se estremeció ajustando las caderas para rozar su entrepierna contra ella de manera instintiva. - Lo siento... - dijo avergonzado tratando de alejarse - No puedo controlarlo. - ¿Tu lado dragón? - le preguntó - Tendré que preguntarle a alguien para que me explique como se excitan los dragones... - No lo digas de esa manera...No quise faltarte el respeto. - Parece que son puntos sensibles... - murmuró Leoni con una mirada concentrada que a Drage le recordó a los elfos cuando no entienden como funcionan las cosas. Leoni miró a Drage con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Sabía que la fusión de su vínculo había desatado en ambos una conexión intensa, un deseo que parecía latir como un fuego compartido. Ahora que él había asumido su forma semi-humana, con sus alas y cuernos visibles, no podía evitar sentirse intrigada por cada rasgo que lo hacía único. Se acercó lentamente, sus ojos brillaban con un destello juguetón. - ¿Puedo…? - preguntó, extendiendo una mano hacia él y Drage asintió, aunque sus ojos se oscurecieron un poco, mostrando una mezcla de anticipación y vulnerabilidad. Leoni deslizó los dedos por la base de sus alas, tocándolas suavemente, casi temerosa de quebrantar la quietud del momento. La textura era increíble: suave, pero firme, como si estuviera tocando la seda más fina, pero con la solidez de una superficie resistente. Drage entrecerró los ojos, exhalando un suspiro que parecía cargado de una emoción densa. La joven sintió una oleada de poder al notar cómo su respiración se aceleraba bajo su toque. Con más confianza, subió su mano, acariciando las líneas que recorrían las alas y avanzando hasta sus cuernos, que sobresalían parcialmente, oscuros y lisos como piedra pulida. Con un toque deliberado, deslizó sus dedos a lo largo de uno de los cuernos, moviéndolos despacio, explorando cada curva. Drage apretó la mandíbula y sus alas temblaron levemente al contacto, como si ella estuviera tocando algo profundamente sensible. La intensidad de su mirada revelaba que sus sentidos estaban completamente entregados al tacto de Leoni y el aire entre ellos se volvía cada vez más denso. Su control, generalmente inquebrantable, parecía desmoronarse poco a poco. - ¿Es… es así como te sientes? - preguntó ella en un susurro, inclinándose un poco más cerca, mientras sus dedos continuaban trazando círculos ligeros sobre las alas y luego sobre sus cuernos. - Más de lo que puedes imaginar. - respondió él, con la voz ronca, como si le costara contener el deseo que le despertaba - Sugiero que te detengas si no vas a asumir la responsabilidad de lo que estás haciendo. Leoni sonrió con complicidad y acercó su rostro al suyo, sus labios rozando los de Drage apenas un segundo y, en ese breve toque, sintió la intensidad de su necesidad al igual que la erección en su entrepierna rozando su cuerpo. Sus manos seguían tocando sus alas, explorando cada textura y cada reacción que arrancaba de él. Drage tembló con las manos aferrando su cintura y atrayéndola hacia él, sus ojos fijos en ella con una mezcla de asombro y deseo moviendo las caderas para mostrarle lo que le provocaba. - No juegues con fuego, Leoni... - advirtió Drage - Recuerda que estás excitando a un dragón. - No lo olvido... - dijo la joven - Quiero saber lo que te gusta...Lo que te hace feliz. - Tu me haces feliz... - Eso me agrada... - dijo caminando hacia un árbol cercano y estirando un brazo para que la siguiera. En ese momento, supo que ambos habían sellado algo más profundo que cualquier pacto y que ese bosque sería testigo de la unión de dos almas que se aceptaban en su totalidad.
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