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1981 Words
Eres el Hermano Mayor Kean condujo a Drage a una habitación adyacente al gran salón y al entrar, Drage sintió un estremecimiento de reconocimiento y sorpresa al mismo tiempo. El lugar parecía una versión refinada, grandiosa, pero más pequeña de una cueva de dragón, con altos muros de piedra lisa y vetas doradas que reflejaban la luz de las antorchas colocadas en alcobas en la pared. Dos grandes divanes de cuero oscuro, tan profundos como para permitir que un dragón se recostara en su forma humana con comodidad, se encontraban a ambos lados de la entrada, creando un ambiente de descanso y lujo sencillo. En el centro de la sala, dos puertas de madera oscura se abrían hacia un vestidor de tamaño considerable, donde una serie de trajes y túnicas colgaban, organizados en tonos de n***o, rojo, azul, verde, blanco y dorado. Todo parecía dispuesto cuidadosamente para reflejar no solo el poder, sino el respeto y la nobleza de su dueño. - Tengo ropa extra para ustedes... – le dijo divertido - Reese (Significa: Entusiasmo) siempre rompe su anillo (dragón rojo), Darren (Significa: grande) (dragón verde) lo olvida en su casa, Maret (Significa: Perla) (dragón blanco) no viene mucho, pero lo tengo por si acaso y Kavan (Significa: Atractivo) (dragón azul) bueno, es Kavan. Le encanta brillar y las ropas nuevas. - Haz preparado ropa para mi...- murmuró con cuidado. - Cuando nací me informaron que estabas vivo, pero no estabas en tu cueva original - le dijo sacando ropas negras para Drage - Se me dijo que no podía molestarte y me castigaron varias veces por tratar de escaparme para verte. Para mi eras lo máximo ya que eras mi hermano mayor y no estaría solo en esta tierra. Me esforcé en estudiar y aprender todo lo que podía de nuestro legado esperando tu regreso... Drage lo observó con sorpresa, pero al girar lo que realmente capturó la atención fue la zona hacia el fondo de la estancia, donde una gran bañera, tallada directamente en la roca de la montaña, se llenaba constantemente con agua termal que caía desde una pequeña cascada en la pared. El vapor subía suavemente desde la superficie y el sonido del agua cayendo creaba una atmósfera tranquilizadora y misteriosa, como un río subterráneo que corría en lo profundo de una montaña. Drage se acercó, cautivado por la ingeniosa mezcla entre lo natural y lo fabricado. Su mirada se posó en el borde de la bañera, donde el agua formaba pequeñas ondas que reflejaban el calor y daban a la piedra una apariencia de brillo natural. - ¿Así vive el dragón dorado? - murmuró Drage, su tono en parte asombrado, en parte divertido - No había visto nunca nada igual. Esto parece… casi un nido. Kean sonrió con orgullo mientras observaba la reacción de Drage. Él mismo diseñó esta cámara, pensando en lo que una cueva podía brindarle, pero con el toque humano de su compañera. Señaló hacia el vestidor y luego hacia la bañera. - Aunque tenga una compañera humana, mi sangre aún me arrastra. Me hace sentir bien...Además, aquí pueden descansar y encontrar algo de ropa que les resulte cómoda. Y, si lo deseas, puedes tomar un baño; el agua tiene propiedades curativas. Su temperatura es perfecta, incluso para un dragón acostumbrado a la roca y el fuego. Drage se detuvo, analizando el lugar con ojos llenos de intriga. Años de aislamiento lo habían hecho olvidar las comodidades y la idea de rodearse de tanto lujo le resultaba extraña. Sin embargo, no podía negar que el lugar tenía una armonía entre la naturaleza y la comodidad que le resultaba inusualmente… tentadora. - Puede que me tome unos minutos en el agua - dijo, sin apartar la mirada de la cascada de agua caliente. Luego añadió en voz baja, como hablándose a sí mismo - Quizás he olvidado cuánto puede uno disfrutar de la tranquilidad o las comodidades para esta forma humana. Mientras Drage observaba la caída del agua en la bañera, Kean se acercó despacio preparando las ropas en una estructura de madera. - No tienes idea de cuánto esperé este momento, hermano. Cada día, cada noche… me forjé para este instante - su voz era firme, pero contenía un matiz profundo, una vibración que solo alguien marcado por años de espera y preparación podría entender. Hablaba con una intensidad que parecía avivarse a cada palabra que pronunciaba. Sus ojos brillaban, reflejando una mezcla de orgullo y devoción mientras enfrentaba a Drage, sin contener la emoción que llevaba tiempo esperando expresar. - Desde que supe que ese humano te traicionó, prometí que te honraría de la única forma que sabía: volviéndome fuerte, imbatible. No hubo técnica, libro o ejercicio que no estudiara; cada entrenamiento era una oración silenciosa para tu regreso. Aprendí de los humanos para ganarles en su propia tierra. Drage parpadeó, impresionado por la intensidad de Kean, que ahora lo miraba con una mezcla de respeto y desafío. - He hecho del conocimiento y la fuerza del dinero mis armas - continuó Kean, alzando ligeramente el mentón y sus manos se cerraron en puños como si contuvieran un impulso irrefrenable - Todo lo que soy, cada victoria, cada decisión que tomé en tu nombre, fue para mostrarles a los clanes y a los humanos que nadie puede reemplazar el poder de un dragón, menos el tuyo, menos a Drage, el Dragón n***o. Y ahora… - respiró profundamente, tratando de contener un atisbo de emoción - al fin estás aquí. Para verlo. Para ver cuánto me he esforzado, hermano. Kean bajó la voz, pero el orgullo en sus palabras era tan palpable que llenó la habitación como un eco. - Para mí, eras más que una leyenda perdida o un símbolo del pasado. Eres la razón de mis fuerzas y mi conocimiento, la razón de cada una de mis batallas y aprendizajes. Hoy, después de todo lo que fui capaz de hacer, es mi mayor orgullo estar a tu lado, no solo como dragón, sino como hermano. Drage lo observó en silencio, la fuerza de las palabras de Kean pesando en el aire entre ellos. Bajó la mirada, suspirando y con una calma solemne comenzó a hablar. - Kean… no soy la figura imponente y sabia que crees. Si supieras la verdad, verías lo ingenuo y ciego que fui - su voz, aunque profunda, tembló con una sinceridad que pocas veces se le oía mostrar - Todo lo que imaginas, esa visión grandiosa de un líder o de una leyenda, no es más que el eco de decisiones impulsivas y de una ceguera que casi destruyó todo lo que creí importante. Drage levantó la vista, sus ojos sombríos fijos en Kean, quien lo miraba sorprendido. - Dejé a mi centinela sin mirar atrás, confiando en que el mundo era un lugar seguro, un lugar sin sombras tan grandes como las que lo acechan ahora. No supe ver la traición, ni la ambición del humano en quien confié. Y hasta hace dos días… - hizo una pausa, la incredulidad teñida de amargura en su voz - hasta hace dos días no sabía que los dragones como nosotros aún existían o que tenía una compañera. Kean retrocedió, boquiabierto, intentando procesar las palabras de Drage. La figura grandiosa que había guardado en su mente se tambaleaba frente a la vulnerabilidad de su hermano. - Para ti soy algo grandioso, pero Kean… yo solo fui un dragón perdido. Fui el último de mi generación o el primero de la tuya. No lo sé porque nunca vi otro dragón hasta hoy, a ti - admitió Drage, sintiendo que al confesarlo su carga se hacía más ligera - Hubo muchos momentos en que no supe qué era o por qué estaba aquí. Y ahora que regreso, aún estoy lleno de preguntas, de errores que pesan y de un pasado que apenas comienzo a entender. Así que no pongas en mí el peso de esa grandeza que imaginas. No soy tan maravilloso, ni tan sabio, ni tan fuerte como crees. Kean lo miró, con los labios apretados en una mezcla de desilusión y compasión, pero en lugar de apartarse, dio un paso adelante, acercándose más a Drage. - Y, sin embargo, aquí estás - dijo, su voz suave, pero firme - Aceptando tus errores, enfrentando todo el peso de tu historia. Quizás para ti no sea grandeza, Drage… pero para mí, tener a alguien que reconoce sus errores y sigue adelante es una grandeza que pocos poseen y estoy orgulloso de que seas mi hermano mayor. No soy quien para juzgarte porque no viví tus circunstancias, pero te aseguro que nos tienes a todos a tu lado, como hermano y líder. - ¿De qué hablas? Kean miró a Drage con una mezcla de intensidad y orgullo en sus ojos. - Eres el mayor de nosotros, Drage. Por eso, eres nuestro líder, el líder de la horda de los dragones en esta tierra. Además, la profecía es tuya - dijo, su voz firme y decidida, como si cada palabra fuese una verdad indiscutible. Drage retrocedió, procesando la magnitud de aquellas palabras. Su mente se llenó de pensamientos confusos y fragmentos de su pasado que intentaban encajar en esta nueva realidad, pero el peso era abrumador. - ¿Líder de la… horda? - musitó, su voz apenas un susurro. La idea le parecía inconcebible. En la confusión, su pie se deslizó en el borde resbaladizo y, antes de poder reaccionar, cayó de espaldas al agua de la gran bañera tallada en la roca. El sonido del chapoteo resonó en la habitación mientras se hundía por un segundo en el agua caliente, sorprendido y, por primera vez en siglos, vulnerable. Kean soltó una risa contenida, acercándose al borde de la piscina mientras Drage emergía, salpicando agua y con una expresión de incredulidad y desconcierto sacándose la capa empapada. - ¿Es tan difícil de creer? - le preguntó Kean con una sonrisa divertida - Eres nuestro hermano mayor. Es natural que seas tú quien guíe, quien lidere. Drage lo miró, el agua escurriéndole por el rostro, aún intentando procesar cada palabra. - ¿Natural? Yo… - sacudió la cabeza, desbordado por el impacto de todo lo que acababa de descubrir. Nunca imaginé esto. Ni siquiera sabía que ustedes existían… que teníamos una profecía que hablaba de mi… o una horda que liderar. Kean apoyó una mano en el muslo cuando se inclinó para observarlo con una mirada de respeto y devoción aún más clara. - Pero aquí estás. Y ahora lo sabes. - ¿Glenn lo sabía? - preguntó con desconfianza. - Claro...Lo decidimos entre todos y avisamos al consejo hace unos trecientos años. Solo formalidad, todos lo sabíamos desde antes. - Bastardo...- murmuró pensando en su amigo - Siempre tiene una carta en la manga. La sonrisa de Kean se suavizó y en su rostro había una mezcla de ternura y convicción. - No tienes que hacerlo solo, hermano. Pero es nuestro destino y te seguiremos donde sea que nos lleve. Drage tomó su mano empujándolo al agua como una forma de demostrarle que aceptaba su apoyo y la fuerza que él y sus hermanos le ofrecían. Estar en el agua para un dragón era uno de los lugares donde eran más vulnerables por lo que aceptar que lo acompañara era muestra de confianza y familiaridad. Todavía estaba incrédulo, pero en el fondo de su ser, sentía que tal vez, solo tal vez, era su momento de aceptar lo que el destino había decidido para él. - ¡Oye! - exclamó su hermano echando el cabello hacia atrás - ¡Estaba con la ropa puesta! Drage se rio en voz alta haciéndose escuchar en el castillo hasta que Kean lanzó una exclamación al ver su herida abierta...Donde faltaba su escama del corazón. - ¡¿Qué demonios?! Por los dioses...
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