Amistad
Los custodios los guiaron a través de los pasillos del bosque sagrado hasta llegar a un amplio salón iluminado suavemente por la luz que se filtraba entre las ramas y se reflejaba en el suelo de piedra pulida. Con cada paso, el peso de los recientes descubrimientos parecía caer sobre Drage como una capa de plomo.
Mientras Thalias se dejaba caer en un diván, agotado y aún recuperándose de los efectos del vuelo del encuentro con el consejo con las habilidades de su padre, Altheas, su hermano, se acercó a Drage con una expresión de solemnidad.
- Drage... - empezó Altheas, inclinando ligeramente la cabeza - Antes de que descanses, hay algo que debes saber. Algo que pocos conocían hasta ahora.
Drage lo observó, sintiendo la urgencia en su voz y el dolor que asomaba en sus ojos.
- Habla, Altheas. No necesito descanso. Necesito respuestas - respondió Drage, cruzando los brazos, impaciente.
El anciano suspiró y miró brevemente a Thalias, quien observaba la conversación en silencio, con el ceño fruncido.
- Fue el padre de Glenn quien exigió al consejo que lo arrestaran y te apresaran a ti. - confesó Altheas, con voz grave - Como jefe del clan, sus órdenes eran incontestables en ese tiempo. El hombre vio en la salida de Glenn una traición, no solo al juramento de guardián, sino a la misma esencia de su clan.
Drage apretó los puños al escuchar esto. La traición de un padre hacia su propio hijo era difícil de asimilar y más aún cuando ese hijo había sacrificado todo por protegerlo a él.
- ¿Por qué habría de condenarlo de esa manera? - susurró Drage, sus ojos resplandeciendo con una furia contenida - Glenn no hizo más que obedecerme, que cumplir mi voluntad.
Altheas asintió lentamente, como si comprendiera la profundidad de su ira.
- Glenn entendía eso, Maestro. Por eso se entregó sin resistencia. Nunca permitió que te culparan a ti; aceptó la sentencia para preservar el honor de su clan, pero el consejo no fue ciego ante lo que estaba ocurriendo - hizo una pausa, bajando la voz - El jefe del Clan junto con varios líderes del clan, planeaban dañarte, Drage. Habían visto tus acciones al ayudar al humano como un peligro para los reinos espirituales y creían que necesitabas ser… controlado.
Las palabras de Altheas colgaron en el aire y Drage sintió como si cada una de ellas le perforara el pecho. Los líderes del clan, los mismos a quienes había considerado protectores y leales, habían planeado herirlo, manipularlo… incluso subyugarlo.
- ¿Y qué sucedió con ellos? - preguntó Drage, con voz gélida.
Altheas lo miró directamente a los ojos, con una mirada de respeto y gravedad.
- Fueron ejecutados por el propio consejo. La traición del jefe del clan y su intento de apresarte iba en contra de nuestra misión sagrada. Los guardianes juraron proteger a los dragones, no dañarlos. Aquellos que se desviaron del camino fueron eliminados para evitar que otros volvieran a intentarlo.
Drage asimiló la verdad, su ira mezclándose con una nueva sensación de gratitud hacia Glenn. No solo había aceptado un castigo injusto, sino que había protegido a su dragón hasta el último momento, evitando que la traición de su propio padre manchara el nombre de su clan.
- Glenn sacrificó su libertad por mí y por su clan, a pesar de la traición de su propio padre y la mía - murmuró Drage, el peso de las revelaciones llenándolo de una mezcla de respeto y culpa.
Altheas asintió, con la misma calma grave en su rostro.
- Así es, Drage. Glenn no solo es tu guardián; es el guardián más leal que ha conocido nuestro pueblo. Te considera su amigo...
- Le debo mucho...- reconoció el dragón.
Thalias abrió los ojos lentamente, sintiendo la pesadez en cada extremidad y el agotamiento que aún lo abrumaba tras la intensa jornada y soportar las habilidades de su padre. Sin embargo, el sentido del deber lo impulsó a levantarse. Soltó un quejido que alertó a los hombres. Sabía que, como protector de Drage y hermano de Altheas, debía asegurarse de que todo estuviera en orden. No quería darles dificultades.
- ¡Hermano! - exclamó el anciano acercándose a él.
- Estoy bien- le dijo tranquilizándole - Estoy bien...
A pesar del dolor evidente en sus movimientos, se levantó con determinación y comenzó a coordinar las necesidades del grupo. Inmediatamente solicitó ropas frescas y cómodas para Drage, así como cambios para Altheas y para sí mismo. Luego, pidió a los sirvientes que les prepararan alimentos y organizó un área donde pudieran asearse. Mientras revisaba cada detalle, asegurándose de que Drage estuviera bien atendido, sintió la presencia de su hermano Altheas observándolo desde una esquina del salón, con una expresión de preocupación en sus ojos.
- Deja de preocuparte...- le dijo el elfo sin mirarlo, ocupado con los preparativos.
- Thalias… - le dijo Altheas, acercándose con pasos mesurados. Su voz tenía una mezcla de aprecio y advertencia - No puedo evitar sentirme inquieto por ti, hermano. Este agotamiento que cargas, esta devoción que pones en cada detalle, en cada decisión… No tienes por qué llevar todo el peso solo. No puedes desafiar a padre de manera imprudente.
Thalias esbozó una sonrisa cansada, pero su mirada mantenía una chispa de determinación.
- Lo sé, Altheas. Pero no puedo evitarlo; es mi responsabilidad. Y si algún día seré el próximo jefe del clan… debo demostrar que puedo llevar esta carga. Desafiar a nuestro padre no es algo que hago a la ligera, pero tampoco puedo cerrar los ojos a lo que creo que es correcto.
Altheas suspiró, pasándose una mano por el cabello mientras observaba a su hermano con genuina preocupación.
- Es precisamente por eso que temo por ti. Tu relación con padre ya está tensa y cada paso que das hacia Drage parece desafiar más y más sus deseos. Cuando seas el próximo jefe, todos mirarán tus acciones con una lupa, buscando cualquier debilidad para aprovecharse de ella. No quiero que la carga de la lealtad a Drage te lleve a perderte a ti mismo como lo hizo con padre.
Thalias tomó las palabras de su hermano con seriedad, consciente de las posibles repercusiones de su desafío al patriarca del clan. Sin embargo, no podía ignorar la conexión y el deber que sentía hacia Drage como su centinela.
- Entiendo tus temores, hermano, pero nuestra misión es proteger a Drage y a nuestra gente, no obedecer ciegamente. Si no me levanto para defender aquello en lo que creo, ¿Qué tipo de líder seré cuando llegue el momento de asumir el puesto?
Altheas lo miró en silencio durante un instante, reconociendo en su hermano la determinación que se necesitaba para desafiar a un líder tan fuerte como su padre. Finalmente, asintió y colocó una mano firme en su hombro.
- Entonces, hermano, si esta es tu decisión, te apoyaré. Solo… prométeme que recordarás cuidarte. Aquí no puedo hacer mucho, pero en el mundo humano tengo más poder...
Thalias asintió, permitiendo que la gratitud se mostrara en sus ojos por el apoyo de su hermano.
- Lo prometo, Altheas. No estás solo en esto y, si alguna vez me pierdo, sé que estarás allí para recordarme quién soy y yo siempre estaré para ti. Soy tu hermano mayor. Siempre te cuidaré.
Ambos hermanos se miraron en silencio, conscientes de la responsabilidad y de los lazos de lealtad que los unían tanto entre ellos como con Drage. En ese momento, Thalias supo que, aunque el camino sería duro, no lo recorrería solo.
Drage los observó en silencio desde el sofá donde fingía dormir y frunció el ceño. La preocupación y cuidado mutuo de los hermanos era genuino, pero sentía que se estaba perdiendo de algo que no podía ver a simple vista.
Tendría que averiguarlo.
Conversación
La luz de la luna se filtraba en la habitación de Drage, proyectando sombras suaves sobre las paredes de piedra y el amplio ventanal que dominaba el paisaje del bosque. Afuera, el viento susurraba entre los árboles, pero dentro reinaba un silencio pesado, sólo roto por los ocasionales crujidos de la madera.
La puerta se abrió sin hacer ruido y Glenn entró, con una expresión tranquila, aunque sus ojos destellaban con una familiar picardía. Observó a Drage, quien estaba de pie, absorto en sus pensamientos, mirando hacia la inmensidad nocturna parado en el dintel del gran ventanal.
- Vaya, veo que aún tienes problemas para dormir, viejo amigo - comentó Glenn, cruzándose de brazos y esbozando una sonrisa burlona - Después de cinco siglos, pensé que por fin habrías aprendido.
Drage, sin apartar la vista del ventanal, sonrió de medio lado, apenas visible en la penumbra.
- He dormido demasiado, Glenn. Creo que eso cuenta para varias vidas humanas.
Glenn soltó una leve carcajada y se acercó a él, parándose a su lado. Durante un momento, ambos miraron en silencio el bosque que se extendía bajo ellos, como si el tiempo se hubiera congelado y se encontraran en una noche de siglos atrás.
Finalmente, Drage habló, con una voz baja y cargada de emociones contenidas.
- No sabes cuánto me alegra verte aquí, de pie, a mi lado - le dijo el dragón, girándose para observar a Glenn con una mirada profunda y sincera - Pero… no puedo dejar de sentir que te he fallado, que te he arrastrado a demasiadas dificultades. No lo sabía. Lo siento.
Glenn arqueó una ceja, con su sonrisa burlona de siempre, pero un leve brillo en sus ojos delataba la intensidad de sus sentimientos.
- ¿Hablas en serio? Pensé que los dragones no pedían disculpas, ni siquiera a sus viejos amigos - La sonrisa se desvaneció un poco y su tono se suavizó - Drage… te elegí a ti. Sabía lo que eso significaba y nunca me arrepentí. Soy tu centinela y tu amigo.
Drage apretó los puños y suspiró, bajando la mirada. Había una mezcla de culpa y gratitud en su expresión y al volver a alzar la vista, sus ojos brillaban con una intensidad que pocas veces mostraba.
- Fuiste leal más allá de cualquier límite, Glenn - Drage extendió una mano y la colocó en el hombro de su antiguo centinela - Por ello, te estoy profundamente agradecido. Aun así, no puedo evitar disculparme por todo lo que has soportado. Si hubiera sabido lo que vendría, quizás no habría permitido que…
Glenn alzó una mano, interrumpiéndolo suavemente y lo miró directamente a los ojos.
- No me debes nada, Drage. Yo sabía lo que hacía. Quizás no sabía que pasaría cien años en prisión o que tendría que desafiar a medio consejo, pero lo hice por mí, no sólo por ti. Lo hice porque creo en ti y no tienes que cargar con eso.
Drage lo miró en silencio, asimilando esas palabras. La culpa parecía disminuir un poco, aunque aún pesaba en sus hombros.