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1857 Words
Enlace Drage le hizo un gesto de hacer silencio a Colin y a Nigel que custodiaban las puertas del gran salón donde estaban los hermanos. Estaba vestido con ropas que había usado a Sax ya que el elfo de Kavan las llevó con él al escapar. Ambos elfos se inclinaron en señal de respeto y abrieron las puertas del salón dejándolo pasar. En el interior, Darren y Kavan dormían en los sillones enfrentados con varias botellas desparramadas en el piso a su alrededor. Con pasos sigilosos, Drage se detuvo frente a ellos y con una sonrisa traviesa, gruñó lo suficientemente alto para despertarlos. Los jóvenes dragones se movieron inquietos y lo miraron aturdidos antes de despabilar y lanzar exclamaciones de sorpresa. - ¡Hermano! - exclamó Kavan levantándose con agilidad, pero luego se mareó por lo que tuvo que volver a sentarse. - Supongo que están muy satisfechos consigo mismos. - les dijo con los brazos cruzados en el pecho. - ¿De... Dé que hablas, hermano? - preguntó Darren fingiendo inocencia. - Usar a mi compañera para seducirme es algo muy bajo ¿No creen? - acusó. - ¿Resultó?- preguntó Kavan y al instante guardó silencio cuando recibió la mirada asesina de Darren. - No quisimos ser irrespetuosos. Estábamos hablando y ella nos escuchó. Tuvimos que decirle la verdad... - ¿Son elfos acaso? - preguntó Drage con una ceja alzada. - No, bueno...es tu compañera. Nuestra cuñada...- balbuceó Darren. - Si es así. Gracias... - les dijo con una sonrisa - Si no hubiese sido por su plan tal vez aún estaría dudando. - Entonces, el vínculo... Drage sonrió abriendo la camisa para mostrar su pecho donde la marca pulsaba como si estuviera viva en tonos negros y azules. - Wow... - dijo Darren levantándose para mirarla de cerca - Es genial. - ¿Ella está bien? - preguntó Kavan - Fui cuidadoso si a eso te refieres... - Drage miró a su hermano menor - Es una humana. Thalias la está cuidando. - ¿Qué quieres hacer ahora, hermano? - preguntó Darren - Debemos volver a Alcea...El humano con el que me enfrenté es un cazador de dragones. - ¡¿?! - Quiere a mi compañera y a nosotros...- dijo con seriedad. - ¿Un cazador? - murmuró Darren - Aunque estamos despiertos desde hace 500 años, nunca nos han atacado... - Puede ser porque casi siempre nos mostramos en forma humana...No parecemos peligrosos entre los humanos. Además, no hemos usado nuestros poderes para lastimarlos...- agregó Kavan. - Este humano es diferente. Está llenó de rabia y ambición. Me recuerda a Dylan... - Tenemos que avisarle a los demás...Si piensas regresar a Alcea, tenemos que estar preparados... - Es la tierra de mi compañera...Su pueblo la necesita... - Alcea aún tiene tropas de Sax. Necesitaremos a Reese para sacarlas... - No quiero matanzas... - advirtió Drage - Ya tuvimos suficientes muertes antes... - Algunos humanos morirán si tomamos Alcea, hermano. Es inevitable. - Lo sé...pero debemos asegurarnos que sean los que deben morir. Darren vio algo en su mirada que le llamó la atención y prefirió preguntar. - ¿Algo más sucedió anoche? - Los dioses me hablaron...Nos han hecho ejecutores de nuevo gracias a las compañeras. - ¡¿Qué?! Ambos hermanos exclamaron al mismo tiempo con los ojos bien abiertos. - Somos los responsables de mantener el equilibrio entre los reinos y las razas... - Ahhh, demonios...- dijo Kavan pasando una mano por el cabello, generalmente perfecto. - ¿Estás hablando en serio? - preguntó Darren incrédulo. - No jugaría con eso, hermano...- refutó Drage - Nos han regresado nuestro puesto. - Esa es...esa es una responsabilidad abrumadora...- dijo soltando el aire contenido. - Los dioses creen que somos capaces y yo también lo creo. Cómo horda debemos dar la talla. - Somos seis...Antes éramos cientos... - Antes había caos. Si mantenemos el equilibrio podremos asegurar que no vuelva a pasar. - Wow...Los demás se sorprenderán. - Necesito que abran el enlace...- pidió Drage y los otros asintieron. Con cuidado, los hermanos cerraron los ojos y se comunicaron con los demás informando que Drage ya estaba vinculado a su compañera por lo que Kean lo abrió. La voz de Kean, profunda y resonante, atravesó la mente de Drage como un susurro lejano, como el primer rayo de luz filtrándose en la penumbra de un bosque cerrado. Al principio, Drage solo sintió una ligera presión en su mente, una sensación extraña, como si alguien estuviera tocando una puerta que él había sellado hace mucho tiempo. Parpadeó, confuso y, por un momento la desconexión con el mundo exterior, le resultó abrumadora. - Drage… - la voz de Kean resonó con un tono tranquilizador y solemne, llenando el vacío de su mente - Aquí estoy. Bienvenido. Esa conexión, a pesar de ser tenue, se expandió lentamente. Era cálida, poderosa y su pulso latía al unísono con el suyo. Drage sintió cómo su ser se sintonizaba a un ritmo que jamás había experimentado. Estaba acostumbrado a la soledad, a soportar en silencio sus pensamientos y dolores; no estaba preparado para el torbellino de emociones que ahora se agolpaban en él al contacto de aquella conexión que lo unía a sus hermanos. Poco a poco, las voces de Marat, Kavan y Darren comenzaron a fluir, entrelazándose con la de Kean como un coro de susurros ancestrales. Cada una de ellas tenía un tono particular, una esencia única. Marat era una energía firme y segura, cargada de prudencia y estrategia. Kavan, por el contrario, era como una corriente de emoción pura, lleno de pasión y entusiasmo. Darren, más conciliador, transmitía hermandad y cooperación. Finalmente Kean transmitía una calma casi hipnótica, como si su presencia fuera un ancla para todos. Drage sintió su pecho apretarse. Las emociones que experimentaba eran tan intensas que parecían desbordarse y una chispa de inquietud se encendió en él. Era como si una parte de su ser, una que había mantenido oculta, se despertara con un hambre desmedida, un deseo reprimido de conexión. Jamás había compartido sus pensamientos con nadie, nunca había permitido que otros vieran su esencia más profunda. Pero ahora, sus hermanos lo llamaban, ofreciéndole un vínculo que era a la vez reconfortante y aterrador. - Te escuchamos, Drage - murmuró Kavan con una calidez que le sorprendió - Siempre hemos estado aquí, esperando el momento en que tú también desearas formar parte. Drage sintió un nudo en la garganta. La idea de que alguien lo esperara, de que existiera un lugar para él en esta red de emociones y pensamientos compartidos, lo conmovió de una manera que no podía describir. Cerró los ojos, dejando que cada latido suyo se sincronizara con el de sus hermanos. Podía sentir las vibraciones de sus voces en su mente, como cuerdas tensadas que tocaban un acorde perfecto. - Nunca estuve preparado para esto… - su pensamiento resonó torpemente en la conexión, con una mezcla de vulnerabilidad y asombro. Kavan rio suavemente, una risa que irradiaba calidez y aceptación. - Siempre has sido uno de nosotros, aunque no nos conocieras. Todos lo sabíamos, Drage. Solo estábamos esperando que estuvieras listo y también lo sintieras. La conexión mental se encendió como una chispa en la mente de Drage, iluminando su consciencia con la presencia de sus hermanos. Kean, con paciencia y habilidad, había facilitado el enlace, tejiendo los hilos que conectarían sus pensamientos. Para Drage, acostumbrado a la soledad de sus pensamientos, sentir de repente las voces de sus hermanos le resultaba extraño y abrumador. Al principio, la intensidad lo dejó sin palabras. Sus emociones fluctuaban de un lado a otro, mezclándose la sorpresa con una sensación de pertenencia que le era ajena. La calidez de Kavan, siempre energético y con un toque de humor, fue la primera en llegarle después de Kean. Marat, equilibrado y firme, le transmitía un apoyo silencioso, como si entendiera la turbulencia interna que Drage intentaba controlar. A medida que las voces se afianzaban en su mente, Drage percibió otra presencia, cuya vibración era más ligera y despreocupada, aunque no menos comprometida o intensa. Sin embargo, una presencia se mantenía al margen, algo apartada y Drage sintió la duda que irradiaba como una corriente fría. Reese. El dragón rojo, con su esencia marcada por el peso de muchas batallas, proyectaba una distancia infranqueable. Para Drage, que conocía las cicatrices invisibles que las guerras dejaban, esa reserva le resultaba extrañamente familiar. Reese era como él, marcado por sombras que muchos preferían evitar. Aunque su aura era poderosa y decidida, la timidez y desconfianza que latían bajo la superficie era palpable, casi tangible en esa conexión. Drage envió un pensamiento cuidadoso hacia él, sin palabras, solo un reconocimiento de su presencia. Aunque Reese no respondió de inmediato, Drage pudo sentir un leve eco de su aprehensión, una aceptación tenue, como si al menos le estuviera permitiendo acercarse. Sabía que debía darle tiempo, tal como él mismo necesitaba adaptarse a la intensidad de aquel vínculo. La conexión no era solo un enlace de pensamientos; era un intercambio profundo de emociones, recuerdos y partes de ellos mismos que rara vez compartían. Por primera vez, Drage sintió que, aunque había pasado siglos en soledad, tenía una red de apoyo; Kean, Kavan, Marat, Darren y, quizás, algún día, también Reese. La intensidad de las emociones en Drage aumentó; cada palabra que escuchaba a través del enlace hacía que algo en su pecho se desmoronara, como una capa de hielo que se derretía lentamente. La soledad en la que se había envuelto, ese frío que lo había protegido, comenzó a disiparse. Sintió una energía vital, un lazo que lo unía a ellos de una forma que iba más allá de las palabras, como si siempre hubiese existido en sus venas, esperando ser despertado. -Tantos años… sin esta fuerza, sin ustedes - admitió, con una franqueza que nunca había mostrado. Su voz mental era un eco de dolor y gratitud entremezclados. Kean intervino entonces, su tono sereno, como una brisa que calma la tempestad. -Ya no estás solo, Drage. Esta conexión te pertenece tanto como a nosotros. Úsala, recurre a ella cuando lo necesites. Estamos contigo. El dragón n***o sintió un calor profundo expandiéndose en su pecho, como si las palabras de Kean fueran un bálsamo para las heridas que había guardado en silencio. Era una liberación, un alivio indescriptible. Finalmente, ya no tenía que llevar su carga en soledad. Sus hermanos estaban allí, dándole fuerza y estabilidad, una red invisible que lo sostenía en su fragilidad y en su poder. Por un momento, Drage dejó de respirar, sintiendo la conexión vibrando en cada fibra de su ser. Su instinto de aislamiento, esa barrera protectora, cedió. Y aunque aún quedaba en él cierta resistencia, la presencia de sus hermanos le daba la certeza de que podía abrirse, aunque solo fuera un poco y aceptar la calidez que tanto había anhelado en silencio. -Gracias. - susurró en la conexión, su voz envuelta en una mezcla de humildad y devoción. Y en esa única palabra, cada uno de ellos percibió la magnitud de lo que significaba para Drage.
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