Capítulo 28

2827 Words
Liam se encontraba dormido, sobre él estaba la guía con la que estaba estudiando. Sus sueños estaban llenos de miedos, dudas y sobre los sentimientos que tenía hacia la castaña. Él no tenía nada que pensar, a pesar de tener todo no se sentía feliz, en esos días que ha pasado con la familia chacón había descubierto que no necesitaba de nada para sentirse renacido. Eso era lo que buscaba lo que él necesitaba, personas que lo comprendieran, que no lo juzgaran y que lo aceptaran. Angie salió de su habitación y se encaminó hacia el piso de abajo cuando paso por la habitación de Liam, noto que se encontraba dormido. Tomo la guía y la coloco sobre los libros que se encontraban sobre una silla junto a los demás materiales. Se sentó en la cama con una sonrisa, su corazón se aceleró al ver al joven dormir, mordió sus labios imaginando en besarlo, se acercó un poco a su rostro, el aliento de Liam, roso los labios de la castaña con un suave toque. —¡Papá está aquí!. —Grito Gabriel al ver a su hermana tan cerca de Liam. —La castaña salto de la cama al verse descubierta. Liam abrió los ojos al escuchar los gritos de Gabriel, frente a él estaba Angie de pie dándole la espalda y Gabriel muerto de la risa. —¡Enano!. —Angie lo observaba con ganas de asesinarlo. —¡Te mato!. —Ella corrió hacia su hermano, quien regresaba a su habitación dando saltos aun riendo. Angie se detuvo bajo el marco de la puerta sosteniéndose la herida, sentía que le ardía por dentro como si se volviera abrir. Liam al verla se puso de pie y camino hacia ella. —¿Te encuentras Bien?. —Su tono de voz era de preocupación, se colocó frente a ella y la sostuvo. —Estoy bien, se me olvido que no estoy recuperada del todo. —Levanto su camisa, aunque por fuera todo se encontraba bien, por dentro aún estaba fresco. —No debes hacer mucho esfuerzo. —La castaña levanto la mirada, sus ojos conectaron con los de Liam, esa preocupación de él hacía que su corazón se aceleraba y se llenara de sentimientos muy bonitos. Ya no aguantaba por sacar eso que sentía, necesitaba decirlo por qué sentía qué moria, sin quitar la mirada de los ojos de Liam tomo fuerza y se liberó. —¡Creo que siento cosas por voz!. —Mordió sus labios esperando la respuesta. — Tal vez es muy apresurado para decirlo, pero es que me gustas demasiado y esto que siento en mi corazón crece con cada día que pasa. Desde que te vi tus ojos me cautivaron, quisiera besarte, deseo que me beses. Angie se puso de puntilla, estaba por tomar del cuello a Liam para besarlo cuando él la detuvo. —¡Yo!…, ¡lo siento!… esto… es que… no puedo. — Las palabras no salían, él no esperaba que ella tuviera el valor de decirle aquello que tanto deseaba, se dio la vuelta con la intención de salir de la casa. Se detuvo en medio de las gradas mirando hacia atrás. ¿Y si le decía que él también sentía lo mismo?, ¿si aceptaba ese beso que él también anhelaba?. Primero necesitaba arreglar el asunto de las empresas con su abuela, era de lo que hablo con Ángel, no podía darle ilusión a la castaña si no tomaba una decisión. ¿Pero qué decisión había tomado?, no estaba seguro. ¿Qué era lo qué en verdad sentía?, ¿estaba dispuesto a aceptar el último deseo de su madre?. Escucho a Gabriel hablando con su hermana. —¿Qué tienes?. —Fue la pregunta que le hizo el más pequeño. —¿Por qué lloras?. Liam se sintió fatal, era lo que menos quería provocar, hacer llorar a la castaña. Odiaba estar en esa posición, porque todo era tan complicado para él, dejo que Gabriel cuidara de la joven y salió de la casa. La señora Margaret se encontraba sentada en el patio, junto a ella estaba una canasta con tomatillos y unos cuantos chiles. —¿Mi niña, quieres ayudarme en la cocina?. — pregunto la ancianía al escuchar los pasos. —¡Oh, lo siento!, creí que eras la castaña. Liam le dio una sonrisa y se quedó ahí de pie. —Ella está con Gabriel, si no hay problema para usted yo puedo ayudarle. —¿Se siente mal?. —La señora Margaret se puso de pie con la intención de salir corriendo. ¡Claro a sus pasos!. —Sí, bueno no. —¿Si o no?. —Pregunto la señora abriendo los ojos a la espera. ¿Cómo le decía?, que ella le había confesado sus sentimientos y él simplemente le dio la espalda sin darle una respuesta y haciéndola llorar. ¿Cómo le explicaba?, el desastre que hay es su vida y que no sabía qué hacer con aquella carga sobre sus hombros. —¡Liam!. —Grito Amalia, ella se encontraba en la sala. —¡Liam!, ¡Gabriel!, ¡ayuda!. —Volvió a gritar y a repetir una y otra vez entre gritos los nombres en busca de ayuda. Ella decidió ver una novela mientras se llegaba la hora de ir a comer y dormir, había estado toda la tarde en el huerto juntando los tomatillos, estaba tan concentrada viendo la tele que no se dio cuenta cuando un pajarillo entro por la puerta trasera. El pobre pájaro volaba buscando la salida golpeando con todo y asustando a Lía, ella tenía miedo, ya que en uno de esos momentos en el que el pajarillo busco por donde salir golpeo con ella. Lía tenía una mala suerte que justo dio en su cara dejándole un pequeño rasguño. Liam, y la señora Margaret entraron al escuchar los gritos de la joven, Gabriel y Angie bajaron con dificultad por el hecho que el más pequeño aún se sostenía de las muletas. Lía se escondió de bajo de la mesa, el pájaro golpeo un jarrón mandándolo al suelo y cayendo él, mientras agonizaba. —¿Qué sucede?. —Le pregunto la señora Margaret. —Una ave entro. —Liam trataba de ver donde se encontraba el pájaro, Amalia asomo la cabeza apuntando hacia el jarrón. —Ya está muerto. —Liam lo tomo en sus manos mirando como este sacaba sangre de su pico, dando el último aliento. —¿Qué paso?. —Preguntaron los hermanos, los gritos de Amalia tenían un tono alto que los preocupo imaginando el peor escenario. —Entro ese pájaro y rompió el jarrón. —Amalia comenzó a salir de su escondite, tenía el arañón bajo su ojo, la sangre que salía formaba la misma línea. —Me golpeo. —Dijo tocándose, sintiendo mojados sus dedos por la pequeña sangre que salía. —¿estoy sangrando?. Liam salió con el pequeño pájaro ya sin vida, busco donde dejarlo para después enterrarlo, él creía que así como los seres humanos, también los animales merecían tener una digna sepultura. —Está pequeño, no es gran cosa. —Le dijo Gabriel limpiándola con una servilleta. — Eres tan salada. — dijo entre risas. Liam miró a la castaña, esos ojos miel se encontraban rojos y ya empezaban a hincharse por las lágrimas, Angie se limpió el rostro con ese pequeño dolor en su pecho. —¿Te encuentras bien mi niña?. —Su abuela le quito el cabello y lo coloco detrás de su oreja. —Si abuela, solo tengo un pequeño dolor, nada de que preocuparse en unos días estaré bien. —Forzó una sonrisa sin atreverse a mirar a Liam. Esa noche fue muy difícil para el joven, Angie se dio la vuelta con la escusa de ir a dormir, no ceno, ya que su apetito se fue al carajo, una vez más entrego su corazón y lo hicieron pedazo y en esta ocasión no necesitaron de palabras. Sin darse cuenta los días comenzaron a pasar, Angie se sumergió en los trabajos de la escuela y Liam en ayudar a Julián, conoció el huerto comunitario y decidió aprender sobre el proceso para cosechar. Mientras ellos se evitaban, Gabriel no dejaba de dar un paso más con Amalia, cada noche su mano acariciaba una parte diferente, recorría sus dedos con suaves caricias sin miedo al peligro. Amalia era adicta a sus besos, a sus caricias y a su cama, ya que cada noche, después que su amiga sé que quedaba dormida, como una ladrona, salía de su habitación para buscar su peluche que tanto le gustaba. En esos días Ángel y Lucia los visitaba los fines de semana como era la costumbre familiar, aunque ellos estaban al tanto de lo sucedido, decidieron que era lo mejor mientras Liam aclaraba sus dudas. No fue asta principios de abril cuando todo dejo de ser una rutina, esa donde solo hablaban por necesidad. Aquello entre los dos se volvió tan incómodo, ella trataba de fingir que nada había sucedido y él seguía con sus pensamientos, esos que ya no veía con claridad, leía una y otra vez la carta con la esperanza de encontrar la respuesta. “Perdón mamá, talvez no sea lo correcto, pero nada de eso me interesa”, Aquellas palabras en su cabeza fueron dichas con toda la seguridad. No necesitaba de seis meses para pesar, ni de un año para hundirse asta el cuello, solo para cumplir el deseo de otros, esa era su vida y estaba cansado de ser un títere. —Liam, me pasas la sal. — Ángel lo saco de sus pensamientos, aquellos donde él se perdió en ocasiones. —Si tenía el deseo de saltar en bungee. —Se quejó Amalia. —Tantos accidentes que suceden y tu señorita apenas te estás recuperando. —Le dijo Lucia a su hija. —Lo celebraremos en el restaurante y no se diga más. Angie por fin cumplía sus 18 años, aunque sus padres le prometieron que para esa fecha ella iba a escoger como lo deseaba celebrar, a causa de lo sucedido en el campamento, ellos fallaron a su promesa. El deseo de ellos era celebrarlo sin ningún inconveniente, el restaurante cerraría sus puertas para el público y solo estaría abierto para los invitados de Ángel. La castaña, aunque no estaba de acuerdo con la promesa rota de sus padres, no puso ninguna escusa para no festejarlo, al final ella solo deseaba pasarlo con su familia, no importaba donde ni como. —¿Que se siente por fin ser mayor de edad?. —Pregunto Lia emocionada. —No siento nada, solo es otro día más, un año menos de vida. —¡¿Qué?!. —Su madre se sorprendió por la respuesta. —¡Otro día más!, no digas eso, un 9 de abril llegaste a nuestros brazos como el mejor de los regalos, uno que vale más que todo el oro. Lucia la tomo de la mano mientras recordaba todo el dolor que tuvo que pasar para traer a su hija al mundo. — Recuerdo tomarte entre mis brazos y presentarme como tu madre, buscabas mi pecho para alimentarte, apenas habías nacido y ya me reconocías. El comedor se llenó de recuerdos, con versos de amor, dos pares de ojos brillaban a causa de las lágrimas, Lucia, a pesar de los años, recordaba todo el proceso de tener a su hija. —Mi pequeña niña se está convirtiendo en toda una mujer. —Yo no puedo esperar asta mañana. —Dijo Ángel interrumpiendo. — lo correcto es entregar el regalo el día en que cumples años. Ángel sacó un sobre y se lo entrego a la castaña. —¿Qué es?. —Pregunto la joven. —Son unos tickets, no olvidamos que hace años deseabas ir a un concierto, ya que estabas muy pequeña para ir sola, no te lo permitimos. —Hablo Lucia. Angie sacó los tickets, emocionada de ver a su artista favorito Ed Sheeran, miro los cuatro tickets, no sabía qué decir, por el hecho de que no lo esperaba. —No estoy de acuerdo en que salgas por las noches y menos sin nosotros, pero en esta ocasión confiaremos en que estarás en buenas manos Liam las acompañara junto a Cesar. Ángel miró al joven, quien no tenía idea de esa decisión. —Tu padrino está tan emocionado que no deja de hablar sobre el concierto. Le dijo Lucia sirviéndose más comida. — Él te dio este regalo, así que se lo tienes que agradecer. —Pero hazlo mañana, no quiero que se entere de que te lo di antes. —Gracias. —Contesto la castaña, se pudo de pie y abrazo a sus padres. —Nada de gracias, te toca lavar los platos. Ángel le dio el plato donde él había comido junto al vaso, la castaña hizo un puchero y sin poner ninguno, pero recogió la mesa. —Ya tomé una decisión. —Dijo Liam cuando se quedó a solas con Ángel, mientras los demás se perdían en sus cosas, Angie terminaba de lavar todo y Ángel salió a tirar la basura. —En unos días viajaré donde mi abuela. Ángel no esperaba que Liam decidiera tan rápido, tampoco esperaba que lo material fuera más importante para Liam que el amor. Quizás eso que sentía no era tan fuerte, era entendible, ya que aún era joven y los tiempos habían cambiado, a la edad de Liam él ya tenía el sueño de casarse con el amor de su vida al ver a Lucia, sabia que ella era y no se equivocó. Hizo lo correcto en pedirle que no le diera esperanza a su hija, a pesar de que estaba cometiendo el peor error, ya que así era como Ángel lo miraba, el joven cumplió su promesa. Se mantuvo lejos de ella sin darle ilusiones. —Vaya, imagine que necesitarías más tiempo, pero me da gusto que ya no tengas dudas. —La verdad es que desde un principio sabía lo que quería, no sé por qué me tome tanto tiempo para pensarlo. —¿Cuándo te vas?. —Dentro de un mes. Angie salió de la cocina camino en dirección a las gradas cuando escucho la pregunta de su padre. —¿Te irás?. —Le pregunto ella sintiendo como su corazón se estrujaba, volvió a sentir tristeza en su interior, ella esperaba pasar cinco meses más con su presencia. —¿Por qué?, ¿Por qué de iras?. —La castaña no se dio cuenta de que dejo a la vista la tristeza de sus ojos. Ella no estaba de acuerdo en no verlo más, tal vez esa era la razón por la que él se marchaba, él no se sentía cómodo al conocer los sentimientos de ella. —¿Es por lo que te confesé?. Liam miró a Ángel y a luego a la castaña negando. —No es por eso. —Cariño no es nada relacionado contigo, es un tema personal donde no tenemos nada que ver, no es de nuestra incumbencia. —Ángel trato de decir aquello sin que su hija se sintiera ofendida. —Perdón, no quise escuchar. Su padre tenía una expresión sería le enseño a no meterse en conversaciones ajenas y era lo que ella acababa de hacer. Después de disculparse, miro a Liam con la esperanza de que se quedara, su padre entendía que ella quería saber de qué se trababa todo, pero como él lo dijo, ese tema solo era del interés de Liam. —Buenas noches, papá. Ella se despidió dando una última mirada al joven quien le dio una pequeña sonrisa. Como aquello había terminado tan rápido ni siquiera tuvo un comienzo, ella sintió la química entre los dos, pero estuvo tan equivocada. ¿Por qué, sentía eso hacia él?, aquello era tan fuerte que le dolía, ¿por qué su corazón decidió quererlo?, sabiendo que terminaría hecho pedazos. Angie caminó en el pasillo a pasos lentos, sintiendo como se le desgarraba el corazón. —¿Estás bien cariño?. —Le pregunto Lucia cuando salía del baño. —Es que me duele esto que siento. Dijo ella con las lágrimas empañando su vista. —¿Qué sientes?. —Lucia se preocupó al escuchar el tono de voz de su hija, tan roto, hecho en millones de pedazos. —Yo lo quiero y eso duele, el saber que él no siente lo mismo, que no me mira como yo lo veo, que ni siquiera me piensa como yo lo sueño. —¡Cariño!, ¿le has preguntado si siente algo por ti?. —Abrazo a su hija y la llevo a su habitación para hablar en privado. — Ella negó mientras dejaba que las lágrimas recorrieran sus mejillas. —Yo le confesé mis sentimientos y desde entonces me evita. Y entonces se derrumbó en los brazos de su madre.
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