La castaña estaba perdida en un paisaje, uno donde la apuesta de sol eran los ojos de Liam, donde lo más paradisíaco eras sus labios, verlo le daba un placer intenso.
Mordía su labio inferior mientras miraba a Liam, él era su paisaje, en ese momento, él era el que le estaba quitando el aliento y no solo los pensamientos.
—¿De qué panadería sacaron a ese bizcocho?
—Maldita sea Amalia, casi me da un infarto — se queja la castaña al ver a su amiga.
—Que llamen a los bomberos porque aquí está que arde. — Amalia comenzó a mover la mano ventilándose. — Ya veo a donde es que está tu mente, sucia.
La castaña negó con la cabeza y se río de su amiga.— Ven, vamos a preparar la cena.
—Así es como me lo recetó el doctor. — grito mientras caminaba detrás de su amiga.
Y mientras estas chicas preparan la cena que será uno de mis platillos favoritos, arroz, alitas en jengibre, unas tortillas a lo salvadoreño, regresaremos al momento en que sale el sol y hablaremos de como fue el día para Liam.
No todos tenemos alarmas, hay personas que nos levantamos al primer canto del gallo, “nos levantamos, se oye manada” y otras como nuestro Ángel que no necesitan ni de gallo ni de alarma solo una rutina diaria.
“Más bien le llamo Lucia”
—Despierta Liam. — con dos tapaderas en mano, el castaño se dirigió a la habitación asignada para Liam, él no era de los que hablaban dos veces.
No era de los que tenía paciencia para despertar a sus invitados, no le gustaba contar y llegar hasta tres.
Liam con la mano en el pecho se levantó de un solo, brincó, comenzó a ver a todos lados, ya que había olvidado donde estaba, sus ojos se cerraban y comenzó a restregárselo para poder ver bien.
Ahí estaba el señor Ángel y Lucía, quienes tenían una sonrisa.
Lucía no podía evitar sentir pena por aquel chico, por fortuna su esposo no estaría en casa para torturarlo, aunque imagino que le dejaría ese trabajo a Gabriel.
—Perdón Liam traté de despertarte, pero tienes un sueño pesado. — Lucia se acercó a Liam para calmarlo, se sentó junto a él mientras colocaba su mano en su espalda.
—Papá, porque haces eso, son las cuatro apenas — la castaña apareció con una camisa que apenas le cubría su trasero, todavía llevaba los ojos cerrados, al parecer ella también lo había olvidado.
—Ve sigue durmiendo. — El castaño le dio un beso en la frente y le dio la vuelta para que se fuera a su habitación, la castaña sin abrir los ojos así lo hizo. — tu también Gabriel, por esta mañana me encargaré yo, descansa un poco.
Liam estaba más despierto y recorrió el cuerpo de la castaña, ya no sabía si su corazón latía por el susto o por verla en paños menores.
Bajo la mirada y cerró los ojos esperando que Ángel pensara que él no había visto nada.
—Lávate la cara y te espero abajo, ponte ropa cómoda que iremos a limpiar estiércol — Ángel tenía una sonrisa de oreja a oreja, estaba disfrutando el momento. — esto será divertido — salió de la habitación sintiéndose victorioso.
—Te traje esta ropa. — Liam vio la ropa que llevaba Lucia, se sintió a punto de explotar, a demás de levantar lo de una manera tan anticuada lo estaban obligando a usar ropa para mendigos. —No quiero que arruines tu ropa cara, pero esa ya será tu decisión. — Lucia se levantó de la cama y salió hacia la cocina donde están la señora Margaret y su esposo.
—Cariño habla con Angie, no dije nada porque sé que no lo hizo a propósito, pero no puede dormir así o por lo menos no salir así de la habitación.
—Lo sé amor, hablaré con ella.— Lucia beso la mejilla de su esposo y preparo el desayuno para todos.
Liam se dio un baño, si no lo hacía no se iba a despertar, se puso la ropa que le dio Lucia y salió hacia la cocina donde todos ya estaban desayuno, bueno no todos faltaban Angie y Gabriel.
—De nada te va a servir que te hayas bañado. — Ángel tomo un balde y se lo tiro, a lo que Liam lo atrapo. — come rápido — ordeno y Liam obedeció.
Raúl no creía lo que estaba viendo, su hijo mostraba más respeto por Ángel que apenas lo conocía.
El Liam que él conocía no se hubiera levantado de la cama, ni a aunque le tiraran un balde de agua helada.
Solo observo sin decir nada.
Comenzaron ordeñando las vacas limpiando el estiércol y dándoles de comer a los animales, eso solo era el comienzo.
No fue fácil para Liam, nunca en sí vida había estado tan cerca de tantos animales, apenas había visto los perros, pero nunca tuvo uno.
Ni la mitad del trabajo había hecho, pero ya se sentía cansado, miró aquella mujer y aquel hombre que trabajaban hombro a hombro.
—Hubo un tiempo mamá que desee verte a ti y a papá así — dijo en voz alta recordando las peleas que tenían sus padres.
—¿todo bien?. —le pregunto Lucia mientras se acercaba
—No sé cómo le hacen para tener tanta energía — dijo con sinceridad —en mi mente sigue la imagen de esa vaca pariendo, es un trauma que llevaré toda la vida.
—no exageres, en un par de días lo has olvidado, pero lo bueno de esto es que aprendiste a ordeñar vacas.
—Demonios, ni me lo recuerde — Liam arrugó su cara al recordar lo que tuvo que hacer. —Creo que a mamá le hubiera encantado aquí.
—¿y a ti?, ¿y a ti Liam te gusta?
—Mmmm — dijo él moviendo la cabeza —un poco — miro para la casa, no estaban muy lejos y la vio, ahí está Angie con su cabello suelto castaño y rizado — es muy bella.— dijo en voz alta lo que su corazón sentía.
—Que mi esposo no te escuché. — dijo Lucia bajando la voz y salió hacia donde estaba su hija
—Liaaam — grito el castaño y con un movimiento le indico a Liam que lo siguiera, sin mirar atrás él corrió hacia donde está Ángel.
Su día siguió entre estiércol, lodo, plumas, uñas, pezuñas y en sus pensamientos solo estaba una imagen, una chica de cabello castaño.
En su pensamiento recorrió el cuerpo, una curvas bien pronunciadas, su piel de seda, oh por lo menos así fue como él la vio.
—¿Por qué sigo pensando en ella? — colocó ambas manos en su rostro mientras negaba, él esperaba sacarla de su cabeza de ese modo.
—Nosotros nos vamos, no podemos dejar el Restaurante solo mucho tiempo.
—Sabemos que está en buenas manos, pero ese es nuestro trabajo estar pendiente — hablo Lucia, que a pesar del olor abrazo a su esposo, ellos se miraban tan enamorados.
—6 meses — dijo Liam mirando a Lucía y ella solo negó con la cabeza.
—Solo no te metas en problemas —hablo un Ángel muy serio que al final le sonrió.
—Así es 6 meses o más, cuando necesites con quién hablar, recuerda que puedes llamarme.
Su padre se despidió de él, Liam no era amable con su padre, pero le demostraba respeto a Ángel.
Su padre se fue con la duda del porqué.
—Liam, cualquier cosa que necesites solo llama. —Ángel le dio unas llaves y le apunto a una camioneta vieja. —solo si en verdad lo necesitas.
Él sonrió y se despidió de ellos, a pesar de estar muy cansado, estaba feliz de aceptar el trato, en verdad era un lugar maravilloso.
Solo el canto de las aves, el olor a tierra mojada, los árboles bailando al son de viento, la belleza de los animales, las campanitas con una melodía que relajaba a todos.
—Creo que sí lo disfrutaré. — dijo mientras volvía al establo.
—¿entonces?… ¿Seis meses estará con nosotros? — pregunto Julián, muy entretenido, viendo a Liam, quien quería aprender a montar un caballo.
—sí — contesto Liam intentándolo por tercera vez —¡este caballo no se está quieto!!
—¿si gusta le puedo traer un banco?. — Liam se sentía humillado, pero no se daría por vencido, aunque tardará el resto de la tarde, él se montaría al caballo sin necesidad de un banco.
Había varios hombres alrededor, unos echando porras, otras apostando.
—¿Qué está pasando aquí?. — pregunto la castaña, al llegar a casa se encontró con aquella escena, Liam, tratando de montar un caballo que era más alto que él.
—No sé, tendré que investigar. —Gabriel corrió asta llegar donde estaba Julián.
—¿Qué es lo que está haciendo?.
—Quiere aprender a montar el caballo sin el banco.
—¿y qué tal va?
—Casi lo logra —hablo uno de los trabajadores.
—¿Alguien le ha comentado que ese caballo no le gusta que lo monté?.
Gabriel miró a todos esperando sus respuestas, todos negaron con la cabeza.
—¿De cuánto es la apuesta?.
—Lo logró — se escuchó el grito de todos
—Carajos, ese chico tiene agallas.
—Su PTM —expresó otro tiro, el sombrero que llevaba puesto y lo pateó.
—Sus huevos son más grandes que los de avestruz.
—Lo siento llegaste tarde —expresó Julián
—Tienes mi respeto —dijo uno de ellos haciendo una referencia a Liam, quien ya se estaba junto a ellos.
—Respecto es el que les tengo a ustedes, no sé cómo lo hacen, pero yo me siento un poco violado.
—¡Estás bromeando! —expresó Gabriel — Dorado no le gusta que lo monté… y tú has logrado lo que nadie se ha atrevido.
—! Dorado! ¡Eh!.
—Eso es muy cierto, Dorado no deja que nadie se le acerqué.
La castaña pasó al lado de Liam, llamando la atención de todos, colocó la mano en la cabeza del caballo y lo acaricio mientras hablaba.
—Tú estás cerca de él.
—El sabe quién es su dueña — la castaña colocó su frente a la frente de Dorado. —¿lo llevas por mí? — Se dirijo la castaña a Julián.
—Claro que sí señorita.
—Gracias Julián. — le dio una sonrisa y miro a Liam esperando una respuesta o una pregunta, al ver que nadie decía nada se sintió incómoda.
—Vamos Gabriel, entre más rápido empecemos, más rápido terminaremos. —la castaña salió a toda prisa, sentía ciento de miradas sobre ella cuando en realidad solo era una.
—Angie. —la llamo alcanzando la —podemos estudiar más tarde. —miró hacia donde estaban todos platicando. —porfa —le suplico haciendo los ojos de gatito.
—Está bien, después de la cena —Gabriel sonrió con entusiasmo y volvió con todos.
Los gritos se escuchaba por todo aquello, las risas no se detenían y las apuestas estaban aumentando, tanta testosterona en un solo lugar y Angie a lo lejos presenciando todo.