—No me había divertido tanto, … Desde… desde nunca. —Las risas se escuchaban hasta la sala, Liam y Gabriel habían pasado la tarde con unos cuantos trabajadores, solo había sido unas carreras de caballo.
Puede ser que también unas peleas de lucha libre, creo que hubo un poco de chile en todo ese relajo.
Uno nunca sabe con los hombres y su manera de divertirse.
—¡enano! — la castaña se sorprendió al ver a su hermano, su uniforme estaba sucio, su camisa blanca era café. —Ven siéntate — le dijo mientras ella se ponía de pie y levantaba los platos.
—Hola — saludo su amiga que no dejaba de verlo, estaba embobada babeando por él. —soy Amalia, pero puedes llamarme lía o de preferencia Mía — se levantó y separó frente a él extendiendo su mano.
—Liam, mucho gusto — dijo él con una expresión seria, Amalia era hermosa, pero quien lo había cautivado era una castaña de ojos miel.
Gabriel se acercó a su hermana, quien estaba en la cocina, tomó un vaso de agua mientras presenciaba aquella presentación.
—sin “m” solo Lía.
—Liam, quiero decir mi nombre es Liam — Gabriel, quien estaba tomando agua, la escupió encima de su hermana, los dos se miraron y comenzaron a reír.
—sin “m” —se burló la castaña mientras se secaba el rostro.
—solo Lía — hablo Gabriel.
Amalia se sintió avergonzada, Liam no le tomó importancia. —con su permiso. — dijo y subió las gradas hacia el segundo piso.
—Liaaaammm, su nombre es Liaaammmmm— le decía su amiga, quien no dejaba de reír.
—¡oh! Qué vergüenza —Amalia se tapó la cara y comenzó a reír ya contagiada por los hermanos.
Después que Gabriel ceno la castaña le ayudo a estudiar, pasaban de las 10 y ella esperaba que Liam bajara a cenar, pero desde que se había retirado no volvió a bajar.
Subió a la habitación de él y lo encontró boca abajo solo con un pantalón de pijama.
—Lía con M— le hablo en un susurro mientras una pequeña risa le salía —Liam —hablo más fuerte mientras lo movía.
—Déjalo está cansado.—su hermanito ya preparado para ir a dormir la llamo. —creo que si se levanta mañana será un milagro.
Ella no quería que él se quedara con el estómago vacío, pero no podía hacer nada, su hermano tenía razón trabajar en el campo, parecía un trabajo fácil, pero ella más que nadie sabía que no era así.
Contra su voluntad se dirigió hacia la habitación, donde ya estaba su amiga completamente dormida, abarcando toda la cama.
—¿y tú de que juguetera saliste muñeca? —pregunto con sarcasmo haciendo una voz burlona a su amiga dormida. — no pienso que sea de FAO Schwartz.
La miró de pies a cabeza, su amiga estaba cruzada con la cabeza torcida y toda abierta, le acomodó los pies y la rempujo asta dejarla contra la pared. —quieta —le dijo al ver que se movía —buena chica — le palmeó la cabeza y se preparó para dormir.
Pasaban de las tres de la madrugada, Angie había bajado a tomar un vaso de agua, ya que ella conocía la casa, no necesito encender la luz, ella tomaba el agua mientras se apoyaba en el lavado.
Escucho como alguien bajaba, creía que era su hermano, por el hecho de que a las 4 su hermano salía a ordeñar las vacas con otros trabajadores.
—¡mierda!— expresó Liam al encender la luz y ver aquella chica ahí parada como si fuera un fantasma, se puso la mano en el corazón y dio un paso atrás — a la tercera y se me para —dijo mientras se sobaba el pecho.
—¿Se te va a parar?, ¿¡el que!? — pregunto la castaña abriendo los ojos. Él la miró y vio esos ojos que tenían un tono gris a causa de la luz, negó con la cabeza y miro hacia el refrigerador.
—¿tienes hambre? —le dio una sonrisa mientras jugaba con el vaso.
—sí — respondió mientras su mano bajaba asta el estómago.
Ella sacó la comida del refrigerador y la calentó, mientras él tomaba asiento y esperaba.
—Espero te guste— le dijo mientras le colocaba el plato frente a él, preparo un segundo plato, lo colocó en la mesa, pero no se sentó unos segundos después su hermano bajo.
—Buen provecho — dijo y se dirigió a la habitación para dormir un poco más.
Tomando el atajo que los llevaría al pueblo, Amalia comenzó a cantar.
“El de los ojos negros me tiene loca”
Movía sus pies de un lado para otro, se pavoneaba mientras seguía con su canto.
“Ayer mando un florero llenos de rosas”.
La castaña caminada a delante de ella.
“Y una carta que dice cosas morbosas”.
Gritaron las dos al mismo tiempo que Amalia se deslizaba y caía al suelo.
—“Yo quisiera ser grama que te acaricio las nalgas…” — canto Gabriel después de reír.
—¡enano! —lo regaño Angie entre risas queriendo levantar a su amiga. —Ven ayúdame — decía mientras se sostenía el estómago con una mano, mientras con la otra trataba de levantar a su amiga que estaba igual que ella.
Gabriel la tomo de la otra mano y con todas las fuerzas la jalo así levantando la y haciendo que ella callera sobre él.
Angie no aguantó más y se tiró al suelo.
La escena era muy graciosa, Amalia fue la primera en recomponerse para sobar su trasero.
— De por sí ni tenía y con la caída quedaron más sumidas — dijo tomando de la mano a su amiga que tenía asta lágrimas en los ojos.
—Son nalgas de vandan… Van dando lástima.
—van dando lástima por la tremenda caída, espero no me quede morado.
Los tres continuaron su camino en un completo silenció, bueno, no exactamente, se podía escuchar las aves cantando y el pequeño arroyo que estaba cerca.
—solo falta que un pájaro me….
—Mejor te hubieras quedado callada — le dijo Gabriel con una enorme sonrisa, un pájaro había defecado en su ropa.
—Tu mi amiga, sí que tienes mala suerte.
Amalia arrugó su cara en forma de llanto y camino asta el arroyo tomo el agua con las manos y se lavó la ropa, de suerte su madre la conocía a la perfección.
—Por qué crees que no traje mi uniforme, ¿te imaginas?. — las dos negaron con la cabeza — apesto a mierda de pájaro.
—Mejor corramos, todavía tienes que ir a cambiarte.
—Solo esperemos que llegues viva a tu casa — hablo Gabriel con burla.
Los tres se pusieron en línea —a la cuenta de tres— cada vez que Amalia se quedaba en la casa de los hermanos, después de cruzar el arroyo, hacían una carrera asta la casa de Amalia y el que llegara de último pagaba el almuerzo.
Los tres comenzaron a correr, era increíble, Amalia llevaba la delantera —Corre Forrest … Corre—grito Angie ya cansada. —Gabriel, quien siempre iba de primero, estaba vez comenzó a comer polvo, Amalia llegó antes que él.
¡Blan! Se escuchó el golpe.
—¡uh! — se escuchó varias reacciones al mismo tiempo, Amalia había tropezado impidiendo poder detener sé antes, golpeó la puerta de su casa con su cara.
—¿Qué tu madre no te enseño a tocar la puerta? — le dijo una mujer que está parada frente a ella —que te he dicho de golpear la puerta con tu cara, un día de estos me la vas a votar hija.
Amalia se levantó sobando el golpe —no te preocupes, estoy bien — hizo un puchero estirando la boca.
—¿estás bien Forrest Gump?, ¡digo Amalia! — llego Angie con la respiración acelerada, Gabriel solo se mordía los labios para no reírse —por Dios Amalia, se te está poniendo morado.
Angie tomó el rostro de su amiga y lo examino.
—me dolió — se quejó ella entrando.
—No sé cómo sigue viva — su madre se quejó y entró con ella.
Amalia se cambió de ropa después de asearse, su rostro estaba morado y un poco inflamado, todos la miraban sin discreción.
—¿Pero qué te paso Amalia? — la directora, quien siempre esperaba que todos los estudiantes entraran, al mirarla la detuvo.
—choque con la puerta— ella fue sincera en decir lo ocurrido.
—todas dicen lo mismo, son golpeadas por el novio, el esposo o los padres y le llaman puerta — la directora alzó la voz logrando detener a los estudiantes llamando su atención. —¿dime quién fue? —exigió ella.
—no, en verdad, ella chocó con la puerta —Angie rápidamente contestó.
—tú sabes quién es y lo estás ocultando— se quejó esta vez.
—no en verdad choco con la puerta —unos jóvenes que pasaban cerca y había presenciado todo, afirmaron lo ocurrido.
—¿de qué tamaño es esa puerta? —pregunto revisando el golpe.
Amalia no había querido salir del salón, con la suerte que se cargaba estaba segura de que estando sentada cualquier cosa le pasaría.
Angie le llevo el almuerzo al salón y la acompaño cuando necesitaba ir al baño, sus clases transcurrieron con normalidad o eso es lo que ellas pensaban, cuando su última clase estaba por terminar Liam y su madre se encontraba hablando con la directora.
—¿Qué no es la señora Lucía? — pregunto un compañero de ellas, las dos estaban distraídas, así que no escucharon.
—Tu madre— hablo otro compañero dirigiéndose a Angie
—La tuya será —le respondió Amalia con una mirada feroz.
—no, bueno, ¡eh!, quiero decir, tu madre está aquí.
—¡oh! —Amalia relajo la mirada y se levantó al igual que Angie, las dos salieron del salón para confirmar que su madre estaba con la directora.
Después de que Liam había acompañado a Gabriel a ordeñar las vacas, se encontró con Julián para ayudar con lo demás.
Su teléfono comenzó a sonar —señora Lucía, solo ha pasado un día, todavía no me he metido en problemas. —Lucia sonrió al otro lado del teléfono y negó.
—¿Cómo amaneciste? ¿Lograste ponerte de pie?.
—bailando estoy, ¿desea acompañarme?. — Liam sentía un gran cariño por ella, sentía que podía confiar, la sentía como su madre.
Tal vez eso era, él solo quería volver a sentir a su madre y que mejor que ella, una madre cariñosa, comprensiva, que sabe escuchar y siempre se mantiene con una sonrisa.
—claro caballero, con una condición.
—¿Qué condición?
—llegaré en la tarde, me acompaña al instituto, quiero hablar con la directora.
—creí que sus hijos no se metían en problemas —hablo él con una sonrisa sintiéndose victorioso.
—¡oh! ¡No!… mis hijos sí que se meten en problemas, pero no es por eso te voy a inscribir, las clases apenas comenzaron hace tres semanas, así que todavía estas a tiempo. —su sonrisa se borró de inmediato.
—¿cuándo dije que si acepto terminar mis estudios?. — su tono de voz ya no era alegre, pero sí respetuoso.
—Un pajarito me comentó que te encantaría volver a estudiar, pero que no lo quieres aceptar.
—Lucía no quería obligarlo, quería que él aceptara, en el fondo sabía que sería difícil, pero por lo menos lo intentaría —estudiaría con mi hija, irían al mismo salón.
Una pequeña sonrisa se formó en su rostro — ni aunque fuera la reina de Inglaterra.
Unas horas más tarde, Lucia estaba llegando a casa, llevaba un folder en su mano.
—Veo que todavía caminas — le dijo mientras lo saludaba de beso.
—creo que necesita lentes.
—¿Por qué? — pregunto ella confundida.
—por qué estoy sentado —respondió él señalando la silla.
Ella sonrió y terminó de entrar a la casa, se acomodó un rato y cuando era hora salió con Liam, tomaron el camino largo, ya que Lucía decidió llevar el auto.
—Buenas tardes, señora Lucía —la saludo la directora — ¿Cómo está?.
—Muy bien, ¿y usted?. — Lucía sonrió, miro de reojo a Liam, quien recorría el complejo educativo, parecía que buscaba algo o talvez alguien, pero no había muchos estudiantes afuera.
—Oh entiendo, entonces comenzara mañana —dijo la directora, Lucía le había explicado el caso de Liam, le dio su biografía por decirlo así. —bueno joven Liam será un placer que nos acompañe y lo esperamos mañana, ya que estará viviendo donde la señora Margaret y Angie será su compañera, ella la pondrá al día.
En la cabeza de Liam solo había uno a pregunta ¿en que momento acepte?
—Venga, acompáñeme, le presentaré su clase y su maestra.
Lucía le dio un medio empujón, Liam la miró sorprendido mientras que ella le hacía seña con las cejas para que siguiera a la directora.
—Señora, Dolores — llamo la atención de la maestra, Angie estaba en la entrada, así que Liam no necesitaba buscarla.
—Él es Liam, mañana se integrará a su clase — el término de entrar y saludo a la maestra, los murmullos comenzaron.
—Qué hermosos ojos
—Que porte
—Qué labios
—Qué pelos
—Qué brazos
—Qué piernas
—Qué nalga…
—por Dios, lo van a asustar —grito Amalia, quien estaba a la par de Angie, también disfrutando de la vista. —casi lo desnudan, aunque yo también quisiera, pero contrólense bolas de acosadoras, si no fuera por la maestra lo estarían violando.
Liam sonrió por lo atrevida que había sido Amalia, entendió que esa era su naturaleza.
Múltiples suspiros se escucharon, casi se podía ver los corazones en el aire.
—¿Qué le ven? —se quejó un joven.
—Amalia, señoritas, compórtense — hablo con fuerza la directora.
—ya que empieza mañana, hay que ponerlo al día —hablo la maestra.
—yo.
—yo.
—yo.
Se escuchó en todo el salón, varias jóvenes se habían puesto de pie.
—Señoritas, siéntense —la directora estaba asta roja, un tanto molesta por el escándalo, claro, si ella tuviera unos 20 años menos estaría igual que ellas.
—Angie lo pondrá al día, ya que es la única que no parece caer ante su hechizó.
—La pitufina —se quejó una compañera, todas la miraron con celos y unas astas con enojo.
—más respeto, por favor — Lucia se había acercado a su hija, miro a Amalia y le pregunto sobre el golpe en su cara, solo escuchaba con atención igual que su hija, se colocó al frente como una leona al escuchar como la llamaban.
— Ella tiene un nombre y es Angie — todos voltearon a ver a la que la llamo pitufina ella tenía una cara de asco, cuando se dio cuenta solo agacho la cabeza.
—Gabriela, discúlpate con tu compañera —la directora camino asta estar frente a ella.
—Lo siento — Hablo entre diente, no lo hacía de corazón ni por qué la directora se lo pedía, lo hacía para llamar la atención del nuevo compañero y sí que la había llamado.
Ella está en su lista negra desde ese momento, ese fue su pensamiento.
¡Ring! ¡Ring! Se escuchó las campanas que anunciaban la finalización de las clases.
—Hasta mañana joven —se despidió la directora, a lo que Liam hizo lo mismo.
—iré por mis cosas. —Angie junto a Amalia caminaron asta su pupitre y recogieron todo.
Liam y su madre las esperaba afuera, las Jovencitas querían acercarse y preguntar, pero Lucia no las dejaba.
—Creó que tendrás muchas faldas detrás de ti.
—No me interesa ninguna — hablo ignorando a todas viendo como Angie guardaba sus cosas con una sonrisa en el rostro —o tal vez solo hay una — pensó, pero Lucia podía leer los ojos de Liam.
—¿te puedo pedir un favor?. — le pregunto quedando frente a él, esperando que nadie escuchara.
—claro.
—cuídalas.
No hubo tiempo de responder, ya que las dos salieron con sus útiles, seguidas de otras chicas.
—Hola mamá —saludo a su madre —¿Cómo les va? No los veo desde ayer — una sonrisa se formó en el rostro de la chica haciéndola ver tan angelical. .