CAPITULO 1 (PARTE 1)

1259 Words
NARRA GIA ¡Por Vesta! ¿Por qué los hombres tenían que ser así? Apreté fuertemente las piernas cuando sentí su mano deslizarse entre la abertura de mi falda, me apretó el muslo riñéndome porque precavidamente le negué el acceso, mientras escuchaba a su padre me miro de reojo amenazantemente coordinando su mirada con sus manos, sonreí y aflojé las piernas dejándole tocar cuanto quisiera. —A el día de hoy Fabio Mario ya debe haber recibido la notificación de su nombramiento—Informó César dando un trago a su copa de vino, aprete el mantel mientras sus dedos acariciaban de arriba abajo mis pliegues, mi cuerpo se tenso de inmediato cuando su toque subió hasta el clítoris debajo del mantel. Para evitar que mis mejillas me delataran tome un trago de vino, por lo menos así tendría el pretexto del alcohol mis ojos se dirigieron a Seia quien estaba a unos metros de la mesa calladamente esperando alguna orden, ella levanto las cejas como si me hubiese comprendido, la mire moverse y yo negué con la cabeza, entonces sonrió mientras negaba con la cabeza. ¡Seia! Aparto los ojos, y los centro en la pared mientras una sonrisilla aparecía en sus labios. —Sera un buen gobernador para Britania—Comentó mi torturador—¿Has pensado en una nueva campaña para las tierras salvajes de Britania del Norte? ¡Malvado! Quise lloriquear—¿Por qué tenia que mirarse tan fresco mientras yo a su lado era victima de una tortura placentera? —No—Dijo César—Nadie tocara esa parte de la tierra, no me arriesgare de nuevo, la novena legión se perdió y con ella la confianza que tenia de extender el imperio hasta esa parte, en algún punto de la tierra conocida debe existir un fin ¿No lo crees? Maximilian le dio la razón. No preste atención en lo que decían pues a parecía poder tener la cabeza en dos lugares a la vez, mordí mi labio mientras bajaba la mirada para mirar lo que estaba pasando debajo, sin poder contener el cosquilleo de mi vientre sujete su mano. —Lo siento, debo de ir al baño—Sus ojos me acapararon de inmediato, César asintió con la cabeza mientras yo me ponía de pie, Seia se apresuró a devolver la silla a su lugar mientras me acompañaba. Había logrado escapar por lo menos antes de que me fuera imposible contener las expresiones de mi rostro. Uff, eso había estado cerca. Estaba húmedo, muy húmedo. —Gracias Seia, iré sola—Le dije cuando la observaba seguirme, pase las manos por mis piernas mientras procesaba el calor que emanaban mis mejillas, pase las manos por mi rostro mientras me acercaba al cuenco sobre el lavabo, suspire mientras colocaba mis manos sobre el mármol. —Por dios, por dios—Repetí sintiéndome húmeda. Al levantar la mirada me encontré con mis mejillas rojas, unos ojos grises me devolvían la mirada a través del espejo sonreí para después bufar, podría volverme adicta a esto sin duda. Después de unos minutos esperando que mi interior se refrescaba un poco y de pensar en que debía volver a casa para darme un baño lo más pronto posible di por terminada mi fuga, revise mi cabello y me dirigí a la puerta, mi cuerpo chocó con otro y mi espalda chocó contra la pared regresándome dentro del baño, cuando comprendí lo que estaba pasando tenia una mano decorada con anillos de oro sujetándome el cuello y apegando mi cabeza al duro material que fungía como pared. —¿Cómo te atreves a huir de mí? —Susurró acariciando mi cuello con la punta de su nariz mientras tomaba aire, mis bellos se erizaron. —No he huido de nadie—Respondí sintiendo como me apegaba más a su cuerpo. Él sonrió. —Justo después que te fuiste mi padre preguntó sobre nuestro hijo—Comunicó—Le he dicho que trabajo fervientemente para hacerlo—Con su mano sostuvo mi barbilla fuertemente para darme un besó, apego mi pierna a su cintura mientras acariciaba mis muslos de arriba abajo, cuando libero mis labios descendió por mi cuello besando, chupando y acariciando con su lengua mi piel erizada. —¿Y que pasa si es niña? —Mas divertido aun—Me respondió—Necesitara un hermano para cuidarla. Reí, cuando decidió tocarme nuevamente saco sus dedos, sus ojos color ámbar los analizaron para después voltear a mirarme lascivamente, brillaban como si acabaran de entrar en alguna clase de aceite transparente. —Mira eso—Susurró—Siempre lista para mí. —Espera—Le detuve—Estamos aquí, César nos espera—No quería que alguien viniera y nos encontrara, aun me quedaba mucho pudor, el chasqueo la lengua mientras negaba con la cabeza. —Si haces mucho ruido nos descubrirán—Murmuró—¿Resistirías o te tapo la boca? Sentí más húmedo que de costumbre. ¡Como si eso fuera posible! Segundos mas tarde me encontraba contra la pared sujetándome fuertemente de su cuello mientras me ofrecía la primera embestida, sentí mi interior arder de lujuria al sentirlo resbalar hasta lo mas profundo de mi ser, un suspiro escapo de mis labios y esa pareció ser su señal pues con su palma me cubrió la boca. —Shhh—Sus estocadas eran fuertes y sonoras cuando nuestras pieles chocaban—¿Quieres que lo sepa todo el palacio? Negue. —Entonces se buena chica—Apartó su mano y me dio un beso—Regálame esos gemidos pero que sean solo para mí, en la privacidad de la habitación. Como si me tratara de una esclava obediente asentí con la cabeza, me sostuvo con sus manos para ayudarme a sentar en el lavabo, el tamaño de su m*****o impedía que con movimientos bruscos abandonara mi cuerpo así que cuando me tuvo segura en el duro mármol coloque mi cabeza contra el espejo, la posición no era la más cómoda posible pero lo que me aguardaba si que lo era.  Mordí mis labios fuertemente mientras acercaba su mano a mi clítoris y colocaba su dedo pulgar en aquella zona tan receptiva de mi caliente cuerpo, su dedo se movió una y otra vez como si se tratara de una sólida vibración haciéndome colapsar, temí que al morder mi labio para evitar hacer sonido alguno me sacara sangre, por si fuera poco, ese pensamiento solo logro excitarme más. —Maximilian—Mi voz salió casi como un susurró mientras le miraba hacer cierto movimiento con su m*****o, lo sujetaba con su mano mientras la rozada punta acariciaba mi sexo se arriba abajo, debido a la humedad iba y venia con tanta suavidad que me volvía loca. Bajo mi ávida mirada lo observe entrar dentro de mí, entraba y salía con lentitud para después y sin esperarlo colocar mis pies en sus hombros y penetrarme con fuerza mientras impulsaba mis piernas hacia él, mientras sus caderas se aproximaban a mí, mi cuerpo iba a su encuentro. El matrimonio se había tornado divertido después de la primera vez, Maximilian era un hombre que siempre parecía tener energía, cada momento, cada noche de cada día, en ocasiones solía despertar debido a sus calientes besos en mi espalda pidiéndome unirme a sus lujuriosos juegos de placer que siempre terminaban de la misma manera, sudorosos y con mi cuerpo lleno del suyo, parecía realmente desear ese niño y yo lo único que rogaba era por poder complacerle tan pronto como fuera posible.
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