Casi se me salen los ojos de sus órbitas cuando vi a Galimatías ser montado por uno de esos encantos. Parecían muy a gusto con él. Galimatías aligeró su andar pasando una distancia considerable de nuestro lado, la preciosa mujer clavó su mirada en la mía, y me sentí completamente transparente, en especial, en mi anhelo por pertenencia de Jon, esa alianza que me tenía soñando despierta. Me perdí en sus ojos brillantes de un color suave pero dorado. Al volver en sí, la bella ninfa, había desaparecido de Galimatías quien corría velozmente yendo hacia el frente.
Bruno había aligerado el trote, las manos de Jon descansaban en mi cintura. Cada uno de mis deseos se revolvían dentro de mí, como las mismas olas de la playa. Me estremecí tomando un impulso incoherente pero real y conciso dentro de mí. Yo misma sujeté las riendas de Bruno e hice que apresurará el paso. El fuliginoso caballo me obedeció yendo a toda prisa hacia el alcor que tenía muy empinada la subida. En instantes estábamos allí, en la cima, Jon sujetó mis manos haciendo que detuviera a Bruno.
De prisa me bajé del caballo. Mostré una sonrisa amplia dando de pasos hacia atrás. Su hermosa mirada idílica se centraba en la mía con cierta complacencia, parecía agradarle mi manera ridícula de una vez más provocar su instinto natural de rastreador. Aún trepado en Bruno tan sólo me vigilaba con la vista.
Sin pudor moví las mangas de mi vestido en señal de quererme desvestir, lentamente bajé una, y el vestido cedió deslizándose suavemente, sin poder mostrar de más por tener aún muy bien atajada la otra manga. Dio un salto del caballo y de un par de pasos estaba muy cerca de mí. Seguía en mi intento de llamar más que su atención, y para ello no me importaba caer a la pendiente hacia el mar. Jon me seguía dando de movimientos sigilosos hacia mí.
—Jonah de Halvard, le amo, y para demostrárselo vea de lo que soy capaz.
Su mirada mostró cierta confusión, solté una risa abierta sintiéndome más feliz que nunca en mi vida. Alargó uno de sus pasos hacia mí, y antes de sujetarme, yo misma me abalancé hacía él. Sabía que él no me permitiría hacer algo incoherente. Al tenerme en sus brazos sin más se limitó a reír.
—El agua salada, puede ser peligrosa si se traga…
Solté una carcajada. Sabía leer mis gestos, mis pasos, mi mirada. Él sabía que simplemente lo tentaba, mis actos desfachatados iban como caballo sin riendas. Deslicé mis manos por sus hombros, mientras seguramente mi mirada apasionada le avisaba todo sin problema.
—Me dijo que no le tuviera temor, eso hago.
Amé cada músculo que se percibía en el recorrido de mis manos, iba suavemente bajándolas por su cuello. Mis manos parecían demasiado pequeñas para tocar tanto de un sólo recorrido. Sus ojos me veían fijamente y de pronto sus manos fuertes detuvieron las mías justó antes de que llegaran a su pecho.
—Si quiere hacerlo bien y que ambos los disfrutemos este es el modo—Instó con una sonrisa.
Se quitó la camisa de un solo tirón, mi pulso revoloteó. Tomó mis manos y las colocó sobre sus hombros. Tenía la vista sobre lo que mis manos tocaban.
—Míreme.
Mi mirada chocó con la suya, y el calor en mi piel aumentó súbitamente. Sin dudar, me arqueé para besarlo, pero justo cuando estaba por hacerlo. Sonrió seductoramente y dio dos pasos hacia atrás. Subí las manos, las cuales estaban ansiosas por sentirlo, desesperada las alcé hacia él, pero antes de alcanzarlo alguien me sujetó por la cintura.
Escuché una frase incomprensible. Me quedé fuera de sí misma al oír esas palabras, y al instante escuché una risa. Una hermosa mujer se desancló de mí, sonriendo iba hacia Jon. Antes de tocarlo Jon se lanzó al precipicio de un salto extraordinario. Lo que me sostenía aflojó el agarre y me asomé a la orilla a toda prisa. Jon iba en picada hacia el agua, en la cual cayó con naturalidad sumergiéndose a las profundidades de turbias aguas que se arremolinaban salvajemente contra rocas al pie del risco. No pude mencionar palabra alguna, excepto sentirme confundida. Ese espíritu femenino había regresado a la vegetación y me sonreía dichosamente mientras avanzaba, no pude apartar la vista de ella hasta que se desapareció en la arboleda.
—¿Estás bien?
De inmediato busqué la voz que me hablaba y a un lado mío estaba mi precioso Nigromante. Apenada le sonreí, asentí con la cabeza después de soltar una respiración profunda.
—Por lo regular estos encantos cuando se dejan ver son muy juguetones. Ella no quiso hacerte daño, sólo ayudarte, influyó lo más positivamente que pudo.
Se acercó a mí y sin dudar me dejé estrechar por sus brazos. Sentí su piel tocar inocentemente la mía en un cálido abrazo. Mantenía el pequeño taparrabo todavía.
—Debemos volver, no querrás preocupar a tu padre. No te ha visto casi medio día.
Se escuchó un silbido. En cuanto me aparté de sus brazos vi a Nadrus esperando a que nos trepáramos. Nigromante hizo aparecer su cetro y al hacer un simple movimiento, tenías sus ropas, y yo tenía mi vestido seco y puestos los zapatos. Me ayudó a subir sobre el ave de plumas doradas y rojas. Nadrus emprendió su vuelo, y aunque intenté ver a Jon, parecía haberse desaparecido en las profundas y misteriosas aguas del mar.
—Veo que Jon ya te hizo entrega del amuleto.
Tomé con suavidad el dije de la cadena que colgaba a la altura de mi pecho.
—Sí, me dijo que podrían llegar a él a donde sea que él estuviera, además de poder invocarte y protegerme si deseo visitarlo en sueños.
—Así es. Recuerdas las palabras de invocación.
Cerré los ojos tratando de recordar las palabras.
—Sí.
—Para que funcione debes concentrarte en su voz. Si no es posible que llegues exactamente a donde él está su contraparte es que él llegará a ti. Pero recuerda que está hechizado para que perciba un clamor de auxilio, de lo contrario no funcionará.
Recordé de inmediato cuando dijo que estaba hechizado para activarse con mi energía.
—Comprendo. ¿Por qué tiene varios números?
—Eso prometo explicártelo otro día con más calma. Para ello deberás aprender un sistema complejo de órdenes, cuando sepas la verdadera valoración de cada número y su secuencia en este ámbito comprenderás el porqué de esa numeración en específico.
—¿Qué significan esas palabras para invocarlo?
Nigromante mostró una ancha sonrisa.
—Es algo cómo: te invoco Albor sin ocaso. Un aproximado, Jon es muy quisquilloso en las traducciones.
Sonreí.
—Pues fue raro, aunque te confieso que me gustó.
—¡Agárrate fuerte!
Nadrus se movió bruscamente dando de giros veloces. Me aferré con fuerza a Nigromante, apreté los ojos evitando marearme.
Los meneos siguieron en pleno vuelo. En cuanto percibí que una vez más todo volvía a la calma, abrí los ojos. Nadrus descendió sobre un espeso bosque, pero antes de aterrizar, Nigromante se volvió a mí, me solté instintivamente en cuanto pasó a estar por detrás de mí, me cargó y saltó de Nadrus. Me aferré a su cuello y cayó de pie al suelo con simplicidad a pesar de tenerme cargada. El fénix siguió su vuelo y volvió a los cielos.
En cuanto mis ojos se encontraron con los suyos, cada uno de mis pensamientos se congelaron. Jon tenía razón, en mi corazón tenía escrito el nombre de ambos.
Deseé acercar mis labios a los suyos, al verme tan ensimismada sonrió. Inevitablemente sonreí también. Me ayudó a ponerme de pie. Me sujeté de su brazo mientras esa sonrisa seguía en mi cara.
—¿Qué te pareció el viaje?
Se me escapó un suspiro.
—Fue salvaje y magistral.
Soltó una risotada.
—Nigromante… ¿Quién formó tu manera de combatir?
Quería conversar de cualquier idea, antes de dejarme llevar por una imprudencia.
—Bueno, en parte mi padre, y en otra yo mismo. El camino de un guerrero siempre está en constante avance.
—Pues eres muy bueno siendo un maestro. Lograste adiestrar dos manos izquierdas para lanzar una flecha y ahora soy buena arquera. Sin embargo, me gustaría aprender a usar otra clase de armas.
Esa sonrisa se extinguió se volvió a mi turulato.
—No creo que Jon lo apruebe. Además, debes saber que para adiestrar a alguien en combate del modo en que lo pides, requiere esfuerzo y trabajo constante. Ni Jon y yo te imaginamos en esas.
—Sí, una vez Jon me dio a entender lo mismo. Pienso que sería divertido entretenerme en algo diferente, si es algo que me dejará rendida al dormir creo que lo tomo, aunque se solicite esfuerzo de parte mía.
Sonrió como comprendiendo de qué modo iba el asunto y mi repentino deseo de ser adiestrada.
—Antes de que tomemos una decisión apresurada, te invito a que descubras el modo en que ambos nos mantenemos en entrenamiento. Vendrás con Galimatías, él irá por ti mañana antes de que amanezca. Si aun viendo lo que hacemos te interesas, intercederé por ti para que Jon lo apruebe, sino pues reforzaremos algunas técnicas de defensa, en eso si yo mismo te instruiré.
La emoción fue resuelta en un abrazo estrangulador.
—¡Gracias Nigromante!
Casi cargada Nigromante mantuvo el andar y después de atravesar la arboleda, llegamos al castillo.