(Nigromante narración)
Compartí con Alexia la comida, y después de dejarla a gusto con su padre, fui a buscar a Jon. No lo había visto desde que nos habíamos encontrado en Caelum. Sabía que cuanto más cerca se hallaba de Alexia más tentando se mantenía, ese encuentro a solas seguramente lo había perturbado un poco.
Volví a lo alto del risco, y allí respiré el aire fresco profundamente. El paisaje estaba convirtiéndose en un atardecer naranja, me concentré en sentir su energía y la misma fue visible en las profundidades del mar. Transformé mis ropas y me lancé al agua.
En lo hondo, a una larga distancia de la orilla al pie del risco, lo vi. Parecía muerto y mantenía algo apretando a uno sus tobillos, lo cual no lo dejaba salir a flote. Tenía los ojos cerrados y el agua lo mecía al ritmo de corriente. Sin dudar corté la enredadera que lo apresaba y de inmediato su cuerpo flotó a la superficie.
Parecía ahogado, estaba pálido, y su pecho no se movía. Estaba convencido que quizá me jugaba una broma, yo sabía que Jon no podía morir, al menos no así. Me quedé observándolo un rato, esperando a que se riera o me dijera algo para hacerme reír. La noche apareció y su apariencia era la misma, tan sólo cuidaba de que el agua no arrastrara su cuerpo a mar adentro.
—Jon, ganaste, ya me estás inquietando. Debemos conversar…
Sabía que no estaba muerto, porque su presencia era tal cual, si lo estuviera para mí sería visible un cuerpo vació sin ningún tipo de energía vital. Esperé de nuevo un rato, pero no despertó. Me acerqué a él y toqué su cuello el cual no tenía pulso.
—¡Jon! ¡Ya fue suficiente despierta!
Acerqué mi cabeza a su pecho, para oír su pulso vital. Su corazón latía tan suavemente que parecía estar a punto de detenerse. Al ver sus labios tomar un tono cada vez más insalubre, lo sujeté para sacarlo del agua.
Si su corazón latía a pesar de todo el tiempo que estuvo bajo el agua, no se debía a algo de causa total en el plano físico, involucraba algo más. Sabía que las nereidas podían hechizar a un hombre en las aguas para que pareciera muerto, aunque estuviera vivo; lo hacían para poderlo tener consigo durante mucho tiempo. La única forma de revertirlo era sacar el cuerpo del agua salada.
Llegamos a la orilla. Pensaba de qué manera Jon habría sido hechizado. Su fuerza y energía en cualquier habilidad y poder se había vuelto mucho mayor al de cualquier criatura viviente y eso me incluía.
En la arena, lo dejé acostado boca arriba.
—Jon, ya comprendí que hiciste. ¡Despierta!
Al instante movió los parpados. Abrió los ojos y se recostó sobre la arena, respiró profundamente y el agua en sus pulmones comenzó a salir. El tono habitual de su piel volvía a su normalidad. Me veía fijamente, mientras parecía más vivo que de costumbre.
—¿Cómo lograste encontrarme?
Suspiré acomodándome a su lado.
—Conozco lo estúpido que puedes ser a veces. No fue difícil, créeme.
Mostró una amplia sonrisa.
—Más tranquilo— Agregué al verlo recuperado.
—Quizá un poco. Creo que encontré una manera de dormir, quizá no podría decirse que es dormir, pero mi mente se queda en calma.
Estreché la mirada al escucharlo.
—Obviamente, Jon. Te estás casi muriendo, tu mente no procesa nada.
Rió con ganas.
—¿Porqué de malas? — Preguntó dándome una palmada en el hombro.
—Es que eres muy tonto, Jon. Eso fue peligroso. ¿Sabías que si nadie te saca del agua, el hechizo podría ser vigente durante siglos? Eso si no tomamos en cuenta el hambre algún animal marino.
Mantuvo una gran sonrisa.
—Siempre te pones trágico. Las mismas nereidas custodiaban mi presencia, por eso no encontraste animales rondándome. Al notar mi desesperación, me ofrecieron ayuda la cual acepté.
Sonreí, divertido.
—¿Desesperación? ¿Cuál desesperación Jon?
—Tú sabes bien, lo que siento. No puedo ir tras ella, la emoción en mi pecho es real, pero en mi cuerpo se diluye y no es infinita, ¿Entiendes?
Solté una carcajada, comprendiendo.
—El único que se pone funesto aquí eres tú Jon. Comprendo que esa llama te hace arder desde muy adentro, pero debes acostumbrarte. ¿Cada vez que la tentación se asome vendrás al mar a ahogarte?
Torció el gesto al mirarme fijamente.
—Pues es una opción. ¿Negarás que tú sientes lo mismo?
Lo miré del mismo modo, queriendo callar lo evidente.
—Sé que tú también quieres apagar esa llama que en tu corazón se enciende y pide a tu cuerpo arder.
Por primera vez en mucho pensé demasiado antes de contestarle.
—Bueno, quizá… Cada cual lidia con ello a su modo, comprendo tu sentir Jon, pero no te pongas en peligro. Recuerda que hay un tratado y un balance el cual respetar, sobre todo en tu caso y el mío.
—Te aseguro que no estaba en peligro. Pero te agradezco que hayas venido a despertarme. A final de cuentas, somos la parte perpetua que protege Halvard. ¿Nos vamos?
Sonreí.
—¿No me digas que te estás acostumbrando a estar a mi lado? —Le extendí la mano para que se pudiera ponerme de pie.
—Pues que quieres que te diga. Tú viniste a mí y muy ansioso por verme despertar.
Sonreí complacido poniéndome de pie, y le extendí la mano cariñosamente.
—No lo negaré, Jon.
Su mirada se profundizó al mirarme, confiadamente se sujetó con fuerza y cuando estaba por pararse lo solté. Cayó sentado y con fuerza, mientras tanto emprendí una carrera velozmente. Llamé a Galimatías y de un salto estaba trepado sobre él. Jon corría a toda velocidad tras de mí. Eché la mirada a él sin poder dejar de sonreir. Parecía animado al ir tras de mí.
—Si te alcanzo, Nigromante, ya verás.
Reía sabiendo que la carrera se pondría muy divertida. Mientras intentaba alcanzarme, le colocaba cualquier trampa en el camino valiéndome de ciertos trucos, las cuales evadía con facilidad. Pronto se movía muy a prisa, yendo como nunca pensé que tendría la capacidad.
Olvidé que Jon, no sólo contaba con piernas. Después de varios saltos y volteretas, llamó a Bruno, quien llegó a toda prisa hacia él. Se elevó hasta sentarse sobre su lomo.
No dudé en acicatear a Galimatías. A toda marcha iba llegando a mi lado, al verlo tan cerca descuidé mi frente y Galimatías por instinto frenó, salí despedido a toda velocidad hacia delante, y antes de dar contra un árbol, cerré los ojos evocando un portal con la ayuda de la energía del Galimatías.
Aparecí en otro lugar, quizá en un bosque cerca del pueblo en Halvard. El ambiente cambió radicalmente el aire gélido fue percibido por mi piel al instante, no caí con tanta fuerza logré dar un salto e impedir el aterrizaje brusco. En cuanto estuve en pie, Jon ya estaba ante mi sonriendo ampliamente.
—¡Tuve suerte! —Exclamé sonriendo, mientras estabilizaba la energía convocada en mi cuerpo.
—Eres la suerte andando—Contestó de inmediato.
Reí ampliamente, aproximándome. Pero él mantuvo su atención hacia un extremo por encima de mis hombros mirando atentamente entre la arboleda.
—¿Quieres explicarme que es eso de que muchos usan cartas para adivinación?
A una distancia prudente se encontraban un pequeño grupo de visitantes al pueblo. Y quizá Jon ya había percibido algunos comportamientos inusuales en esos forasteros.
—¿No me digas que quieres leerles la suerte y el futuro a las personas? —Pregunté con una sonrisa.
—Bueno, sería divertido ¿no lo creees?
Asentí.
—¿Qué te parece si vamos a que te la lean? Y mientras lo hacen tu descubres si es real o no el procedimiento o bien cómo funciona.
Sonrió.
—De acuerdo.
Convoqué mi báculo y cambié de ropas tanto las mías y las de Jon. Caminamos hasta llegar al pueblo, allí varios nómadas cruzaban sus caminos, en la entrada de una tienda una chica de cabellos oscuros estaba sentada sobre una silla. Parecía atraer con su presencia a cualquier curioso que deambulará por allí cerca. Me acerqué a ella y posteriormente Jon.
—Hola, buenas noches. Me han dicho que por aquí saben de quiromancia o adivinación. Mi amigo desea que lean su destino.
La chica nos clavó la mirada y mostró una sonrisa cautivadora.
—Por supuesto pasen si tienen cómo pagar.
Mi mirada enfocó a Jon, quien de una comprendió que debía él costear nuestro ingreso. Jon asintió con la cabeza seriamente y al meter las manos en su bolsillo mostró una moneda de oro.
—¡Adelante!
Nos dejó pasar. La tienda tenía una mesa pequeña, con dos sillas acomodadas a cada lado. Le hice señas a Jon de sentarse. Me obedeció y la muchacha tomó asiento frente al frente de él.
—¿Qué quieres saber?
Jon posó su mirada a la mesa antes de responder.
—¿Que tiene mi destino en el futuro?
—Dame tu mano.
Jon extendió su palma. La muchacha acarició su mano, la observó un rato. Y al mirar fijamente a Jon sonrió.
—Tú no necesitas que te lean el futuro. Tu eres un ser que no está atrapado en el tiempo, ni en nada de lo que cualquier humano es.
Jon parecía sorprendido, arqueó una ceja al mirarla fijamente.
—¿Por qué le dices eso a mi amigo? —Indagué.
—Porque las líneas de su mano indican un espiral, uno que no puede comprenderse y eso sólo significa que no puede ser un hombre atrapado en lo que designa un destino.
Jon me clavó la mirada. Luego posó su mirada en la jovencita.
—Creo que cometí una imprudencia al venir. Fanaticé que me leería las cartas, gracias por lo que me ha dicho.
De inmediato Jon se puso de pie y le dio la moneda, dejándola sobre la mesa.
—No te vayas. Si me equivoqué, disculpa. Soy nueva en esto. ¿De dónde eres?
Se volvió a ella ya casi llegaba a la entrada.
—Soy un peregrino. Agradezco su tiempo.
Jon se dio la vuelta para salir, pero en vez de seguirlo me senté.
—¿Qué te parece si me la lees a mí?
Jon se quedó en el umbral, paralizado al oír mi voz.
—Pero para eso, debes pagarme.
Mis ojos se volvieron a Jon, quien de mala gana sacó de su bolsillo otra moneda. La tomé de sus manos al estirarme y se la entregué a la muchacha.
—¿Quieres que te lea la mano o te leo las cartas?
—Prefiero las cartas.
Jon mostró un gesto muy particular apretando los labios, pero regresando, cruzándose de brazos por detrás de mí.
La chica sacó un mazo de cartas. Me las pasó para que las revolviera y al tenerla en sus manos mostró las primeras siete sobre la mesa.
—Dale la vuelta.
Hice lo que me pidió. Cada una hablaba de diferentes partes de mi vida, de mi personalidad, y de quizá mi futuro.
—Veo que eres un hombre que se dedica a servir.
Sonreí, asintiendo.
—Además, de que tu destino está ligado a una mujer, una que te ama.
Pude ver que Jon fruncía el ceño, desconcertado.
—Tu futuro como el de todo ser viviente es incierto, pero claramente tarde o temprano ese servicio que te caracteriza te unirá a ella. Además, que un viaje cambiará el curso de dos importantes personas para ti.
Estaba fascinado, esa chica tenía talento.
—Es interesante, tengo mucho tiempo desde que alguien pudo interpretar tan buena fortuna para mí. Gracias, creo que has resuelto mis dudas. Eres buena en ello, gracias por atendernos.
La chica me sonrió.
Me puse de pie, y podía ver a Jon bastante desconcertado. Salimos de la tienda uno al lado del otro.
—¿Comprendiste que ocurrió?
—Sí. No es tan complicado ya lo había visto antes.
—Sabía que conocías lo que pasaba.
—Utiliza la verdadera baraja que se apoya en el zodiaco. Es una baraja egipcia.
—No sólo eso, mi querido Jon. La chica tiene el don de comprenderlas, utiliza como Alexia la luna para aprender. Quedé satisfecho, espero que tú también.
—No sé porque te hago caso, Nigromante. Tú y tus bufonadas.
Había comprendido entre otras cosas lo que nos esperaba, sin embargo, ese mal carácter resaltaba en él como siempre pasa cuando sabe que tengo razón.
—¿Te invito una cerveza de lúpulo blanca? ¿Qué dices? La noche es larga y nosotros jóvenes.
Respiró profundamente.
—¿Quieres embriagarte?
—No, sólo sacarte el agua salada que te quedó en la cabeza. Además de remediar tu mal carácter.
Tragó una bocanada de aire dejando de caminar.
—Nigromante prefiero estar bajo el mar que ir a beber. Regresaré al castillo.
Movió la pierna en señal de querer regresar, pero lo sostuve de un brazo.
—¡Vamos! No llegará a más, ya verás. Una conmigo. Además nunca hemos tenido una noche divertida que verdaderamente sea para los dos.
Parecía no estar de acuerdo, pero no prosiguió con su marcha, ceñudo me observaba. Lo sostuve enérgicamente hasta que parecimos en la entrada de una taberna.
Miro a su alrededor un tanto extrañado.
—Nigromante, creo que…
—Ya, ya.
Ingresé sin soltarlo. Pedí dos al hallar un lugar donde atendian. En seguida nos la sirvieron.
—Que tal si sonries un poco, Jon. Y nos apoyas con algo.
Hosco mantuvo su mirada en mí.
—Dijiste que tú querías beber.
—Cierto, y también dije que te invitaba, pero si el ánimo lo pongo yo que tal si tú colaboras con unas monedas.
Respiró profundamente, pero no se negó. Una vez sacó y me dio más monedas. Tomé la bebida y la alcé a su salud.
—Vamos, brindemos por la vida.
No muy de acuerdo, sujetó la suya, pero sin alzar el tarro. En lo que él la inspeccionaba seriamente, me bebí todo el contenido. Elevó la vista a mí, atónito.
—¡Nigromante!
—Otra por favor. —Pedí a quien la servía.
—¿Qué pretendes?
—Nada, Jon. Hazlo es tu turno, aceptaste venir.
Ceñudo volvió a dedicarme una mirada envenenada.
—No, no acepté. Me hiciste aparecer en la entrada que es distinto.
—El resultado es el mismo, ya estás aquí.
Me pasaron la otra, y al tenerla en manos, la alcé nuevamente.
—¡Brindo por cada uno de los que hoy se divierten!
Mi voz sonó con fuerza por todo el ancho salón. La mayoría se volvieron a mí y algunos brindaron conmigo. Jon seguía ceñudo observando todo. De una tragantada volví a tomarme el contenido.
—Muchas lunas han pasado desde que pude y probé esto. Jon, acompáñame. Si no lo haces me forzarás a dártela. Y ya sabes como me pongo si te niegas.
—Ya, Nigromante. Beberé una y nos vamos ¿lo entiendes?
Le sonreí ampliamente. Tomó el cacho oscuro y se bebió al igual que yo todo.
—¡Bien! ¿Cómo te sientes?
Respiró hondo al mirarme.
—Como estúpido al consentir tu sordidez. Vámonos.
Me sujetó con fuerza de un brazo con intención de sacarme. En seguida un hombre se plantó al frente de ambos.
—Oiga… ¿Qué celebra su compañía? —Evidentemente se lo preguntaba a Jon, el tipo ya estaba bastante pasado de tragos.
—Hoy celebro el buen futuro que me han profetizado—Respondí en su lugar riendo.
Jon me echó la mirada irritado.
—Mmmm. Con que eso, dulzura. Bien pida, que yo celebro con ustedes.
—Señor, se lo agradezco, pero debemos irnos—Interrumpió Jon seriamente con intención evidente de querer marcharse cuanto antes.
—Hey, si quiere irse usted lárguese, pero deje a su compañía que festeje.
Al ver el rostro de Jon algo confundido, rió.
—No se haga de rogar, compañero, hoy yo los invito.
Me volví a Jon y le mostré un gesto positivo. No de buena gana, pero me soltó.
Jon bebió sin quererlo dos más que yo, mientras en mi caso, ya llevaba unas quince, ya no cabían en la pequeña mesa tantos tarros. El hombre que nos había invitado, estaba inconsciente sobre la mesa.
—De lo ebrio que estaba te confundió seguramente con una mujer—Mencionó Jon divertido.
—No, no me confundió con una mujer, para él luzco como una. ¿No me digas que no lo has notado?
—¿Hechizaste tu apariencia? — Su voz resaltó el asombro.
—Pues claro, ambos estamos de incognitos. Si no como te traería a una taberna.
Suspiró, mirándome de pies a cabeza.
—Debí imaginarlo.
El suceso volvió a repetirse un par de veces más, en cada ocasión que estábamos por irnos, alguien lo impedía y así Jon sin desearlo bebió casi un barril y yo tal vez tres.
La aburrida taberna se convirtió en un salón con música donde todos cantábamos sin conocer la letra o mejor dicho cada quien cantaba lo que se le daba la gana. Terminamos invitando a todo el que se asomaba y pagando.
Mi cometido estaba dando frutos, Jon ya estaba un poco ebrio. Alguno que otro intentó propasarse al creer que era una mujer, incluso uno logró abofetearme el trasero, lo que a Jon lo motivó a quedarse más tiempo en la taberna, brindando y riendo como desde hacía mucho no.
Pasó después de un largo rato que la energía de la fiesta ya estaba pasando a los golpes y los malos entendidos.
—Caballeros, tengo que irme, pero les aseguro que fue divertido. —Dijo Jon con intención de marcharse, pero entre varios se lo impedieron.
—Compañero, no se rinda. Una más y nos vamos verdad preciosa—Dijo uno riendo entre resoplos e hipo.
Asentí con la cabeza, después de darle un puñetazo en cuanto quiso besarme.
Todos los presentes trajeron un barril, y colocaron a Jon cerca del bebedero. El abucheo se volvió ensordecedor. Entre risas Jon aceptó, y siguió bebiendo. Para cuando lo aparté casi no podía caminar.
Había logrado espectar el espectáculo por un rato, al quedarme del lado donde el cantinero atendía, pero estaba tan mareado como Jon.
Salimos de la taberna sosteniéndonos uno al otro, llamé a Galimatías, estábamos luchando por treparnos cuando escuchamos una voz.
—Hola, disculpen. ¿Necesitan ayuda? —Preguntó una voz femenina.
Fruncí el ceño, y Jon se volvió a ella, tratando de comprender el gesto amable de tan joven muchacha.
—Pues no somos de tan lejos, pero gracias…
De pronto uno de los tipos salió de la taberna también, y al verla la sujetó del brazo.
—Hasta que apareces. Te dije que vendrías lo quisieras o no…
El tipo ignoró nuestras presencias y al estar cerca de ella hizo por besarla a fuerzas. La muchacha se negó a lo que el hombre agresivamente siguió insistiendo.
—Vine porque me mandaron. No se confunda, señor.
Jon me hizo señas de que me trepara. Me cargó y a cómo pudo me tenía sobre el lomo de Galimatías. La muchacha se dio la vuelta alejándose, pero el tipo pegó de gritos y al instante salieron más de la taberna. Pronto estaba rodeada por cinco hombres, Jon se hacía el desentendido a un lado del caballo.
—Tú niña, me tienes deseando mucho desde que te vi. Sé que limpiar en ese mesón no te dará más de lo que yo cuando resultes con algo mío…
Sabía que Jon no dejaría pasar la oportunidad de que alguien abusará de un desprotegido, sobre todo si ese ser es una mujer en peligro. Estaba acorralada por todos esos hombres, unos estaban tan pasados de tragos como nosotros.
—Por favor señor, déjeme.
—Agárrenla, nos la llevaremos lejos. Estoy cansado de sus negaciones.
Tan sólo hicieron por sujetarla, y Jon irrumpió en el círculo que formaban en derredor de la muchacha.
—¡Vete! —Ordenó Jon, mientras trastumbaba.
La muchacha quedó desconcertada, pero obedeció.
—Oye, tú quien te crees. No te metas en lo que no te corresponde. No la pasamos bien adentro, pero con lo mío nadie se mete…
Jon sonrió divertido, meciéndose de un lado al otro por tener estabilidad al pararse.
—Al forzar, no parece que sea tuyo.
—¡No metas donde no te llaman fisgón!
En cuanto el hombre hizo una seña, varios hicieron por golpearlo, y a pesar de estar ebrio Jon evadió el ataque sin problema. No tuvo que hacer algo extraordinario para dejarlos inconscientes en el suelo. En cuanto la refriega culminó, trastumbando se volvió a mí señalando a los hombres que seguían tumbados sobre el suelo frío.
—Esto, gracias a tus bufonadas. Sé que algo pretendías, pero no te será tan fácil.
Reí. Le tendí la mano y embrocado quedó por delante mía, mientras Galimatías trotaba adentrándose el bosque. Después de avanzar por la oscuridad, Galimatías nos condujo de regreso a Caelum lo descubrí cuando llegamos a la playa. Jon se bajó cayendo de espaldas y yo de frente.
—Pues me descubriste. Deseaba que te divirtieras y al mismo tiempo relajar tu mente llena de nudos por el dulce deseo de dar placer, pero bien dicen que nada sale como se espera, menos cuando se trata de beber en exceso.
Tirados sobre la arena, Jon sonrió.
—¿Cuál era el cometido?
—Te divertiste, ese era el cometido. Además de que tengo que ayudar a Alexia, quiere aprender defensa y combate y como sé que te opondrías, había pensado en dejarte en el mar hasta que aprendiera lo básico.
Se recostó sobre la arena y cuando menos lo esperé tomó un puñado y me lo lanzó, el agua nos llegaba fácilmente al cuerpo, por estar tan cerca de la ribera.
—No tenías por qué llegar a esto, con decírmelo habría sido suficiente, ya estaba pensando en eso, conozco a Jirel y sé que querrá poner a prueba sus destrezas, conozco qué clase de medios utilizará para comprobarlo, por eso resolvimos darle la llave.
A duras penas mostró un gesto de medio comprender, pero no lo sé, tal vez ni entendió nada o lo tomó así por estar ebrio. Me sorprendió cuando se dejó ir de espaldas una vez más y cerró los ojos. Dejé caer el rostro en arena, y no comprendí porque muchos hombres preferían esconder sus vacíos, frustraciones y penas en emborracharse si honestamente todo parece peor de cómo realmente es. El agua refrescaba un poco la sensación de inestabilidad, mi cometido había surgido para bien, al menos Jon siempre me demostraba que lo peor era intentar engañarlo.
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Hola, gracias por seguir en esta aventura. Espero que les esté gustando como va. Un fuerte abrazo!!