NARRA RAYN COLLIVER Es inmensamente tonto, lo sé. Pero en la guerra y en el amor todo se vale. Aspiro una profunda y necesaria bocanada de aire y oprimo el botón de su apartamento en el intercomunicador. Pasa cerca de un minuto hasta que me contesta. —¿Hola? —Ciara, hola, soy... —¡Váyase a la mierda! —gruñe. —¡Ciara, por favor! —suplico, pero no tengo más contestación. Sin embargo, eso no me hace retroceder en mi cometido y continúo oprimiendo el botón, una y otra vez, con mucha insistencia. En algún momento se va a hartar y aunque sea por eso me va a hablar o saldrá a darme de patadas. Una de dos. Pasan muchos, demasiadosminutos. Noto que Joe se está riendo en el coche y niega. Pero yo continúo insistiendo, porque sé que la pobre debe de estarse desquiciando y más tarde que nunca

