NARRA RAYN COLLIVER Ni siquiera entiendo por qué razón voy hacia la oficina, cuando en realidad lo que quiero es desaparecer. No ver a nadie. Que no me hablen. Que ni siquiera respiren frente a mí. Quizá sea porque el trabajo es la forma que tengo de distraer mi mente, o porque, en el fondo, tengo la esperanza de hablar con ella y aclarar el asunto. No lo sé. En estos momentos, siento que la cabeza me hierve, que el ogro, como todos me dicen, está emergiendo de mi interior y que quiere arrancarle la cabeza a todos. Es que es algo que no puedo controlar; después de haber estado viviendo durante 10 años como un hombre de las cavernas, regresar a la civilización y actuar como la gente normal es algo un tanto difícil, aunque no lo parezca. Sobre todo para alguien que durante todos esos año

