2. "Un salto de emergencia"

2165 Words
Ya estaba entrenada para esto. Mientras camino con seguridad a través de la alfombra roja, sonrío y muevo mi mano en señal de saludo, a la vez de que me acerco a los grupos de fans que no dejan de gritar mi nombre, para así poder complacerlos con alguna fotografía. Mis labios duelen de tanto sonreír, pero, aun así, mantengo la postura y continúo con mi misión de no dejar de lado mi perfección. Los flashes de las cámaras me encandilan, provocándome ganas de querer escapar y ocultarme en la seguridad de aquella habitación de hotel, hasta que todo esto terminara, pero lamentablemente, todo el elenco de esa estúpida película romántica donde yo era la protagonista, me esperaba dentro para hacer nuestra gran presentación. Respondo algunas preguntas antes de entrar, los periodistas habían notado la ausencia de Esteban, mi guapo prometido, quien siempre me acompañaba en cada una de las giras, pero que lamentablemente esta vez, debió de quedarse en Los Ángeles para atender los últimos detalles de la otra película que había producido. —Esteban Black no la acompaña esta vez —me pregunta un periodista al acercarse a mí—, ¿han roto su compromiso a como se ha estado especulando? Debo de enfocarme en toda mi fuerza de voluntad para evitar poner los ojos en blanco en su presencia, a diferencia de ello, mantengo la sonrisa frente a la cámara. —Esteban también tiene asuntos importantes qué atender, lamentablemente esta vez no pudo estar conmigo, pero, para tranquilidad de todos ustedes, nuestro compromiso continúa —digo al levantar mi mano derecha para mostrarles mi anillo de diamantes—, los planes de boda siguen en pie, tal vez puedan verla por internet llegado el momento —termino diciendo para continuar con mi recorrido. Adentro de aquel amplio lugar lleno de diversas imágenes relacionadas a la película, continúo con mi teatro, tomo asiento al lado de Liam, el rubio con el que protagonicé esta película, aquel tipo que debí de besar tantas veces muy a pesar de que su sola cercanía me provocaba malestar estomacal, acerco mi cabeza a la suya y ambos sonreímos a las fotografías, tratando de sentirnos tan enamorados a como debimos de hacerlo en la película, muy a pesar de que ninguno de los dos se soportaba. Contestamos varias preguntas relacionadas a la película, reímos compartiendo bromas con los periodistas, a la vez de que invitamos al público a ir a ver el próximo estreno. Aquella premier para mí, casi se vuelve eterna, hasta que llega el instante en que todos nos ponemos de pie, nos tomamos de la mano y agradecemos al público con una reverencia, ganándonos una gran lluvia de aplausos por los presentes que no dejan de insistir en que Liam y yo, hacíamos una bonita pareja, que lastimosamente, se resumía nada más en la ficción. —Gran actuación, Brooke —susurra Liam entre dientes en cuanto todo termina. —Lo mismo digo de ti —respondo al mirarlo—. Gracias al cielo todo esto acabó, así dejaré de soportar tu desagradable aliento de fuego. Por instinto, el alto rubio lleva una mano hasta su boca para comprobar lo que dije, lo que me hace partirme de la risa a la vez de que comienzo a caminar hacia la salida. —¡Nos vemos en Escocia, Liam! —exclamo al mover mi mano en despedida para acabar por desaparecer de aquel lugar. Me toma una maldita hora en llegar el auto, pues a mi salida, debí de aguantar nuevamente a las masas de fans que se acercaban a pedir autógrafos, fotografías o a mostrarme sus tatuajes en mi honor, donde una vez más, debía de fingir una falsa emoción, cuando en realidad aquello me parecía lo más estúpido del mundo. —No soporto los pies —digo en cuanto logro entrar al auto, subiéndolos para ponerlos sobre los muslos de Amber, quien de inmediato comienza a quitarme los zapatos para masajeármelos. —Ya ha terminado, es momento de que te vayas a descansar, mañana tendremos que viajar en horas de la tarde hacia Escocia, necesitas estar descansada. —Creo que después de esto, me tomaré un año de descanso, terminaré de preparar todo para mi boda y me dedicaré a mi esposo, estoy harta de reflectores y sonrisas fingidas —murmuro al masajear mis mejillas, las cuales casi siento acalambradas. —Hablando de esposo, Esteban espera tu llamada —me indica la pelirroja al alcanzarme mi teléfono, lo cual hago en seguida. —¡Esteban! ¡Cariño! —lo saludo en cuanto toma mi llamada. —¡Brooke! ¡Tesoro! ¿Qué tal la premier? Miro a Amber, quien me lanza una mirada de advertencia para que no comience a quejarme. —Como todas, ha sido un asco, pero Amber no desea que te lo diga. Él se echa a reír, aquello es una risa tan cargada de alegría, que me es imposible no sonreír en respuesta, más al ver la mirada de odio que me lanza mi asistente. —¿Cómo es que Amber ha aguantado tanto contigo? —Le pago bien —digo al encogerme de hombros—, y si no es ella, no sé quién será capaz de soportarme. Muerdo mi labio inferior a la vez de que me concentro en la voz de mi prometido, aquel hombre con el que llevaba ya cinco años de noviazgo, aquel hombre que había sido capaz de soportar mis berrinches, a la vez de que trataba de hacerme feliz. Cuando llegamos al hotel, me quedo en el auto durante una hora completa, hablando con él, riendo con él, repitiéndole una y otra vez sobre lo mucho que me encantaría que él estuviese aquí conmigo. Al final, es Amber quien casi me obliga a cortar para que vaya a descansar, pues según dijo, mi bañera de agua caliente estaba lista, además de mi cena y mi cama completamente lista. Sin duda alguna, aquella chica era la mejor de todas las asistentes, esa pelirroja era la única a la que no deseaba tratarla mal, pues era la única que parecía no tenerme miedo. En cuanto me desnudo para entrar a la bañera, enciendo un cigarrillo y lo llevo a mis labios, me acomodo dentro de la bañera y cierro los ojos, dejándome acariciar por el tenue movimiento del agua caliente, a la vez de que trato de relajarme con el aroma del cigarro. Permanezco en ese lugar tanto tiempo, que incluso siento que me quedo dormida, pues me sobresalto en el instante en que Amber mueve mis hombros para despertarme. —Ten cuidado con esos cigarrillos —me regaña al señalarme el que se había caído al suelo, aún encendido—, no querrás provocar un incendio. —Se me cayó —digo como si nada al comenzar a levantarme para que la chica pueda cubrir mi cuerpo con una toalla. —A la cama, Brooke, descansa que mañana continúa la gira. Y eso hago, después de ponerme mis enormes pijamas, me meto en la cama y me quedo profundamente dormida. (…) —Señorita Thompson, estamos listos para despegar —me informa la azafata en cuanto me acomodo en mi cómodo asiento. Saco la cajetilla de cigarros y coloco uno entre mis dientes, la chica saca un encendedor para ayudarme a encenderlo. —Sí, sí, ya pueden despegar —digo al acomodarme mis gafas de sol sobre el puente de mi nariz, para luego dar una larga calada a mi cigarrillo. —¿Podría ponerse el cinturón, por favor? Finjo sonreír mientras niego con la cabeza. —Desaparece —señalo la cabina, a lo que ella asiente enseguida, para dejarme únicamente en compañía de Amber, quien muy a pesar de fingir leer un libro, está atenta a lo que hago—. ¿Qué? ¿Vas a regañarme? —Yo no he dicho nada —dice al pasar la página—, si ya sé que eres una malcriada, pero no me pagas por decirlo. Cruzo las piernas debajo de mí y vuelvo a llevar el cigarrillo hasta mis labios. —Que bueno que tienes muy en claro cuáles son tus funciones. —Creo que me estás pagando muy poco —suelta al cerrar su libro para mirarme—, porque estoy haciendo mucho más que esas funciones. —¿Ah sí? —Peinarte, maquillarte, impedir que hagas un incendio en tu habitación de hotel, llevarte a la cama… —cada cosa que dice, va numerándolas con sus dedos, lo que me hace reír—, ¿quieres que siga, Brooke? —me encojo de hombros, ella pone los ojos en blanco—, ya te dije que solo debo de llevar tu agenda, pero eso a ti parece no importarte. —Bueno, luego hablaremos con respecto a ese pago —digo al voltear a mirar hacia la ventana—, pero ni se te ocurra abandonarme ahora, eres la única asistente a la que le guardo un cierto cariño, no deseo contratar otra bruja que no sea capaz de llevarme el ritmo. —No pretendo renunciar —dice al volver a abrir el libro—, me gusta la adrenalina y la presión que conlleva este empleo. —Bueno, eso es genial —farfullo al tirar mi asiento hacia atrás—. ¿Me pasas mi antifaz? Quiero tomar una siesta. —Brooke… —¡Por favor! —le pido al quitarme los lentes oscuros para pasárselos. Ella suspira con lentitud, para luego quitarse el cinturón y levantarse para buscar lo que le pido, le sonrío en cuanto me pasa el antifaz para al final relajarme y dejarme vencer por el sueño. (…) Un par de manos me sacuden con desesperación, sacándome de mi profundo sueño, me quito el antifaz con molestia para comenzar a gritar, pero, al ver la cara aterrada de Amber, me quedo quieta, tratando de entrar en sí otra vez. —¡Levántate! ¡Tenemos que saltar! —exclama al tomar mi mano para obligarme a enderezarme. Parpadeo en varias ocasiones, a la vez de que froto mis ojos con ambos puños, tratando de concentrarme para ver qué es lo que verdaderamente ocurre. La azafata comienza a asegurarme a una mochila, mientras comienza a darme instrucciones de lo que debo de hacer, a todo asiento con la cabeza, pues al ver como un par de luces rojas no dejan de parpadear a mi lado, me hacen entrar en pánico. —¡Amber! ¿Qué está pasando? —le pregunto al verla asegurarse a lo que parecía ser un paracaídas. —¡El avión tiene una falla mecánica! ¡Caeremos en cualquier momento! —me informa a la vez de que no deja de temblar. —¿Qué? —un horrible frío recorre todo mi cuerpo a la vez de que niego con la cabeza… ¡maldición! ¡no quería morir tan joven! —¡Señorita Thompson! ¡Necesito que me diga que entendió todo lo que le dije! —me grita la azafata al colocar ambas manos sobre mis hombros para que pudiera verla. Niego con la cabeza, presa del pánico. —¡No escuché ni mierda! —¡Entonces solo debe de saber que en cuanto salte, debe de contar hasta diez y jalar de esto! —me muestra un pequeño hilo a un costado y asiento al no saber qué más decir—, ¡la encontraremos, no se preocupe! —¿Cuándo debo de saltar? —¡Ahora! —señala en cuanto presiona un botón para que la puerta se abra. —¡No quiero hacerlo! —¡O es eso, o mueres! —grita Amber en respuesta al tomarme de una mano para jalarme hacia la puerta. —¿Qué pasará con ellos? —señalo a la otra chica y la puerta que me separa del piloto. —¡No se preocupe! ¡También saltaremos! —dice la chica con amabilidad. El avión continúa moviéndose de un lado a otro, de un pronto a otro, ese pájaro metálico comienza a descender en picada, por lo que, Amber me jala para que termine por saltar. En cuanto comienzo a caer al vacío, Amber se separa de mí dada a la fuerza del viento, cierro los ojos y grito como loca, a la vez de que trato de contar hasta diez a como me indicó la azafata. Justo cuando llego a diez, jalo del cordón, siendo levemente expulsada hacia arriba en cuanto la sombrilla se abre, para así comenzar a descender con mayor suavidad, abro los ojos y veo hacia abajo. —Oh no, no, no —digo al negar con la cabeza al ver que lo que me esperaba abajo era una gran cantidad de árboles—, ¡No, no, no! —grito de pánico al mover mis pies, tratando inútilmente de alejarme de ahí, pero pronto, me veo enredada entre ramas, una de ellas logra golpear mi cabeza y es ahí donde pierdo el conocimiento. 
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