Solo tu, yo, el corazón y nada más. No hubo otras palabras que la llenaran de esperanza tanto como esas. Era consciente de que Evan acababa de darle una oportunidad, pero si de algo estaba segura es que debían llevarla con tranquilidad. La tormenta duró tres días más, tres días en los que Abby logró recuperarse de su resfriado. Evan le había dado los medicamentos y se había asegurado que su esposa los tomara en tiempo y forma para que se recuperara más rápido. La servidumbre regresó después de esos días fuera. La soledad de la casa se vió interrumpida por ellos y Abby supo que era hora de regresar a la rutina. Iban a darse una oportunidad así que las cosas podrían cambiar. —Te he traído muchas cosas, tenemos sandwiches, ensalada, una milanesa y también jugo de frutas, además, creo qu

