Me siento en la silla que se encuentra frente al escritorio de mi padre, no está él en la silla que se supone que yo debo de estar, está empresa es mía.
Yo la hice una de mis empresas y la convertí en un imperio cuando ya nadie le veía potencial, vi mi oportunidad y la tomé como un reto que dio muchos frutos.
Pero ahora mi padre no sé para qué me quiere en el otro lado del escritorio cuando yo debo estar trabajando en este momento o tal vez despedazado a alguien en una junta o cosas así.
Mi padre entra con una sonrisa enorme acompañado de mi hermano Rafael si la cara de mi padre muestra alegría la de mi hermano me dice todo lo contrario.
—Buenos días Seth—saluda.
—Buenos días papá—mi hermano toma asiento en la silla continua a la mía.
Mi padre saca unos papales del segundo cajón de mi escritorio y me los desliza sobre el cristal.
Los tomo y mi padre no quita la sonrisa que tiene, mi hermano mira a otro lado y no comprendo por...
Leo los documentos y mis ojos se abren al leer el último párrafo.
Por lo tanto en este documento se estipula que para tener acceso a todos los bienes generados por esta empresa el dueño Seth Green debe contraer matrimonio por lo mínimo de un año a partir de la fecha contraída del matrimonio.
Miró a mi padre que sonríe con satisfacción.
Sino fuera quien es...
(-)
Caminamos por el parque que está cerca de mi casa, desde que salí de la oficina a mi casa estoy con la palabra "matrimonio" en mi cabeza, resonando todo el tiempo.
—Va ha ser difícil que consigas esposa—dice mi hermano.
—Ya lo sé—suspiro cansado—. Esa empresa no puede estar en las manos de mi padre por tanto tiempo.
—Mmm... Será muy raro que te cases.
—Necesito casarme de ya—caminamos en silencio por unos minutos hasta que se me ocurre una idea—¿Sabes que edad tiene mi secretaria?
—Como cuarenta y cinco. ¿Por?
—Haremos como que necesito nueva secretaria pero no la voy a despedir—mi hermano razona mis palabras—. Las entrevistamos pero en realidad audicionan por un matrimonio arreglando.
—Y escoges una entre todas.
—Esa es la idea, pero te necesito de mi lado Rafa.
—Yo quiero que tengas tus empresas en tu poder, no dudaré en ayudarte.
Y así con el plan puesto sobre todo lo hacemos y vemos los posibles errores que pueda tener el plan organizando cada respuesta.
Soy un desastre andante. Mi madre se fue hace tres días a Italia por razones familiares y yo me quedé en mi departamento pero voy a casa para darle de comer a sus hijos caninos. Se supone que tengo que ir a una entrevista de trabajo pero no hayo la ropa con la que me iba a ir. Estoy buscando con la bata puesta sobre mi piel.
Mi reloj suena avisando que que ya tengo ir en camino a la empresa, maldigo en voz alta. Soy un desastre ambulante.
Me pongo una blusa roja con una falda negra y como no alcanzo a recogerme el cabello como quiero hago una coleta alta. Bajo a mi vehículo que no arranca a la primera. Lo intento tres veces hasta que arranca y no dudó en acelerar.
Después de media hora llego a la entrevista de trabajo, me bajo del auto y entro rápido al enorme edificio sin fijarme en su exterior, hay una chica de cabello rubio en el mostrador y no tardo en acercarme y preguntar, me dice el piso que debo llegar y subo rápido por el ascensor.
El piso está repleto de chicas de la edad que solicita y como no hacerlo si es para Seth Green, un importante empresario. En el que muy pocas personas sobreviven a su método de trabajo, me siento en la banca que se me asigna para esperar. Espero por tres o cuatro horas hasta que solo quedamos tres personas, una chica rubia, una señora que pasa la edad de mi mamá y yo. Las tres esperamos, bueno la chica y yo, la señora parece estar super atareada con los trabajos que tiene sobre su escritorio. Me acerco a ella y empiezo a ayudarle con su trabajo. La misma chica que sale avisando los nombres y el de la chica rubia es la primera en entrar. Los nervios me comen viva pero no dejo que me afecten yo sigo ayudando a la secretaria.
Después de quince minutos la chica sale con una sonrisa en la cara y la morena sale por mí, entro en la oficina seguida por ella. Hay un escritorio con un chico de cabello castaño oscuro y ojos azules. No es Seth, de él se que su cabello n***o y la persona que está sentada debe ser su hermano Rafael. Me siento frente al escritorio viendo los movimientos de Rafael.
—Bueno Sara... Me gusta tu currículum—le da otra leída a las quince hojas que lo conforman—nacida en Italia, veinticinco años, soltera... ¿Sabes hablar tú lengua natal?
—Sí, ma quasi non lo uso—sonríe como si dije algo fuera de lo normal.
—Excelente, io no lo uso—mi turno de sonreír.
La puerta se abre y entra el dueño de este lugar y solo digo que se ve guapísimo con ese traje n***o que lleva.
Malditas hormonas.
—Seth, ella es Emma—me levanto y le tiendo la mano al hombre que está frente a mí.
—Mi futura... Es ella Rafael—dice en tono neutro pero una sonrisa fría está en sus labios—ya no hay que buscar a otra persona.
Saltos en mi interior.
—Como digas es tu decisión—digita algo en la computadora y al parecer es mi nombre por las teclas que presiona.
—Siéntese señorita— nombre suena bien en sus labios—. Rafael déjame hablar a solas con la señorita.
—No la cagues con esa personalidad de hielo que tienes.
Su hermano lo fulmina con los ojos azules que ambos comparten.
Se sienta frente a mí sin ninguna expresión hasta que su hermano sale de la oficina, revisa mi currículum y sus ojos se abren de la nada al ver un dato de mí.
—Italiana por nacimiento y descendencia de parte de madre_biene lo primero pero no lo segundo—. Tu padre es americano. Cinco años estudiando tango con maestros privados, hablas... ¿conferma che parli italiano ma seriamente parli francese?
Empecemos con esto.
—Je suis un cas de monerías—sonríe un poco más.
—Sara, necesito que me hagas un favor—pide.
—¿Cómo lo puedo ayudar señor?—se levanta de la silla y da la vuelta al escritorio para sentarse sobre el escritorio frente a mí.
—Necesito una esposa por un año—cargurando palabras—. Y tú me pareces la indicada para eso.
—Señor... En mis planes no está el matrimonio—me lavanto de la silla y camino a la puerta. Cuando su mano se desliza entre mis dedos.
—¿Qué hago para que aceptes?—parpadeó un par de veces.
—No se puede hacer nada señor—de la nada ya estoy pegada a su cuerpo.
—¿Segura?—si lo conociera diría que me está rogando.
—Señor...
—No me digas así... Llámame Seth.
Un roce de sus labios en los míos y mi cuerpo lo pide.
Putas Hormonas de mierda.
¿Pero quién no quiere pasar por la cama de Seth Green?
—Tiene una semana para hacerme cambiar de opinión y tener sexo conmigo esta prohibido.
—Trato hecho.