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1080 Words
Camino con Cecilia, mi hermana mayor y al lado de Arturo su pequeño, es un niño muy imperactivo y casi nunca está sentado. Converso con mi hermana sobre la propuesta de Seth y ella ve las cosas buenas y malas de ese matrimonio arreglando, le cuento que le di una semana para hacerme cambiar de opinión pero ya han pasado cuatro días desde eso y no creo que haga algo. —No creo que sea buena idea—no sentamos en una banca del parque. —Yo tampoco lo creo Cecy pero... No creo que en ese tiempo... —No quiero que te enamore y después te deje—veo a su pequeño a lo lejos. -Sabes que no me quiero enamorar de nuevo. -Fernán era un idiota-recordar ese nombre ya no duele tanto como al principio. —Lo sé pero... No tengo idea de porque me hubiera gustado que no lo hubiera hecho. —Ya te dije que es un idiota—gruñe. Bajo la vista y no evito que una lágrima resbale por mi mejilla. —Sara, es un idiota—dice para consolarme. —¿Por qué lloras Neftis?—esa voz. Levanto la vista y encontrarme con esos ojos azules celestes de alguna manera me reponen al cien por ciento mi hermana no sabe cómo reaccionar ante la situasión. —¿Neftis?—pregunto y mis neuronas buscan el nombre conocido. —Diosa de las tinieblas, ¿Te suena?—claro. En la mitología egipcia Neftis es la esposa de Seth el Dios del desierto y ambos son padres de Anubis, guardián de los muertos. —Aun no acepto... Está por hablar cuando ese pequeño pedazo de carne y hueso grita mi nombre con el tía agregado. —¡Tía Sara!—llega corriendo a mí e ignora por completo a su mamá—. ¿Adivina a quien vi?—es muy hábil para tener cinco años. Y subirse a mis piernas con extrema agilidad. —¿A quién cariño?—le pregunto pero la risa no lo deja. —-Hola Sara—esa voz. Es la voz de quien me rompió en mil pedazos por culpa de lo que le cuelga entre las piernas. —Hola, Fernán—saluda mi hermana al ver qué yo solo bajo la cabeza y acomodo al pequeño en mis piernas. Ya estuvo si a este cabrón le importó pura madre que faltaran dos días para nuestra boda cuando se metió con ella me debe de valer lo que haga y con quién además tengo mi boleto para olvidarme de él frente a mí y aunque no sentamos nada por el otro puede ayudarme a sacar a este idiota de la cabeza. —Nos vemos después...—dejó al pequeño en la banca y ni yo misma me creo lo que estoy apunto de hacer. Tomo la mano de Seth y le doy un abrazo que lo saca de órbita. —Si quieres que acepte sígueme la corriente—le digo en susurro. Suspira en señal de aceptación. —Nos vemos mañana para... Ups no puedes venir conmigo—me separo de él y le doy un beso en la mejilla. —Me recuerdas a dónde vas mañana que no puedo ir contigo—le salió natural. Gran actor. Miró a mi hermana que capta mi señal de ayuda de tres. —El novio no puede ver a la novia con el vestido hasta la boda—dice de una manera real. _¿Te vas a casar? ¿Te dolió? Igual a mí. —En un par de semanas—respondo y Seth no duda en poner su mano sobre mi cintura. Maldición. Qué bien se siente la mano de él en mi cintura. —¿Qué esperabas Fernán? ¿Qué mi hermana no hiciera vida después de ti? Estás jodido. —Solo han pasado dos años de eso—se queja él. —Dije basta hace un año y medio—se gira a verme a los ojos—. Basta de llorar por culpa tuya. Salí de mi cama y sin buscar, otro ocupo tu lugar para quedarse. Adiós Fernán que tengas suerte en tu vida. Suelto a Seth y me encaminó a mi hermana para darle un beso en la mejilla y otro a mi sobrino que canta alegre una canción que yo misma le enseñé hace dos meses. —Nos vemos enano—choca el puño conmigo como lo hacemos siempre—. Permiso para retirarme capitán sonrisas. —Permiso concevido, cabo alegría. —Ustedes y ese maldito código—me río junto con el pequeño que abraza a su madre y la visión que yo quería para mí la tiene ella con su pequeño. —Mami celosa—le da un beso—. Ya te dije que tú eres la jefa de la organización y papá el sargento. Sacudo la cabeza para después tomar la mano de Seth, caminamos sin mirar atrás y en algún momento de la caminata me derrumbó en el suelo, pero lo hago de rodillas y sin importarme una mierda las gotas de lluvia que se dejan caer del cielo a la tierra como mis lágrimas que ruedan por mis mejillas. —¿Sara?—se arrodilla frente a mí. Seguro está pensando que esto es muy vergonzoso. No será la primera boda que me cancelan. Pero tal vez sí la última. —Duele... Duele—es lo único que mis emociones dicen. —Sé que duele... —No, tú no entiendes por qué duele... —Si lo entiendo—suspira poniendo una mano sobre mi cabello—. Tal vez algún día sepas el por que sé que duele. Levanto la vista un poco y se ve... Vulnerable a mis ojos, una persona que sabe lo que dice. —Ven mi preciosa Neftis—toma mi mano y sube con él, la lluvia es fuerte... Tanto que las calles no se ven y mientras las personas corren por buscar refugio yo me quedo parada ahí con Seth. Duramos un momento así viendo como las gotas de agua mojan al otro, no dudó en acercarme y darle un abrazo y él a mí. —Vamos a casa mi preciosa Neftis. Lo sigo sin dudar, no sé a dónde me lleva en el vehículo de lujo que me da cosa porque ambos estamos empapados de pies a cabeza. En el transcurso me quedo dormida en el asiento del copiloto.
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