3

822 Words
—¿Qué? —ladeo la cabeza y me vio antes de volver la vista a la carretera en la que estaba centrado en la conducción. —Es decir... ¿a quién llevarás, Alex? —soné serena, por dentro contenía un inimaginable sentir a celos, sí, de esos que se convierten en aguijones y te duele la panza, porque no es solamente un hormigueo. —A alguien, son varias, no lo sé tengo tiempo para decidirme. Avísame si cambias de opinión. —No, o sea, sí, iré contigo. ¿Pasarás por mí? —emití sonriendo, más animada a acompañarlo esa noche. —Claro, de verdad ¿estás así solo por el examen? —Sí, bastante, estoy así por eso. —no tardo en contestar, porque mi corazón va a toda prisa y el que piensa pierde como dice una canción. —Bueno, te deseo mucha suerte. —Gracias, voy a necesitarla. —admito y alargo la mano encendiendo la radio. Suena algo de Coldplay, me gusta mucho esa canción, la tarareo en voz baja, lo habría hecho en voz alta y Alexander riéndose de mí, como antes, pero algo me impide volver a ser tan aventada, es como si la congoja se ha venido a vivir en mi sistema, nunca he sido así, ahora sí. Que rabia me da. —¿Cómo está Juli? —Se quedó en casa, está bien, ya sabes lo de siempre —me encogí de hombros. —Algo me dice que está molesta contigo, y creo saber la razón... —No, no la sabes, Alex. En realidad es que... Es lo mismo de siempre, amo a mamá, la quiero y no te imaginas cuánto, solo que se pone intensa a veces, la mayor parte del tiempo. —Esa intensidad es por una buena causa, pero no le llamaría así, sucede que te quiere mucho, solo desea lo mejor para ti, tú deberías poner de tu parte para hacerla sentir orgullosa, ¿no lo crees? —¿Crees que no me esfuerzo? —No he dicho eso, conejita, así que no pongas palabras en mi boca que no he dicho, digo que solo deberías esforzarte más, ya perdí la cuenta de las veces que te lo he dicho. —Sí, así como yo te digo sobre trabajar en la cafetería. ¿Qué tiene eso de malo? —bufé. Siempre vamos a lo mismo, a hablar a diestra y siniestra de mi futuro, cosa que debería solo preocuparme a mí. Todos se meten en mi vida, como si yo en sus asuntos también hiciera lo mismo. —No es el futuro que una joven como tú querría, no quieres eso y yo tampoco. Puedes trabajar dónde desees, pero estudia también, Jasmine. —Tienes veintiséis años y te crees mi padre. —¿Por qué estás tan gruñona? —dijo con cierto apice de burla, yo le ruedo los ojos. —Siempre soy así. —No es verdad. ¿Estás en tus días? No lo creo, ese día ya pasó. —sueltó, ahí es cuando oído que me conozca tan bien. —No es tu problema, déjame por aquí. —Te dejaré en la segunda y ni intentes abrir la portezuela. —Alex... —Ya he dicho, Jas. —expresó serio y no puedo creer que siga con lo mismo, así de mandón y siempre llevándome la contraria. —Es que... —Nada. Quédate en tu lugar, ya llegaremos. —Eso lo sé. ... Al rato ya llegamos y me despido sin siquiera verle a la cara. La portezuela la cerré bruscamente ganándome su regaño. Volteé a ver pero ya se había ido en su flamante deportivo. Caminé sobre el adoquín, atravesando un camino extenso hasta la entrada de la secundaria. El tumulto de estudiantes llenaban el interior y las afueras a montón. Me dirigí a mi lock para sacar algunos libros, no encontraba los de ciencia, que probablemente le había prestado a algún compañero, pero no lo recordaba. Bueno, saqué algo que me ayudara con la prueba de hoy, como un cuaderno donde hacía diversos apuntes. Eso me sirvió para practicar mucho. Así pude estar más tranquila. Rogelio López, el joven más inteligente del salón de pronunció con su llegada, parándose a mi lado y sonriendo fresa forma que tantas veces me daba un poco de molestia. Es decir, no tenía que ser tan lanzado, se notaba aleguas que yo le gustaba, pero ni al caso, no era mi tipo, más bien así de flaco y pálido no me atraía para nada. Esos no me iban, no importa que jamás hubiera tenido una relación seria, no por eso me conformaría con lo que fuera. —Esta noche hay... una película nueva, me pregunto si querrías acompañarme, ¿quieres salir conmigo esta noche? —terminó expresando, le había costado decir todas esas palabras, juntarlas y pronunciarlas en una pregunta titubeando. Que patético. El pobre ya se había ganado un plantón.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD