Tu vida sin mí

Mi nombre es Meisy Douglas, mis padres son dueños del conglomerado "Star", empresas de entretenimiento que se dedican a la publicidad y a la promoción de nuevos rostros a través del cine y la televisión, ambos son muy famosos lo que ha provocado que yo quede en segundo plano, pero no es que me importe, sólo es algo que no se puede evitar. Estoy muy orgullosa de ellos y aunque no los veo mucho, se que siempre están cuando los necesito y eso me basta. Estoy estudiando en la preparatoria St. James, una escuela para niños ricos que se encarga de forjar a los más grandes herederos de España para su salida a las universidades del mundo, la mayoría aquí se va a Estados Unidos para seguir sus estudios y así avanzar a un futuro laboral brillante. Yo quisiera ir a estudiar a Harvard pero no sé si pueda hacerlo y no lo digo por mis notas, soy la mejor de la clase pero el cuerpo no me acompaña, ya verán por qué. Mido 1,62 cms. Peso 97 kgs. Mi contextura es un poco... Bueno, bastante gruesa a decir verdad, mis ojos son azules pero no me benefician mucho pues uso lentes y mi cabello es rubio trenzado, si, es verdad que no soy muy bonita que digamos pero tengan compasión de mí, solo tengo 17 años. Según mi madre, puedo mejorar con el tiempo, pero debo admitir que los pastelitos son mi debilidad, paso por ellos cada mañana a la cafetería antes de ir a clases y obviamente los como acompañados de un Mokka con doble chocolate. Así quizá nunca consiga novio, pero no es mi prioridad por ahora, necesito seguir concentrada siendo la mejor si es que quiero ser médico algún día, a parte, las doctoras no tienen que ser bonitas, sólo muy inteligentes. Tengo un punto a mi favor. Cuando llego a la escuela siempre paso por la sala del 4° A, es la sala donde estudia Fabián Keaton, hijo de los más grandes empresarios farmacéuticos del país, muchos dicen que en el mundo son una de las empresas más reconocidas por su excelencia, sus buenas gestiones pero sobre todo, por el buen trato al personal y eso es notorio, Fabián sacó lo mejor de sus padres. Él es distinto a lo que esperas de un chico rico, es simpático, atlético, inteligente, bueno con todo el mundo y ya sabemos que eso fue obra de su familia, es tan adorable que siempre ha sido escogido como el mejor alumno y rey del colegio, no hay ninguna mujer que no lo ame. Yo soy una de esas fantasiosas que sueña con él, al menos con que él le hable una vez, pero lo veo muy lejano. Aunque dicen que la esperanza es lo último que se pierde, por lo mismo siempre paso por aquí, esperando que en algún momento me mire, aunque sea por curiosidad. Una vez que me instalo en mi salón y dejo mis cuadernos en la mesa me llega un papel desde atrás. Lo abro y dice "gorda, nos vamos de juerga esta noche ¿te unes? M." Esa es mi amiga Mónica, es la única amiga que tengo pero ella tiene muchas otras, todos la aman porque es bonita, curvilínea y audaz, no teme decir lo que piensa ni lo que siente y todos la siguen a dónde va, yo siento que ella es mi amiga porque le doy lástima, pues nadie más se quiere acercar a una gordita con trenzas como yo. Pero eso es lo de menos, yo siempre ayudo a cualquiera que me lo pide, siempre estoy atenta a todo lo que dicen los profesores, así que no me importa lo que digan de mi. Tomo el papel y lo respondo, "Tengo que estudiar para mate, tenemos prueba mañana así que no creo que pueda pero gracias por invitarme Mon". Le doy el papel a Sam, quién se sienta atrás y él se lo pasa a Mon, debo mencionar que otro que siempre habla conmigo es Sam, es un chico de lentes como yo, algo de acné en su rostro pero es muy lindo y tierno, se que será un gran médico algún día. Le gusta la medicina tanto como a mi así que ya habíamos decidido que ambos iríamos a Harvard, esto me pone nerviosa, necesito tener un puntaje excelente para ser aceptada allí por lo que no puedo distraerme con nada, salvo mirando a Fabián desde la ventana cuando juega al fútbol y es que ese pantalón corto que marca sus piernas musculosas me hace suspirar, o esa camiseta con las mangas arriba mostrando esos bíceps me tiene loca. ¡No! No puedo distraerme, tengo prueba de matemáticas mañana así que me cambio de asiento a uno que esté lejos de la ventana. Cuando ya estoy saliendo de la escuela un grupo de chicos del equipo de fútbol pasan a mi lado, uno roza mi brazo y termina botando los libros que llevo en la mano, por lo que rápidamente me agacho para recogerlos, no alcanzo a llegar hacia abajo cuando un par de manos me ayudan amablemente a tomarlos, yo recojo los que están más lejos y esa persona toma los otros. De pronto me tiende la mano para ayudarme a ponerme de pie y es ahí cuando mi corazón se detiene... Es él. ¡Es Fabián! - Disculpa a mi amigo, es un poco idiota, pero aquí están los libros, a todo esto, llevas muchos... Que yo sepa no estamos en la universidad todavía. - El sonríe y mi mundo entero se paraliza. Dios, es tan hermoso. Suspiro solo de verlo sonreír, pero parezco tonta mirando como sube su mano a su cabeza y se revuelve el cabello mientras habla. Ahhh... Estoy enamorada. - Gracias por ayudarme, no tenías porque hacerlo. - Digo tímidamente y tratando de sonar normal, aunque parezco tartamuda y es que cualquiera en mi lugar habría sufrido un infarto. - Si tenía, no podía dejar a una chica linda sin sus libros. - ¡Oh My God! ¡¡¡Me dijo linda!!! - Gracias por eso también, acabas de subir mi ánimo. - Ahora si que sonreiré los próximos 100 años. - No debería ser así, deberías tener el ánimo siempre arriba... - No alcanza a terminar y uno de sus amigos grita. - ¡Fabián apúrate o no llegaremos! - ¡Voy! Perdón, me tengo que ir, pero... ¿Te veo en la fiesta de esta noche? - Me dice y yo ni siquiera alcanzo a pensar antes de responder. - Si, claro, ahí nos vemos. - Mi mucha alegría derramada por el suelo y que tome mi barbilla dulcemente mientras me vuelve a hablar, no ayudan para nada a mi dicción o a mis neuronas. - Es una promesa, un baile por cada libro en el suelo. Me dice antes de girar y entonces se aleja corriendo. ¡Aaaaah! No puedo describir todo lo que siento en estos momentos, es como si mi vida entera acabara de empezar o bien, de pasar frente a mi, estoy prácticamente en las nubes y no escucho cuando Mónica me habla. - Eeeey, tierra llamando a Mei ¿Que acaba de suceder? ¿Que te dijo Fabián? - Lo siento Mónica, no te escuché... - Si, parezco una tonta. - Lo vi recién tocando tu rostro y parecía tan feliz... Dios, si ese pedazo de hombre se dignara a hacerme caso yo podría morir mil veces. ¿Que pasó para que te hablara? A lo mejor si hago lo mismo que tú, también me habla a mi. ¡UPS! No había mencionado que Mónica está tan loca como yo por Fabián, ella intenta siempre acercarse a él y él no le da ni la hora, por eso intento ser precavida con mis sentimientos por él y con mis palabras. - Uno de sus tontos amigos me botó los libros y él me ayudó a recogerlos, pero nada más. - ¿Que te dijo? - Que iba a ir a la fiesta de esta noche y que se disculparía conmigo allí. - ¡Tenemos que ir! Tu y yo. Y así me lo presentarás y nos haremos novios y viviremos felices para siempre. Mónica arma una vida entera basada en una disculpa, pero la dejo seguir con sus sentimientos locos y me dirijo a mi casa, tres horas después tengo a una despampanante Mónica tocando mi timbre. Bajo las escaleras y el tío Raimundo, Rai, nuestro mayordomo de 50 años, canoso, de un metro y casi 70 cms. Divorciado, agradable y casi mi padre, (debo decirlo, él pasa más tiempo conmigo que mis propios papás) ya le ha abierto la puerta. - ¡¿Aún no estás lista?! ¿A qué hora quieres que nos vayamos? - Casi gritando Mónica me obliga a subir las escaleras y se dirige a mi cuarto. - Pero tengo que estudiar, no puedo ir. - Ni mis prórrogas servirán para alejar a Mónica de mi en este momento. - Tu vas conmigo, eres la única que ha hablado con él en mi grupo y necesito que nos presentes. Así que te buscaremos algo lindo e iremos a ver a ese bombón. Dios, si no me mata el vestido ajustado que Mónica escogió para mí, lo hará la vergüenza y el dolor de tener que hablar con Fabián para presentarlo con otra, por mucho que esa otra sea mi mejor amiga.