Pérdida

1496 Words
Sentí el ruido de la puerta una hora después de que Near se fuera de mi casa. Corrí abajo pensando que tal vez algo se le hubiese olvidado. Pero no era él quien estaba detrás de la puerta de roble en la entrada. Era Leonor quien lloraba desesperada como si algo demasiado malo le hubiese pasado. Me preocupe un montón, no paraba de decir Near, creí que algo le había pasado de camino a su casa, pero no me dijo nada que me ayudase a entenderla. Al final mi madre la invito a quedarse, y ésta acepto. Tuve que dormir con ella pues tenía miedo de que algo le sucediese. Parecía trastornada. Muy temprano en la mañana mi madre me despertó para despedirse de mí, luego se marchó en silencio. Era la primera vez que salía antes que mi padre. Cuando ya fue la hora de levantarnos e irnos a la universidad ella prefirió ir a cambiarse la ropa que llevaba, así que sin oponerme la dejé irse a su casa y yo me vine a la universidad. Paso cerca de media hora y Magenta llego junto con sus dos hermanos, Orión y Near. Éste me saludo como era debido y luego me dejo tranquila para que hablara con Magenta, la cual parecía que tenía mucho de qué hablar, pues no paraba nunca de parlotear cosas sobre la vida, el amor, la juventud, etc.… Yo solo la escuchaba y me reía de sus chites sin sentido. Cuando tuve un tiempo a solas con Near no hiso más que preguntarme por mi madre, ya cuando se dio cuenta que me estaba preguntando mas que tontearías lo dejamos pasar y el día fue maravilloso, salimos todos juntos, Magenta pasaba muy pegada a su hermano Orión y yo a Near. Parecimos dos parejas felices, pero claro, Orión y Magenta son hermanos, aún que si no lo fueran ambos se verían y serían como la pareja perfecta. Ambos muy guapos, y tendrían hijos muy bellos por lo demás… Creo que estoy pensando solo locuras… En fin la tarde fue maravillosa. Llegue a casa cerca de las once de la noche. Mi padre estaba sentado en el living, con las manos tapándose la cara, parecía nervioso y a la espera de algo, de alguien. De mi… -       Tenemos que ir la morgue – me dijo con la voz media cortada – al parecer a tu madre la encontraron muerta esta mañana en las afueras de la cuidad. No dije nada, me congele. Mi madre… muerta, esto era un juego ¿verdad? ¡Debía ser un juego! Mi padre me sacudió los hombros luego de que se asustara porque no le respondía nada. Subimos al auto rápidamente y nos fuimos a la morgue que estaba a los límites de la cuidad, allí nos hicieron esperar un poco para lograr ver el cuerpo de la mujer que estaba muerta y que tanto mi padre como yo creíamos  que era mi madre, Magdalena. El hombre que atendía las personas que creían que era su abuela nos dijo que debíamos esperar un poco más, había mucha gente tratando de reconocer el cuerpo, pues lo encontraron sin los datos, sin su carnet, sin nada más que su piel desgarrada y sangrante. Creo que eran cerca de las dos de la madrugada cuando nos hicieron ver el cuerpo. Mi padre me tomo de la mano cuando nos acercamos a ella, luego el doctor levanto la manta que tenía sobre sobre el cuerpo, y allí, tanto él como yo, nos desmoronamos. Era ella. Mi madre estaba  con el rostro lleno con yagas de violencia, aún habían heridas que sangraban, su pecho, al igual que el de otras víctimas estaba perforado. También le habían arrancado el corazón.   Ambos llegamos casa como dos almas en pena, muertos de tristeza nos sentamos en el living, allí nos abrazamos y lloramos cuanto más podíamos, hasta que nuestros ojos se secaron completamente, hasta que perdimos las fuerzas de estar en pie, hasta que no pudimos más.   El sol pegaba fuerte en mi ventana por la mañana. Cuando recordé lo que había pasado volví a llorar. Esta vez aquello que estaba atacando a la gente había estado en mi casa, había asesinado a mi madre. Esa cosa cada vez estaba más cerca, lo podía sentir, lo sentía claramente, y me daba miedo, mucho miedo de lo que le pudiera hacer a las personas que yo quería. A mi padre, a mis amigos, Magenta, Orión, Leonor y a aquel hombre que yo amaba ahora… A Near… Lo odiaba. ¿Cómo podía ser  tan cruel? Asesinar a la gente sin un motivo aparente. Primero a mis amigas, luego al chico que le gustaba, y ahora a mi madre. Desearía creer que esto no tiene nada que ver conmigo, pero algo me dice que tiene mucho que ver. Un demonio… ¿Qué? Eso era… Muchas veces mi sub consiente le mandaba mensajes a la parte principal de mi cerebro… el ángel que había en mí no hacía más que protegerse. Pero mi otra parte, la parte que solo Ciel conoce, me decía que no me debía rendir que yo podía ser más mala de lo que cualquier otro ser lo podía ser... aunque fuese un ángel. Tal vez eso era, un demonio estaba matando a la gente, pero como lo podría saber yo, ¿cómo? Solo soy un ángel en la tierra, jamás había visto a uno, mi dios jamás me enseño como tratar con ellos. Y ahora, para cualquier ojo, yo no era más que una humana. Hasta Ciel se dio cuenta de eso.   Me levante tarde, mi mente estaba nublada. No quería nada, no quería ir a la universidad, no quería nada más. Estaba triste. Solo me quedaban unos días y todo acabaría, comenzaría mis vacaciones y me podría olvidar de todo. De todo menos de él.   Mi padre no estaba cuando baje a verle a su habitación, me había dejado una nota diciendo que estaría viendo lo del funeral para mañana. Que saliera y cenara a fuera con alguna amiga y que por favor no me quedase sola en casa, ni saliera sola. Que me amaba mucho y que llegaría tarde. Fantástico. Me pasee por toda la casa, mirando cada rincón. Estaba sola… recordé el día en que a Ciel le cortaron las alas para que bajara a la tierra y estuviera con Romina, la mujer que él amaba. Parecía tan feliz en este mundo… tan feliz a su lado que sentí un poco de envidia por qué yo no podía estar a su lado. Ahora siento envidia por no poder volver a cielo. Me encantaría estar allí nuevamente, lejos del dolor humano. Cuando fue más tarde, cerca de las siete de la tarde, me sumergí en la tina, mis alas a parecieron y estaban más bellas que antes, grandes y robustas… hermosas. Las guarde. Me sumergí por dos horas juguetee con el agua una y otra vez, luego salí de la tina y me vestí. Deambulé por las calles y comer algo, no me importaba si tenía que ir sola, tenía hambre. Todo me pareció tan lleno de gente. Cada lugar que visitaba estaba apestado de personas. Pase por las tiendas de electrónicas y al ver  las televisoras mostraban noticias de las muerte que habían sucedido hace poco, algunas muy similares con otras, pero solo habían cuatro situaciones que eran realmente extrañas  y entrelazadas en sí. “el arrancador de corazones” así le hacía llamar la gente al tipo que causaba estos estragos. Mostraron el último asesinato que había ejecutado hace tan solo un día atrás. La muerte de mi madre ahora formaba parte de las noticias de la ciudad. Me deprimí al ver las fotografías del lugar en donde encontraron el cuerpo. La pena me embargo nuevamente y llore frente a esos estúpidos televisores en venta. Una mano se posó en mi hombro y me abrazo para contener el llanto. Su cálido abrazo me tranquilizo un poco, beso mi frente para darme su pesar,  y yo me abrace fuertemente a su delgado cuerpo. -       Mi pequeña – me dijo con dolor – estará todo bien, te lo prometo – y volvió  a besar mi frente. Los brazos de mi padre me recordaron el día en que me recogió de la calle y decidió criarme, aunque ni él ni mi madre supiesen la verdad de mí, siempre me trataron como si les perteneciera, como si realmente yo fuera esa hija que tanto desearon. Ambos volvimos a casa en silencio. Era demasiado tarde, así que no hice más que subir a mi habitación y dormirme. Ni siquiera cené.   Falte toda la semana, no vi Near, aunque siempre me llamaba, jamás le respondí. Magenta  vino a visitarme, pero no le abrí, no quería ver a nadie en absoluto. Cuando fue lunes nuevamente, volví a la universidad, esta sería mi última semana.
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