Capítulo III

1052 Words
El sonido de la campaña indicaba el final del primer bloque de clases. Alissa estaba cansada y hambrienta había pasado vergüenza en clase de gimnasia, su único consuelo fue Adara, que jugando béisbol golpeó con la pelota a un chico en la cabeza, enviándolo a la enfermería. Llegó al comedor una que otra mirada cayó sobre ella, además de los murmullos entre estudiantes, hizo oído sordo y fue a la fila con la bandeja entre manos, cuando era su turno pidió una simple ensalada y una manzana nada más. Busco un lugar disponible dónde sentarse, se percató que Ada no había llegado aún pero era seguro que se sentaría con el grupo del chico que la recibió en la mañana. Sonrió al darse cuenta que había una mesa libre un poco alejada de todos en una esquina del lugar, caminó hasta allí y se sentó. para llevar el vaso hasta sus labios bebiendo un poco del líquido para refrescar su garganta. «¡Vaya! manera de hacer amigos, sentándote alejada de todos» La voz de su hermano, casi la hace ahogarse con el agua, provocando un pequeño ataque de tos que le atrajo algunas miradas, sus mejillas ardían de la vergüenza, mientras se hunde en la silla. —Eres un tonto, Justin—susurró, clavando su mirada en la bandeja de comida. Estaba a punto de darle la primera probada a la lechuga de la ensalada, cuando sintió no solo una, ni dos, energías extrañas sino tres, y de esta manera bajo el cubierto lentamente, llevando la mirada en dirección a la entrada del comedor.Un pequeño trió de chicos entraron al lugar una de ellos era nada más y nada menos que la chica con la cual compartió asientos. A su lado va un chico alto de cabello castaño, con piel un tanto bronceada, ojos color rojizos iguales a los de la chica y un sonrisa divertida, mientras que a su otro costado un chico de cabello rubio miel que le caía casi hasta los hombros, de facciones angelicales y unos hermosos ojos color carmesí más intensos que parecía buscar con inquietud a alguien en el lugar. Alissa sintió como su respiración se le cortó al chocar sus ojos azules con los de él, haciendo que su estómago se tornará un torbellino de varias sensaciones, siendo el más resaltantes los nervios a flor de piel. Junto ambas cejas al percibir la inquietud en que le observaba, ella estaba confundida pero decidió corto el contrato visual, para llevar la mirada a la bandeja, viendo la ensalada como si fuera lo más interesante del mundo. Sus pensamientos eran acertijos tan diversos, sabía que la curiosidad era su defecto pero como controlarse cuando un trió de adolescentes emanaba una extraña energía y no podía ver el aura de ninguno, era como si estuvieran muertos, haciéndola dudar por primera vez de lo que ella ve, además que tenían una piel muy pálida y unos ojos rojos como los mismísimos demonios. «Hay algo extraño en ellos» No hacía falta escuchar las palabras de su hermano para saber de antemano que era evidente. —Lo sé—susurró aquellas dos sílabas, sintió que la miraban así que levantó el rostro observó a los causante de esa sensación. Melissa tenía una gran sonrisa en su rostro cuando Alissa la miro, ella agitó la mano para saludarla emocionada, robándole una sonrisa a la castaña que le devolvió un pequeño gesto. Pero la médium sabía que había alguien que la miraba con mayor intensidad desde esa mesa alejada de las demás. Sus ojos se movieron para ver a la persona que estaba sentado al lado de la chica, era el rubio, toda esa situación era como un puzzle para la castaña, al no comprender el... ¿Por qué se siente de esa manera? Como si una fuerza desconocida le atrajera a él. Alissa se percató como el otro chico, se inclinó hacía el rubio para decirle algo en el oído y al parecer no le gustó porque frunció el ceño, ella estaba tan concentrada que no se percató de la presencia de alguien más en la mesa hasta que escuchó una voz. —Hola, no te había visto antes, espero y no te moleste que me siente contigo hasta el final del almuerzo— pegó un brinco en su asiento para ver a la persona que le habló. Adara no pudo evitar reír por lo bajo. —Puedes sentarte, no hay problema—encogió los hombros. La hija del militar se sentó a su lado generando un silencio arrasador se apoderó de la mesa, Alissa deseaba respuestas y tal vez ella se las podía resolver así que se aclaró la garganta y dijo: —¿Sabes quiénes son?—le preguntó con curiosidad la castaña. —Según los chicos con los que estaba hace rato, me dijeron que son los Dankworth—susurró, llevando la mirada a los mencionados. Esa simple acción de Adara le dio a entender que también tenía curiosidad por esos hermanos. —Al igual que yo, vienen de intercambio pero de Rumanía—agregó la extranjera sin darle mucha importancia. Alissa percibió la mirada del chico de cabello oscuro sobre su amiga, eso fue suficiente para saber quién era el que le llamaba la atención. Tomo entre sus manos la manzana, estaba nerviosa al volver a sentir la mirada del rubio sobre ella, juraría que por el cambio de expresión del rostro de él, le divertía verla de esa manera. —Esto es muy interesante—susurró, para darle una mordida a la manzana. [...] Alissa movía impaciente sus pies mientras esperaba en el estacionamiento del instituto la llegada de su madre, al fin había terminado ese largo día. Se le escapó un largo suspiro al ver la camioneta verde de la señora Madison, detenerse frente a ella. Sin perder tiempo se subió en el asiento del copiloto. —Hola, cielo ¿Qué tal tu día?—le preguntó, la madre en noto dulce. La adolescente llevo una mano hacía el cinturón de seguridad para prensarlo y miró por la ventana, lo que no esperaba era la mirada penetrante del rubio desde el otro lado del estacionamiento. —Estuvo mejor de lo que esperaba—susurró, sintiendo como su madre ponía en marcha el vehículo.
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