Queda solo esta semana para terminar de organizar el festejo de Alessia. Mañana es el día de su cumpleaños. Llevo casi tres semanas estresado, agobiado y a la expectativa de cómo será el día que vuelva a ver a Camelia. Después de haberle comunicado a Alessia mi deseo de hacerle la celebración y fijada como fue la fecha que acordamos, solo quedó pendiente la certificación de la asistencia de Camelia, y que solo dos días después Alessia me lo confirmó. Desde entonces no he vuelto a tener tranquilidad. Esa paz que había logrado mantener en estos años se esfumó, y en su lugar solo me ha acompañado un pequeño susto en el estómago y el corazón palpitando de una manera extraña. «¡Que pendejadas las mías ahora!» exclamo mentalmente, reprochándome por mi actitud de adolescente. «¡Cómo si nunc