CAPÍTULO 16

1458 Words
—Solo arranca— atino a decir, todavía abrumada por la reciente pelea. La fiereza con la que pone en marcha el vehículo, hace que se me genere un nudo en el estómago. Verlo manejar es deleitosamente impuro; la manera en que agarra el volante, cómo ejecuta los cambios, me hacen saborear todos los atributos de su personalidad. Quiero distraerme, olvidar todo el dolor que vengo arrastrando hace años por ese maldito episodio n***o en mi vida. Sin embargo no debería estar aquí; prometí no exponerlo al peligro y ante la primer debilidad caí. Ese es el problema... Jhan es mi debilidad, mi perdición. No tengo la fortaleza suficiente para superar los instintos que él me genera, el amor que sigo sintiendo en mi torpe corazón. Cuando lo tengo cerca pierdo el dominio propio, estoy sujeta a los hilos invisibles que nuestra pasión mueve a su antojo. Baja un poco la ventanilla y el viento hace volar su cabello al ritmo de OneRepublic, Assassin's Creed. Se aceleran mis latidos en respuesta a la mezcla de enojo y adrenalina que me recorre todo el cuerpo por estar haciendo algo completamente prohibido. No suelo desafiar las reglas, desde pequeña e tratado de ser complaciente, considerada con los sentimientos y pretensiones ajenas a las mías, no obstante, la discusión con mi madre hizo estallar toda la paciencia y el juicio que poseía en la mañana. Miro por la ventana cómo nos alejamos de la ciudad, yendo por la ruta que dirige a las grandes zonas rurales. La vegetación quemada por el sol, hacen del paisaje un desierto desolador y acogedor al mismo tiempo. A pesar del frío, los rayos del sol se cuelan a través del parabrisas dándome una sensación increíble de calidez confortable, haciéndome cerrar los ojos por un breve momento. — Ten cuidado— me indica al maniobrar bruscamente hacia la derecha, haciendo que nos salgamos del asfalto para andar por el pastizal. El Félix se detiene dando un último respiro antes de que se apague el motor. Y en contraposición, los nervios se encienden como luces de alarma en todo mi sistema. No quiero enfrentar a Jhan después de la mala experiencia en la casa de mis padres, no quiero ser prisionera de mi estúpida vulnerabilidad por segunda vez. —Dije diez en punto— resopla como un animal enfadado al que hubiesen herido. — Suenas como Marco— inquiero con sorna, tratando de desestabilizarlo— Crees que darás una orden y yo la seguiré sin dudar. Cierra los ojos y respira con impaciencia, dominando el creciente mal humor que lo invade. Apoya la cabeza en el respaldo y coloca sus manos sobre el volante, luchando contra sus impulsos naturales. Siempre tuvo un carácter muy volátil, explosivo. Levanto mi cabeza sin cederle el control de la situación. — Si mal no recuerdo no tenías nada de qué hablar conmigo. No querías tenerme cerca, ni verme, ni tocarme. ¿Entonces qué hacemos aquí? Observa un punto a lo lejos suspendido en sus propios pensamientos, sin hacerme partícipe de ellos, enloqueciendo mi curiosidad. Cuando al fin gira su rostro y posa su mirada en mí, comienzo a temblar desde las raíces de mi existencia, desde lo más primitivo de mi ser. Arde. Todo lo que él es, me incendia por completo. —Quiero venganza Nissa— se acerca a mí tomando mi rostro entre sus manos — Quiero que sientas en carne propia, todo lo que yo sentí hace diez años cuando me hiciste mier** la vida. — Jhan— tengo tantas cosas por decirle y sin embargo se amontonan en mi garganta impidiéndome hablar. —Sabías mejor que nadie cuánto me dolía estar a la sombra de Marco. Mi propia madre siempre lo amó por sobre mí y tu repetiste la historia— el color de sus ojos esconde sus heridas más profundas. —No fue así y lo sabes. — ¿Cómo fue entonces Nissa? Dime que no lo elegiste a él, mírame a los ojos y dímelo— su tono de voz se vuelve inquisitivo, autoritario. — No puedo con esto. No hoy— esquivo sus peticiones. — Te burlaste de mí en mi propia cara. ¿Era un reemplazo para cuando Marco te abandonaba detrás de los negocios familiares? ¿O era porque te aburría en la cama y yo sí te hacía sentir mujer?— freno su pregunta con una bofetada. De todo lo que podía acusarme eso era lo único que no le iba a permitir. Marco nunca me había puesto un dedo encima, no se lo había permitido y él siempre lo había respetado. — Quiero regresar— me cruzo de brazos intentando darle fin a la conversación. Esto era lo que tanto había deseado, tenerlo frente a frente para explicarle cómo habían sido realmente las cosas, no obstante es ahora cuando entiendo que nunca podré hacerlo sin contarle sobre mi pasado, poniendo en riesgo su vida y su futuro. — ¿Pensabas arreglar diez años de resentimiento y dolor con un plato de ceviche? —No, no, no — exploto— Solo trataba de llevar la fiesta en paz. Pero veo que contigo no se puede— desabrocho el cinturón y me bajo del auto. Si él no quería llevarme, entonces iría a pie. Podía imaginar a la perfección el escándalo que haría Marco al saber que eludí a los guardias con su hermano. — ¿Qué crees que haces?— me reprocha Jhan mientras me retiene de un brazo. —Déjame. Ahora soy yo la que no quiero que me toques— digo zafándome de su agarre. — Eso no es verdad— toca su cabello y luego me aprisiona contra el lateral del Alfa Romeo. — Tengo que regresar. Tu hermano va a matarnos. Sus labios están tan cerca de los míos que todavía no comprendo cómo logro contenerme. — Al caraj* Marco y sus estúpidos celos. Por mí se puede pudrir esperando. Su respiración agitada socaba los restos de dignidad y entereza que me quedan; mi cuerpo entero me traiciona dándole crédito a sus palabras. — Me sigues deseando Nissa, sigues temblando cuando te toco, cuando me tienes cerca. Giro la cabeza para esquivarlo, preguntándome de qué servirá tan insignificante gesto cuando mi respiración corresponde la agitación de la suya. — Cállate Jhan... por favor. Un sonido gutural se escapa de su garganta entre tanto su mano recorre la parte baja de mi abdomen — Así me pedías que te cogiera cuando estábamos en la glorieta. Me suplicabas que no parara. ¿Recuerdas?. La forma ronca en la que susurra todos nuestros recuerdos en mi oído, me llevan a un éxtasis imposible de frenar. — Te montaba con la fuerza que una mujer como tú necesita— un gemido hace eco entre los dos. No puedo encontrar la fortaleza para alejarlo, para frenarlo. Su mano elude la ropa interior bajando aún más, haciéndome delirar de placer, entre tanto me aferro a su cuerpo y luego me arqueo otra vez. —Jhan.. — Di mi nombre— ordena con virilidad— Y abre los ojos para verme. Quiero que veas que soy yo el que te vuelve loca. Entre jadeos suyos y míos estoy demasiado cerca de llegar al orgasmo. Intento buscar a tientas sus labios para saciar la necesidad que tengo de poseerlo, no obstante me lo impide. —No— inquiere acelerando su tacto, haciendo de este momento una tortura. En un juego de para y arranque, me tiene dominada por completo, a merced de sus manos, de su venganza. —Pídelo— repite lo mismo que anoche en la discoteca. Me niego moviendo la cabeza, sabiendo que eso lo excita también a él. Dándole el placer de ser el cazador que tiene el control sobre la presa. —Pídelo Nissa— me hace llegar al borde y retira la mano unos centímetros arriba, haciéndome arder ante el deseo. Ante mi silencio vuelve a tocarme y a parar. Lo miro a los ojos y me dedica esa sonrisa ladeada suya, apenas conteniéndose. — Jhan— le suplico — Tú sabes— sigue provocándome. Incapaz de soportar otro minuto más, cedo de una vez por todas a su pedido. — Por favor... quiero acabar. La manera en la que me mira, lleno de oscuridad y salvajismo, combinado con la intensidad de su tacto, me hacen llegar al anhelado orgasmo. Gimiendo cerca de su oído, aferrando con las manos su chaqueta de cuero. Su respiración profunda y su jadeo grave me enloquecen de más; saber que sin tocarlo yo también podía generar todo eso en él, hace mucho más satisfactorio el momento. —Podrás tener lo que quieras de mí Nissa. Pero no volverás a besarme— Promete intentando recuperarse.
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