CAPÍTULO 26

1432 Words
—Aghh— resoplo enfurecida mientras agito los brazos y aprieto las manos en forma de puño. Marco lograba escarbar en lo más recóndito de mi orgullo y herirlo vez tras vez. Ese era uno de los principales motivos que lo mantenían unido a mí. Claramente me había transformado en su saco de boxeo favorito, donde recaían todas sus frustraciones y enojos, donde desahogaba todo su veneno. ¡¡Vamos!! ¿Cuántas veces me había puesto en situaciones incómodas y yo lo había soportado? Sin ir más lejos la mismísima noche que Jhan regresó, Marco me había besado y muy sin mi consentimiento. Pero ahora... ahora él se daba el lujo de ordenarme que no lo tocase nunca más. Exactamente a eso se reduce nuestro trato, me brinda su protección a cambio de mi sumisión, de mi silencio y obediencia. A cambio de mi vida. Ya no tengo la libertad de ir a donde quiero, no puedo tener amigos, ni un trabajo en el que desarrollarme... no puedo hacer nada sin su consentimiento. No soy su esposa, soy su esclava. Todo fue una maldita mentira suya desde el comienzo. Cuando mi padre terminó en quiebra por sus antiguas deudas con los prestamistas, sumado a los malos negocios de esos últimos años, mi mundo comenzó a derrumbarse. El temor de que esos hombres volvieran a chantajear a mi familia conmigo, me impulsó a buscar ayuda legal. Quería intentar salvar la empresa familiar y a la vez salvarme a mí misma. Marco era joven y todavía no contaba con la misma reputación que ahora, sin embargo su apellido era de renombre y acudí a él desesperada, con la esperanza de hallar una solución real a mis problemas. Sus valores y principios en cuanto a lo laboral, me habían llevado a crear una imagen errónea suya, a caer ciegamente en la boca del lobo por mi propia cuenta. Él aceptó llevar mi caso sin cobrarme ni un solo centavo, por lo menos no lo haría hasta terminar con todo ese asunto. A pesar de que me contara que necesitaba de ese tipo de casos para enriquecer su experiencia, me había parecido un gesto muy noble de su parte. Cada reunión que teníamos, cada declaración que me tomaban en su presencia, hacían que su encanto me atrajera cada vez más, me envolviera en su telaraña. Su mirada cálida, con esos preciosos ojos verdes, me fueron conquistando con facilidad; él era un dios griego y se había fijado en mí. Estaba realmente extasiada. Fue él quien dio el primer paso, quien dijo que a pesar de estar rompiendo las reglas profesionales, quería invitarme a tomar un café para conocerme mejor. Yo, acepté fascinada convenciéndome de la suerte que tenía, al ser cortejada por alguien tan sexy y a la vez bondadoso. Ideas que había sembrado mi propia madre a lo largo de todos los años que siguieron a la terrible desgracia. Nadie va a quererte ¿Quién podría fijarse en ti? Marco sabía una gran parte de mi historia pero aún no le contaba sobre lo que más me atormentaba, eso era algo que no quería que supiese ni mi propia sombra. Los meses pasaron y nos enamoramos, o al menos eso era lo que yo creía en aquel entonces. Él había sido el primer hombre al que había visto con un real interés después de todo lo que me había sucedido. Nuestro primer beso fue cálido, delicado... recuerdo haber sentido una enorme paz, una protección que hasta ese momento nadie me había brindado. Entonces preguntó si quería ser su novia y acepté creyendo que al fin encontraría la felicidad que tanto me había sido negada. No obstante fue muy poco lo que ésta duró. Cada vez que Marco intentaba tener intimidad conmigo, era un suplicio para ambos; yo no podía soportar sus caricias sin traer a memoria aquellos horribles momentos. Por más que lo intentaba era una sombra que nos perseguía amenazando con destruirlo todo. Finalmente tuve que confesarle toda la verdad, era eso o alejarme de él para dejar que continuara su vida con alguien normal, con alguien que no estuviera tan roto por dentro. Y muy lejos de todo lo que imaginaba, Marcos me trató con dulzura y respetó mis miedos, aseguró que no le importaba esperarme cuanto fuera necesario. En el fondo no creía que fuera verdad. En el fondo sabía que no lo era... El trabajo de Marco fue en aumento, cada vez nos veíamos menos y el caso de mi familia iba de peor en peor. El juicio no estaba tomando el rumbo que ninguno de nosotros esperábamos y yo sentía la respiración de esos hombres sobre mi nuca, sus amenazas bailando sobre mi cabeza. Estaba muerta de mi miedo y él creyó que lo más conveniente era que viviese en su mansión, donde podría protegerme mucho mejor bajo su vigilancia. Acepté sumida en la más grande desesperación, confiando en que las cosas poco a poco irían mejorando. Otro grave error. Al pasar de los días Marco se volvió frío y distante. Viajaba mucho y cuando regresaba apenas venía a verme, apenas me miraba. Fue en ese momento cuando la muerte de su padre terminó por empeorar todo lo que hace tiempo se venía destruyendo. La presión del bufete y la empresa, las exigencias interminables de su madre y sus propios demonios, hicieron de Marco una persona amargada y cruel. Sus palabras se volvieron hirientes y sus infidelidades llegaban constantemente a mis oídos. Absorta por el miedo, la angustia y el vacío que había en mi vida, fui acercándome de a poco a Jhan, quien se convirtió en mi amigo, en mi sostén y en el único hombre al que había deseado con tanta fuerza. Envuelta en ese dilema, vivía entre el remordimiento y la pasión, arrastrada entre rocas por mis propias decisiones. El juicio llegó a su fin y mi padre lo perdió todo, fruto de ese gran golpe, se le despertó esa terrible enfermedad que nos terminó de condenar a todos. Cuando Jhan me dijo que debía marcharse para hacerse cargo del viñedo, mi corazón se despedazó por completo, obligándome a tomar una decisión de una vez por todas, poniéndome entre la espada y la pared. Después de pensarlo hasta el cansancio fui con Marco a decirle que ya no lo amaba, que nuestra relación era una completa farsa y que lo mejor era que cada quien siguiese su camino. Le agradecí por todo lo bueno que me había brindado y no le confesé lo que sentía por Jhan, ni nada de lo que habíamos hecho, pensando que esa sería una noticia que podría recibir más adelante, cuando todo lo nuestro ya estuviese enterrado. — Si quieres terminar con nuestra relación no te detendré. Sin embargo debes tener en cuenta que perderás mi protección y tu familia se perderá en la ruina. Tu padre morirá sumergido en el dolor sin donde caerse muerto—Sus palabras eran calculadoras y perspicaces, lo suficiente para envolver a la tonta ovejita que en aquel entonces era— Si te casas conmigo prometo hacerme cargo de tu familia, devolverles el estatus social que antaño tenían, darles un buen pasar económico y todo lo que tu padre necesite para llevar dignamente su enfermedad. Y en lo que a ti respecta, prometo cuidarte con mi propia vida. Mantendré a raya a los prestamistas pagando la deuda y evitando que se crucen en tu camino. — No entiendo... ¿Qué ganarías tú con todo esto?— espeté confundida, intentando razonar el por qué de su propuesta. — Yo obtendría mi libertad. Tendría una esposa respetable ante la sociedad y una vida bajo mi propio criterio en lo personal. Mi madre ya no podría instigarme a casarme con esas candidatas suyas por el bien de la empresa y podría seguir viviendo tal y como deseo. Yo no nací para esto del compromiso y como te habrás dado cuenta no me sienta nada bien. Lástima que en mi círculo social sea de tanta importancia para mi imagen. — hizo una pausa antes de gestionar su pertinente manipulación— Piénsalo Nissa... y cuando sepas lo que quieres aquí estaré. Las lágrimas corrían por mis mejillas calentando con fuego todo mi rostro. Por mucho que intentaba negarlo, sabía que esa propuesta lo cambiaba todo. Todo. Resignada a mi destino cogí el celular y marqué a tientas el número de Jhan— Tenemos que hablar. Es hasta el día de hoy que me duele esa última conversación... es hasta el día de hoy que me maldigo por esa estúpida decisión...
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