Capítulo 4
Me desperté atolondrado como siempre, no conozco muchas personas que tengan este don, yo me levanto, pero no despierto realmente hasta cerca del medio día, me vestí, de forma automática. Recogí el maletín del trabajo, como sé que me despierto en modo zombi, lo dejo preparado desde la noche antes, abrí la puerta de mi casa, parada fuera estaba Lania, seguía pareciendo una guardaespaldas, no sé donde está el cambio que prometió mi madre. Me decepcionó por completo, mi pensamiento es cínico, pero es a lo que estoy adaptado.
— pensé que hoy te ibas a ver femenina— ella se miró
—¿no lo hago?— yo sonreí, no tenía idea de lo que estaba diciendo. Para ella estar femenina es ponerse un traje gris en lugar de uno n***o.
— no, para nada— caminé en dirección al auto, Martin estaba tras el volante, no me prestó atención. A mí me alegro no tener que lidiar a solas con ella— buenos días Martin.
— buenos días, señor Makin— el siempre tan correcto, Lania subió en el auto, se sentó junto a Martin, frente a mí.
— hoy salió un poco tarde señor— me dijo ella— Martin y yo estamos esperándolo hace más de dos horas— se veía molesta, en verdad le dije que llegará un poco antes, para molestarla, eso es bastante entretenido
— ¿qué te diré?— ella se volteó a mirarme mientras Martin ponía en marcha el auto— yo soy el jefe, nadie me exige que llegue temprano— la vi hacer una mueca de desaprobación, eso en vez de molestarme me dio gracia.
— tiene mucho temperamento – le dije a Martin refiriéndome a Lania, él me ignoró, como si no hubiera dicho nada. Entramos a la compañía veinte minutos después, ella se bajó del auto y subió conmigo hasta la oficina, revisó todo, la misma rutina a la que ya estaba adaptado con los otros miembros del equipo de seguridad. Espere que ella terminara, me senté en mi escritorio y mire mi oficina, el lugar es grande, un escritorio más que ponga dentro no va a hacer diferencia. Aunque estoy seguro de que el decorador de interiores me mataría. Llamé a mi secretaria.
— buenos días Nora— la saludé, la chica es tonta, pero muy eficiente, contradictorio, pero real— pídele a mantenimiento que suba un escritorio a mi oficina
— ¿le sucede algo a su escritorio?— me pregunto preocupada
— no, no es para mí, solo pide que lo traigan— media hora después, tenía el escritorio instalado en mi oficina, todo este tiempo Lania ha estado mirando desde un extremo de la habitación, los chicos de mantenimiento y Nora ya iban de salida
— Nora, por favor quédate, quiero hablar contigo— espere que salieran los demás, en seguida vi como Lania se relajó un poco, su postura parecía menos defensiva.
— Nora, está es Lania; a partir de hoy ella es mi asistente personal— Nora bajo la cabeza.
— ¿he hecho mal mi trabajo señor?— era lógico que pensara eso, hasta el momento ella ejercía como mi secretaria y también mi asistente personal
— Para nada Nora, no tiene nada que ver con tu trabajo, esto es cosa de mi madre— la chica subió la cabeza menos afligida— ella tendrá sus funciones y tú las tuyas, que no van a cambiar— ella asintió— ve a hacer tu trabajo— asintió un par de veces más y salió de la oficina. Lania salió del rincón en el que se encontraba parada.
— ¿puedo saber para qué es eso?— señaló el escritorio.
— bueno, si vas a estar aquí como mi asistente personal, lo mínimo que puedes hacer para que las personas no sospechen, es gestionar mi agenda personal.
— tienes que estar bromeando— me recline en mi asiento y la mire mientras desabotonaba mi chaqueta
— no, no lo estoy— su cara era de pura indignación
— ni sueñes— empezó a decir, la chica dulce y complaciente que conocí en la fiesta de anoche, desapareció por completo, esto era una fiera.
— no estoy soñando, y eso no es todo. Espero que mañana traigas ropa adecuada al trabajo— la mire de arriba hacia abajo— conozco a mi madre y sus gustos. Estoy seguro de que eso que traes puesto no lo eligió ella.
Lania puso ambas manos sobre mi escritorio, se echó un poco hacia delante, sus ojos eran pura furia.
— mira Makin— estaba muy molesta
— puedes llamarme Jasonsi quieres
— lo único que quiero, es que comprendas, que no estoy aquí porque quiero. No le pedí a mi padre que me asignará a ti, me pusieron porque creen que es por tu bien y tu seguridad. Pero tienes que poner de tu parte si quieres que esto funcione.
— mire señorita Blacke— imite su tono— yo, no creo que realmente seas capaz de protegerte ni tu misma— en realidad es muy menuda, debe medir al menos, veinte centímetros menos que yo – así que mucho menos vas a ser capaz de protegerme.
— no te permito que dudes de mis capacidades, soy una profesional y sé lo que hago, y puedo asegurarte que mientras estés bajo mi protección, vas a estar a salvo. Aunque ahora mismo tenga deseos de asesinarte con mis propias manos.
— puede decir lo que quiera. Quien te puso aquí, me dijo que serías mi asistente personal, así que. Lo siento, pero tienes que cumplir con las obligaciones que eso conlleva— tomé de encima de la mesa mi agenda personal y se la tendí, ella se paró derecha, la miró un instante y la tomo, se encaminó a sentarse en el escritorio que destine para ella— y recuerda, mañana no vengas disfrazada de loca. Quiero una asistente personal con presencia. Soy una figura pública— ella levantó su dedo medio sin girarse, el mensaje me quedó muy claro. Me reí, una risa histérica. Con esta chica lo más probable es que no estuviera protegido pero si muy entretenido. Se sentó en su silla, yo la miré, cuando está así, tranquila, concentrada en lo que estaba leyendo, parecía más normal. Me recordaba a la chica que me abordo en la fiesta.
— ¿quién te vistió ayer?— le pregunté de pronto, ella levantó la vista de la agenda que estaba leyendo.
—¿qué?— o no me escuchó, o no entendió la pregunta
— ¿quién eligió la ropa que usaste ayer?
— ¿Vas a seguir hablando de mi ropa?— volvió a bajar la vista a su tarea.
— responde lo que te pregunte— dejo por completo lo que hacía, se puso de pie y se sentó sobre el escritorio de frente hacia mí.
— ¿en serio crees que porque me hables así voy a responderte? – ahora la fiera estaba despierta
— yo te hice una simple pregunta, creo que la puedes responder sin tanto problema.
— ahí es donde te equivocas, atacar mi forma de vestir no es hacer una simple pregunta.
— en verdad me interesa saber quién tiene tan buen gusto. El vestido estaba precioso.
— está bien— se bajó del escritorio con una agilidad digna de un gato— si eso es todo, aunque en realidad no te creo. Te voy a responder para que te mantengas en silencio— asentí— fue tu madre.
— ¿mi madre?— está vez la que asintió fue ella— entonces yo tengo razón, ese saco de papas que traes puesto no lo eligió mi madre— vi el momento en el que su cara se transformó en molestia total, tomo la agenda que estaba leyendo hacia un momento y la lanzó contra mí. Esta chica está completamente loca. La agenda me dio de lleno en la cara.
— tienes que estar bromeando – le dije, me toque la cara, no tenía ningún corte, pero ese golpe se comenzaría a hinchar en cualquier momento.
— no, no estoy bromeando, es lo que te mereces por imbécil.
— ¿no estás aquí para protegerme? – ella lo pensó, como si de verdad no supiera
— no lo sé, hace un momento me dijiste que era tu asistente personal, así que estoy confundida
— te comportas como una adolescente rabiosa
— tú eres el que se comporta como un imbécil, ¿te vas a casar conmigo? – no me dejo responder y siguió hablando – no, pues no debería interesarte como me visto o me dejo de vestir.
— pues resulta que me importa – me puse en pie, aunque ya note qué a ella no le afecta para nada mi estatura como a otras personas. Soy bastante alto, más que la media, y siempre me he aprovechado de eso para que las personas se sientan intimidadas, pero con ella no funciona – a partir de hoy, tu imagen está ligada a mí. Por lo que no puedes seguir viéndote de ese modo. Por favor entiéndeme.
— se ve indignada, como si lo que le estoy diciendo me lo hubiera inventado. En parte es para molestarla. Pero en parte no, de verdad ella tiene que estar pegada a mí, todo el que la vea va a pensar automáticamente en JasonMakin, y no quiero que me lleguen con su aspecto.
— ¿y qué quieres que digan? Que tu asistente personal parece una prostituta, o una señora de sociedad.
— no todas las asistentes personales se ven de ese modo, h no quiero que piensen ninguna de esas cosas sobre ti. Pero tampoco quiero que piensen que eres Una machorra – a lo mejor se me fue un poco la mano al decirle eso, pero tenía que comprender mi punto d algún modo, tomo en la mano el pisapapeles que estaba sobre su escritorio, y amago con tirármelo, por suerte, logro contenerse a tiempo, porque de lo contrario, estoy seguro de que acabaría con la cabeza rota. Respiro un par de veces con los ojos cerrados.
— creo que lo mejor será ir a ver a mi padre, no creo que podamos estar juntos por tanto tiempo como él pretende – sugirió ella
— sí, creo que será lo mejor, antes de que decidas tirarme el escritorio y acabar con el problema – ella miró el escritorio y me miró a mí.
— la verdad, teniendo en cuenta tu tamaño y peso, no creo que mandarte un escritorio resuelva mi problema, pero recuerda que manejó un arma— móvil la chaqueta del horrible grave y me enseñó el arma a la que se refería. Por como me ha tratado hasta ahora, tengo miedo de que de verdad sea capaz de usarla. Así que me quede callado, salimos ambos de la oficina, Martin ya nos esperaba con el auto en marcha
— ¿por qué tan temprano? – le preguntó a ella
— es que tuvimos un incidente – que lo dijera de ese modo me indigno
— ¿por qué no le dices cuál fue el incidente? – él la miró, y me miró a mí — ¿ves esto? – señale el golpe de mi cara y él asintió – ella hizo esto
— ¿en serio? – le preguntó directamente a Lania
— tu solo conduce Martin, ignoralo – santa palabra, no me volvió a mirar en el resto del trayecto.