Capítulo 3

2031 Words
Un año antes Narrador omnisciente Natalie llegaba a su casa casi arrastrando sus pies del cansancio que tenía, trabajar en una empresa de finanzas terminaba por agotarla tanto mentalmente como físicamente. Dejó su bolso sobre el sillón de la sala, mirando hacia su alrededor para saber si su marido se encontraba en casa, hacía muchas horas que no lo veía, incluso desde la tarde anterior cuando se fue con su hermana para ver los vestidos de novia. Torció su boca cuando notó que no había ni una sola botella de agua fría en la heladera, por lo que tuvo que llenar un vaso desde la canilla para hidratar un poco su cuerpo. Recargada sobre la isla de la cocina, comenzó a pensar que en qué momento su vida se había vuelto tan aburrida, lo único que hacía era trabajar y llegar a casa para descansar, quizás en alguna rara oportunidad a su marido se le ocurría salir a comer afuera o Marie pasaba por ella para tomar unas copas en la azotea de su departamento. Nada nuevo, nada emocionante, una vida totalmente monótona y aburrida. No podía negar de que sus primeros años de matrimonio fueron fantásticos, pero desde que tuvieron esa crisis económica y ambos tuvieron que comenzar a hacer horas extras, casi ni se veía, ni compartían nada romántico y ni siquiera tenían tiempo para tener sexo. Natalie no negaba que en unas cuántas oportunidades con algunas copas de más le confesó a Marie que deseaba divorciarse, después de haber estado juntos por dos años. Porque a pesar de que hace unos cuatros meses atrás su economía iba bien, ellos no dejaron de trabajar esas horas extra y era como si solo se vieran para ir a dormir juntos y nada más, y sinceramente no era lo que ella quería para su vida. Quizás la culpa de tener que dejar a Ryan no la dejaba avanzar con esa situación, pero es que ella no aguantaba más todo aquello. Quizás el sexo no era el problema principal, pero si era un problema después de todo, ella tenía sus necesidades como todos y que su marido jamás tuviera ganas para acostarse con ella la frustraba demasiado. Y hablando de Ryan, él se encontraba saliendo de la ducha, sacudiendo su cabello mientras que caminaba hacia la sala por un poco de jugo y la verdad es que se sorprendió al ver a su esposa en la cocina, creyó que ella llegaría más tarde hoy. —Estás aquí —dijo con una media sonrisa mientras besaba su cabello. —Si, el tránsito no era tan malo hoy —dice tomando otro trago de agua— ¿Tu hace mucho que llegaste? —Hace una hora. Me metí directamente a la ducha para que mi cuerpo se relajara un poco —responde tomando la botella de jugo y tomándola directamente con su boca. Natalie hizo un gesto, a ella no le gustaban esas cosas, pero no tenía ganas de discutir con él. —Uhm, está bien —dice vagamente. —Por cierto, saldré con Brad hoy. —¿Cuándo? —pregunta mirándolo —Ahora. Iremos a un bar a mirar el partido y seguramente luego tomaremos algunas copas. —Está bien —dice luego de un largo suspiro —¿No te enojas? —pregunta él, parándose frente a ella —No, de todas maneras tomaré un ducha e iré a la cama, estoy agotada. —De acuerdo, iré a cambiarme, llego tarde y Brad me espera en el bar —dice antes de irse de la cocina. Natalie se quedó mirando a su esposo, pensando en que su relación era un completo fracaso. incluso Nick era mucho más cariñoso con ella que Ryan, su mejor amigo tenía ciertos detalles que la hacían sentir bien, como prepararle la cena, invitarla a ver una película o hablar un poco de como fue de estresante su día ¿Y qué obtenía de Ryan? ¡Nada! Comenzó a desabrochar los botones de su camisa mientras que caminaba hacia su habitación, le urgía tomarse una larga ducha y acostarse en su cama, por lo que no se preocupó ni por revisar su celular, en cambio dejó su bolso sobre la cama mientras veía que su marido terminaba de colocarse su ropa interior y se perfumaba. Abrió el grifo de la ducha, terminando de desnudarse para dejar la ropa  a un lado mientras que su cuerpo se relajaba. Gimió de placer al sentir el agua sobre su espalda, había tenido tanto estrés en el día que solo había pensado en este momento.  Ni siquiera se dio cuenta de cuanto tiempo estuvo bajo el agua, pero sus ojos se abrieron cuando escuchó la voz de su marido desde el otro lado de la puerta. —¡Cariño, ya me voy! —le gritó para que escuchara —¡De acuerdo, cuídate! —respondió de la misma manera. Cuando estaba secando su cuerpo con una toalla escuchó que la puerta principal se cerraba y ahí es donde supo que ya no encontraría a su marido en la casa por la noche. Para ella era patético pensar que debía satisfacer sus necesidades sexuales acostándose en su cama y buscando la novela erótica para saciar su deseo.  Pero ese era el panorama cada vez que Ryan no estaba, leía, se excitaba y terminaba masturbándose durante varios minutos, para luego quedarse rendida allí, durmiendo por toda la noche. Ryan estaba en la barra, hablando con su amigo mientras tomaba un trago fuerte. —Nuestra relación va de mal en peor, ni siquiera tenemos sexo —le cuenta a Brad. —Es que tienen que mantener el fuego en la pareja, sino todo se torna aburrido. Por eso decidimos con Maggie tener nuestros permitidos, nosotros la pasamos bien, tenemos sexo a diario y una vez a la semana conocemos a otras personas. —Aún no entiendo como puedes permitir que tu esposa se acueste con alguien más. —Deberías abrir un poco tu mente. Mi esposa disfruta tanto como yo y los dos tenemos nuestras cosas. —Eso jamás podría hacerlo con Natalie. —Deberías intentarlo. Las cosas son así, ustedes acuerdan un día en específico donde cada uno pueda tener una noche libre, conoces a una chica que te caliente, te acuestas con ella y al otro día vuelves con tu esposa ¿Que otra mejor cosa puedes pedir? —¿Crees que Natalie acepte algo como eso? —Deberías hablarlo con ella, no pierdes nada con intentarlo. —¿Deberíamos tener sexo casual? —Esa sería la clave de esto. Solo sexo casual, sacias tus necesidades y luego verás como de a poco tu relación con ella se vuelve menos tensa y más s****l. —Esto sería bueno para mi —sonrió—. No tengo que preocuparme mucho por Natalie, ella no vería a nadie. —¿Porqué dices eso? —Porque ella solo trabaja y no tiene una mierda de idea sobre lugares de ese tipo. Acuérdate que se la pasará yendo a la casa de sus mejores amigos para tener esas noches aburridas con películas y un vino. —Deberías dejar de subestimar a tu esposa. Ni siquiera saber si ella puede conocer a alguien. —No, ella no es de ese tipo. Pero ese acuerdo me vendría bien para salir y tener sexo con alguna buena chica. Es más, se lo propondré mañana cuando tengamos una cena romántica. Si, Ryan estaba muy feliz mientras subestimaba el aura s****l de su esposa, él estaba totalmente convencido de que ella jamás buscaría a alguien desconocido para acostarse luego de que le entregó la virginidad a él y solo tuvieron sexo juntos. Ellos se habían conocido en la secundaria, pero para ese entonces solo salían y tuvieron algunos encuentros nada más, hasta que unos años más tarde Ryan le pidió matrimonio y se casaron hace unos dos años atrás. Natalie le había confesado que en ese tiempo que estuvieron separados, entre la universidad y su trabajo no había tenido tiempo de conocer a alguien más, por eso mismo él estaba seguro de que su esposa estaba en la misma situación ahora mismo. El joven canadiense se fue a su casa convencido de que esa era su oportunidad para acostarse con otras mujeres y fue muy feliz a su casa, planeando el momento en donde le diría a su esposa sobre el acuerdo y donde él podría irse tranquilamente una vez a la semana sin que nadie le reclamara absolutamente nada. Aprovechando la oportunidad de saber que Natalie llegaría dos horas más tarde del trabajo que él, decidió contratar a un catering para que le organizaran una bonita cena romántica mientra que él se ponía a ver una película. No se había sentido tan animado desde hace tiempo, por lo que se dio una ducha y se vistió elegante solo para cenar en su propia casa, pero él sabía que esa cena sería crucial para su relación de ahora en adelante. Natalie llegó cansada como todos los días, encontrándose con la sorpresa de una mesa redonda totalmente decorada, con pétalos de rosas y una champaña en el centro, acompañada de la vajilla y de un ramo de flores elegidos a la perfección. No recordaba la última vez que él había hecho eso por ella en el último año, por lo que inevitablemente se alegró de su molestia y justo cuando iba a buscarlo, su marido apareció con un smoking y una sonrisa brillante en su rostro. —No digas nada —dijo él—. Solo entra a la ducha, ponte ese hermoso vestido que dejé sobre el píe de la cama y ven a compartir esta noche tan especial conmigo. Ella sonrió enormemente mientras mordía su labio inferior, caminando hacia su habitación para encontrarse con una vestido rojo fabuloso. Por un momento una duda se sembró en su cabeza ¿Era su aniversario? ¿Ella había olvidado alguna fecha importante? Revisó en su mente, comprobando que no tenía nada para recordar y pensando de que por fin su marido había hecho algo especial sin que sea un día específico, por lo que la remontaba a sus primeros meses de matrimonio. Entró a la ducha con una sonrisa, pensando que por fin tendría sexo, ni siquiera recordaba la última vez que alguien que no sea ella misma haya tocado sus partes íntimas. Su ánimo había cambiado, después del día de mierda que había tenido en la empresa por fin podría liberarse de tanto estrés, por lo que salió aún más feliz, perfumándose, poniendo cremas en su cuerpo y maquillándose para quedar acorde para ese vestido fabuloso. Se miró al espejo unas cinco veces, recordando los momentos en lo que solía hacer eso en la casa de sus padres cuando Ryan pasaba a buscarla para alguna cita. Suspiró y abrió a puerta de su cuarto, encontrándose con las luces tenues y con su marido en una esquina, ofreciéndole una preciosa rosa. —Siéntate, mi amor. Tengo una propuesta muy buena para ti —dijo con una enorme sonrisa ¿Que si había sido extraño para ella oír que su esposo quería abrir la pareja? ¡Claro que lo fue! Pero también era consciente de cómo su pareja iba de mal en peor y quizás esa era la última alternativa que tenían. Marie puso un grito en el cielo y no porque le desagradara la idea, sino que le parecía fabulosa. Ahora podría arrastrar a su amiga con ella hacia su club favorito y por fin sabría lo que es visitar un lugar como ese, donde ponerte cachonda apenas era el principio. Y mierda que ella lo supo. No tardó mucho tiempo dentro de club, eso fue cierto, apenas estuvo una hora allí antes de que aquella hermosa mujer la arrastrara hacia su departamento. Ni siquiera estaba segura de todo lo que había pasado, fue tan intenso que no se lo podía creer. Incluso no pudo despegarse de ella hasta las diez de la mañana del otro día, cerrando la puerta de su casa detrás de ella y suspirando pesadamente antes de morderse el labio inferior y sonreír como una loca. Necesitaba volverla a ver.
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