Capítulo 39: Veintisiete centimetros de venganza

3016 Words

El beso no se detuvo. No podía. Era como si el desierto mismo los hubiera confinado no solo en esa estructura de metal ardiente, sino en un vórtice de tiempo donde nada más existía: ni el pasado doloroso, ni el futuro incierto, ni las promesas rotas con otros. Solo ellos, devorándose mutuamente con una ferocidad que rayaba en la violencia. «Quiero follarmela»―pensaba Emir con el pene ya hinchado y duro como acero bajo la tela tensa de sus pantalones de trabajo, no perdió un segundo. Mientras sus lenguas se batallaban en una guerra húmeda y desesperada, saliva mezclándose, dientes chocando, mordiscos que dejaban marcas rojas, metió ambas manos por debajo de la falda arrugada de Fátima, subiendo con urgencia por la piel suave y sudorosa de sus muslos internos. El calor de su cuerpo era

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