Capítulo 4 Riley se giró para mirar fijamente a las extrañas criaturas que pasaron junto a su pequeño grupo en el largo pasillo. Los habían despertado demasiado temprano para su gusto. Nunca había sido una persona madrugadora. De hecho, lo mejor sería que nadie le dirigiese la palabra hasta que hubiese tenido un desayuno decente, varias tazas de café, y las diez de la mañana ya hubiesen pasado. Y, para acabar de redondearlo, había tenido que conformarse con un baño rápido con un trapo húmedo a modo de higiene. El «baño» no era más que un gran espacio abierto compartido entre todos los prisioneros, tanto hombres como mujeres. Vox, Tor y Lodar habían hecho guardia frente a la puerta cuando Riley se había negado a entrar mientras hubiese alguien dentro, e incluso Bob y Fred se habían sumado

