-Buenos días, familia...
Llega mi hermana gritando al comedor, se sienta y empieza a contarle a papá todo el trabajo que ha tenido, habla sobre sus largos viajes y lo poco que come para tener el cuerpo que tiene.
Estoy concentrada en mi comida, no me interesa mucho la verdad
- Que envidia Bella, poco te esfuerzas por ser delgada, y mírate...
- De que hablas Carla.
- Qué comes como cerda y yo tengo que aguantar hambre para poder mantenerme en mi peso ideal - Viró los ojos, esto es pan de cada día en el comedor.
No puedo evitar reírme por su comentario, es algo que siempre tenemos en la mesa.
- No soy yo la que se come toneladas y toneladas de chocolates a escondida, y dices que mueres de hambre, eso no es saludable, hermanita —sonrió por la manera en que tapa su boca. Siempre la escucho destapar envolturas.
- ¿Cómo te atreves, Anabella? - Se levanta de la silla apuntándome con su dedo y no dejo de sonreír.
- Basta las dos, no quiero peleas en la mesa- se levanta papá enojado.
Continuo comiendo, no me interesa pelear con Carla, necesito llegar a la universidad temprano, tengo que hablar con Lucas. Hoy voy a decidirme y le voy a pedir que sea mi novio.
Tomo mi auto, y conduzco a la universidad escuchando un poco de música, hoy tenemos un caso sobre robo, y tengo que vestirme para la ocasión, tengo una falda, tuvo vino tinto hermoso, con un cinturón de argollas dorado que hace que mi trasero se vea espectacular, una camisa manga larga blanca, tiene un poco de escote sin ser vulgar, tacones blancos de 8 cm, hermosos, y mi cabello pelirrojo en ondas.
Poco maquillaje, más bien al natural. Mis pecas salen a relucir cuando me cargo de maquillaje, entonces prefiero llevarlas al natural.
Llego a la universidad y las miradas no se hacen esperar, se me acerca un chico que conozco muy bien y al que detesto con mi alma.
- ¿Cómo va todo, Anabella? - pregunta como si en realidad le importara.
- Bien, qué quieres, Carlo Turner - Me detengo para esperar a que responda, es un poco idiota y sé que algo quiere.
- Solo pasaba a saludarte, estás hermosa hoy - viró mis ojos y continuó mi camino.
- Gracias, ¿eso es todo? - le pregunto, con afán de irme, ya que lo veo persiguiéndome.
- Mi querida Anabella, ¿sabes que vas a ser mi esposa? ¿Tu papá ya hablo contigo?- Me deja un poco sorprendida, pero borro las expresiones de mi rostro. Siento como agarra mi mano y se acerca a darme un beso.
- Suéltame idiota, eso jamás pasará - pongo mi mano en su mejilla y se escucha un sonido fuerte, todas las personas a nuestro alrededor nos miran.
- ¿Te atreves a pegarme? Anabella, así llores una eternidad, vas a ser mi esposa, y cuando eso, pase, te voy a enseñar quién manda. Es una promesa —me toma fuerte de la cadera y se acerca a mi oído para decirme, lo veo salir sin mirar atrás.
Será cierto, papá quiere casarme con él, pero porque, hoy más que nunca tengo que hablar con Luca.
Busco a Luca por toda la universidad, pero no lo encuentro, voy a llamarlo por teléfono, cuando me encuentro con un salón medio abierto y de él salen sonidos de personas quejándose, ¡oh por Dios, que les sucede, en serio están acostándose en la universidad!, voy a cerrar la puerta, y por equivocación la abro más, mis ojos casi se salen de órbita cuando veo a Lucas sentado con una porrista encima de él, los dos están desnudos y ella lo está besando. Lucas tiene los ojos cerrados y no puedo evitar quedarme más tiempo del que debería, ella se gira y me observa de pie.
- Lárgate pervertida... - ¿Me llama pervertida a mí?
Cierro la puerta y salgo corriendo, en el camino me encuentro con Carlo.
- ¿Qué te paso, por qué estás así? Viste algo que no te gusto - miro la sonrisa de su rostro y no puedo evitar maldecirlo en mi mente.
- Lárgate, Carlo, vete, no quiero ver a nadie - las lágrimas corren por mi rostro.
- ¿No te gusto ver a tu novio cogerse a una verdadera mujer? ¿Fue eso?
- Imbécil
Trato de irme, no quiero ver al idiota de Carlo, paso por su lado y me toma de la cintura, me besa a la fuerza y yo lo muerdo.
- Vas a ser mi esposa Anabella, porque no adelantar la noche de bodas - Me dice Carlo mientras vuelve a besarme y amasa mi trasero.
- Carlo, suéltame, escúchame bien, nunca voy a casarme contigo.
- Eso está por verse pequeña - corre un mechon de mi cabello.
Hace el intento de subir mi falda y le pego con mi rodilla en su centro.
- Nunca, escucha bien.
- Qué más da, Anabella, puedo esperar un día más, te he esperado durante mucho tiempo.
Salgo de allí corriendo, debo de tener el maquillaje corrido, tengo que arreglarme para llegar al tribunal.
Esto no va a derrumbarme. No voy a permitírmelo jamás. Alguna explicación debe de tener esa escena que acaban de ver mis ojos.