PRÓLOGO.
Nunca debes dar por hecho que tanto conoces a las personas, la vida jamás me supo tan ácida hasta que probé esa faceta oscura de James Edwards.
Él y yo tuvimos un pasado, nos reconciliamos lo aclaramos y me demostró que un no es una respuesta incorrecta en su juego.
Solía pensar que él era un amor fugaz que se mantuvo al límite porque yo así lo quise, pero en realidad lo mantuve alejado porque realmente no estaba segura de lo que sentía.
Hasta que semanas después de nuestro último encuentro empecé a ver su sombra por todos lados.
Cartas, llamadas, regalos y acciones que me empezaron a llenar de dudas y miedo hacia su persona.
Él me profesaba su amor y yo estaba sumida en un mar de confusión.
James Edwards me atrapó, pero no con amor, sino con temor puro.