UN AÑO DESPUÉS…
—¡Joder! —mascullo, asqueada, cuando dejo de vomitar una buena parte de lo que acabo de comer en el desayuno que he tenido con Katherine—. Creo que la leche me ha caído mal.
Todavía me mantengo inclinada sobre el váter, esperando vomitar más. Tengo el estómago completamente revuelto y el sabor agrio, que el vómito ha dejado en mi garganta y mi boca, me está torturando.
Una nueva tanda de arcadas me ataca y siento que terminaré vomitando hasta las entrañas en el fondo del excusado.
—¡Ja! —exclama la rubia con burla, mientras sostiene mi cabello—. La leche de Jim será, que ha cuajado y te ha dejado pero bien… —Lleva una de sus manos hasta su vientre y simula una pancita redonda.
—Pero, ¡qué estupideces dices! —le retruco, limpiándome la boca con un trozo de papel.
